Me siento compelido
a escribir sobre el reportaje de Azucena Criado del 27 de junio. Principalmente porque contiene dos puntos, que, por un malentendido el primero y por quedar fuera de contexto el segundo, considero importante aclarar. En primer lugar, el malentendido cronol¨®gico (debido a mi reticencia a hablar del tema) con relaci¨®n al env¨ªo a Bert Vogelstein de un art¨ªculo con la descripci¨®n de nuestro descubrimiento del mecanismo molecular de ciertos c¨¢nceres de colon, para que lo avalase para publicaci¨®n en la revista (PNAS) de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, de la que fue elegido miembro recientemente. Seg¨²n el reportaje, esto lo hicimos nada m¨¢s enviar el art¨ªculo a Nature. Nada m¨¢s lejos de la verdad, puesto que tal cosa habr¨ªa supuesto un intento por nuestra parte de publicar el mismo trabajo en dos revistas, lo que no es corriente en nuestra profesi¨®n. Debido al prestigio de las mismas, esta flagrante infracci¨®n ¨¦tica habr¨ªa sido descubierta inmediatamente. En segundo lugar, quiero aclarar que el ¨²ltimo p¨¢rrafo del art¨ªculo reflejaba parte de una larga conversaci¨®n en la que expliqu¨¦, sin mencionar nombres, la historia de los acontecimiento que desembocaron en la organizaci¨®n y celebraci¨®n en abril de 1992 del simposio para conmemorar el d¨¦cimo aniversario del decubrimiento de los oncogenes humanos en la Fundaci¨®n Ram¨®n Areces, donde di a entrever por primera vez nuestros hallazgos. ?sta fue la manera peculiar que eligi¨® Bert para reconocer nuestra prioridad sobre el descubrimiento, al hacer menci¨®n de ello en su trabajo publicado en Science en mayo de 1993, un mes antes que el nuestro en Nature. Por su naturaleza, fuera de lo com¨²n (en nuestro campo no es habitual que un cient¨ªfico reconozca la prioridad de su competidor, y mucho menos de esta forma tan clara), ¨¦ste fue el inicio de la cadena de acontecimientos que condujeron al alboroto period¨ªstico y por ¨²ltimo a mi necesidad de escribir esta carta. Debido a falta de espacio, la rese?a de la entrevista fue sometida a una amputaci¨®n dr¨¢stica. Esto hizo inevitable que el lector concluyese que mis manifestaciones no ven¨ªan a cuento. Adem¨¢s, la menci¨®n del nombre y apellidos del sujeto de mi cr¨ªtica no dejaba m¨¢s interpretaci¨®n que la de un ataque personal sangriento, lo cual estaba lejos de mi intenci¨®n: mientras que mi opini¨®n particular sobre el asunto qued¨® reflejada con bastante exactitud, esto no implicaba ninguna animosidad personal. Simplemente cre¨ª que por la seriedad y la difusi¨®n de EL PA?S, el reportaje me ofrec¨ªa una oportunidad excelente para exponer ciertos aspectos negativos de la ciencia nacional, con la esperanza, por tanto, de contribuir a su mejora. Debido a esta mutilaci¨®n inesperada, el resultado final fue un tanto infortunado. ?ste es mi lamento personal.-
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