El placer de la aventura

Doble concierto de altos vuelos en la segunda noche del Festival de Jazz de Vitoria. Sobre el papel, la popularidad de los Brecker Brothers deber¨ªa haber atra¨ªdo al p¨²blico hasta Mendizorroza y, ya all¨ª, Bill Frisell, bastante desconocido en estos pagos, habr¨ªa sorprendido gratamente al personal; lo segundo sucedi¨®, pero no lo primero.Curiosamente el nombre de los hermanos Brecker no sirvi¨®, como era previsible, para agotar las localidades. Los Brecker Brothers trajeron a Vitoria la contundencia de una m¨²sica que corta la respiraci¨®n desde el primer acorde, pero Frisell, que lleg¨® sin ninguna parafernalia t¨¦cnica y con extrema sencillez, nos mostr¨® el placer de la aventura musical. El placer de ir hacia adelante y hacia atr¨¢s en el tiempo y en el espacio buscando sensaciones y conseguir que a cada momento esas sensaciones suenen frescas; y nuevas.

Los Brecker abrieron la noche. M¨²sica danzante, alta tecnolog¨ªa y un virtuosismo interpretativo fuera de dudas caracterizan el trabajo de la banda. Su heavy metal be bop de los setenta se deber¨ªa llamar ahora funk hip hop be bop, o algo parecido, ya que los dos hermanos no tienen ning¨²n inconveniente (por suerte) en incorporar cualquier nueva tendencia a su personal visi¨®n del jazz, en, la que Miles Davis y John Coltrane se muestran como referencias cada vez m¨¢s presentes y poderosas.

El concierto discurri¨® por los mismos par¨¢metros que han marcado su regreso, hace un par de a?os. Los mismos temas interpretados con los mismos arreglos e, incluso, en el mismo orden. S¨®lo la sustituci¨®n de Mike Stern, el guitarrista original, por el joven Dean Brown plantea alg¨²n cambio: ahora la guitarra suena en la l¨ªnea del Steve Vai compulsivo, pero esta discordancia no afecta para nada al resultado final. Como no lo afecta, ni para bien ni para mal, la presencia de Lenny White en la bater¨ªa.

En la segunda parte, el tr¨ªo de Bill Frisell cambi¨® todos los esquemas planteados por los hermanos Brecker. El guitarrista (sin duda el m¨¢s creativo de la actualidad) plante¨® un concierto marcado por la sencillez, y sin darse un solo respiro fue revisitando todos los rincones musicales de su memoria con un toque claro, transparente e hipn¨®tico. Acompa?ado por un eficaz Kermit Driscoll en el bajo y por uno de los bater¨ªas m¨¢s sorprendentes y explosivos del momento, Joey Baron, Bill Frisell fue del tango al free jazz, del rag al rock duro, pas¨® de Wess Montgomery a Jimi Hendrix, y sobre todo fue un Bill Frisell derrochando ideas en todo momento.

El tr¨ªo funcion¨® como una unidad capaz de cambiar de clima, de ambiente o de ritmo con una sola mirada. Un aut¨¦ntico mecanismo de precisi¨®n en el que lo m¨¢s sobresaliente es la felicidad que emana de los tres instrumentistas al interpretar esa m¨²sica. Una felicidad que se contagi¨® inmediatamente al p¨²blico.