El Jaguar de Mohedano lo he pagado yo
Qu¨¦ vida, llevo a?os oyendo hablar del Jaguar de Mohedano y ahora resulta que se lo hab¨ªa pagado yo; no todo, que un Jaguar entero se pone en un pico, pero seguro que uno de los faros o algunos de los detalles pijos del salpicadero se pag¨® con la pasta que le di a Pinto Font¨¢n, o a Fonto Pint¨¢n, que ya no s¨¦ c¨®mo se llama ese se?or, a cambio de un piso, del que hu¨ª a los seis meses, en M¨®stoles. Fue hacia el 73; yo era muy joven y me hac¨ªa ilusi¨®n tener un piso propio, qu¨¦ tonter¨ªa. El caso es que anunciaban unos de Proconfort que quedaban a 10 minutos de la Puerta del Sol, en M¨®stoles. Me lo cre¨ª, as¨ª que cog¨ª mis ahorros y le compr¨¦ al se?or P¨®mez Ginto una de las infraviviendas de Villa Fontana.En aquellos a?os, desde Aluche hasta M¨®stoles, pasando por el Parque de Lisboa, Alcorc¨®n y otros nombres que no recuerdo, el paisaje estaba constituido por una inmensa ciudad dormitorio, cuyo ¨²nico acceso a Madrid era la carretera de Extremadura. Los 10 minutos desde la Puerta del Sol se convirtieron en horas de humillante desesperaci¨®n proletaria a bordo de un R-8 de segunda mano cuyos manguitos estallaban cada dos por tres. En el cruce de Alcorc¨®n se organizaban colas de varios kil¨®metros y situaciones que a m¨ª me recordaban aquel cuento fant¨¢stico de Cort¨¢zar titulado, creo, La autopista del Sur; yo siempre he intentado literaturizar la angustia. Gracias a eso he ido tirando. Recuerdo a un sujeto que debi¨® de hacerse millonario vendiendo bombones helados en aquel cruce eterno.
Una ma?ana, cuando sal¨ªa a trabajar, el portal de mi bloque, que ten¨ªa la forma de un foso cuadrado, amaneci¨® inundado de agua. Para alcanzar la calle ten¨ªas que mojarte hasta las rodillas, y no era plan. Y es que en aquel edificio las calderas estallaban cada dos por tres, como los manguitos de mi coche, y las puertas no cerraban, y el ascensor te dejaba tirado en pisos que no eran tuyos, por cuyas puertas se asomaban cabezas m¨¢s desesperadas que la m¨ªa. Tuvieron que rescatamos los bomberos, y mientras nos rescataban hac¨ªan comentarios jocosos sobre el lujo redondo y cosas as¨ª. Fue todo muy humillante.
Ese d¨ªa decid¨ª vender mi piso, aunque tuviera que perder dinero, y lo perd¨ª, claro. Me lo compr¨¦ alguien m¨¢s necesitado que yo por menos de lo que me hab¨ªa costado, y es algo que todav¨ªa llevo en la conciencia, porque no le advert¨ª del disparate que estaba haciendo. Era un se?or bajito, muy buena persona, que me recordaba a mi padre, y que se hac¨ªa la ilusi¨®n de que en su seiscientos, m¨¢s viejo que mi R-8, se pod¨ªa viajar todos los d¨ªas de M¨®stoles a Madrid pasando por Alcorc¨®n. Por cierto, que cuando fuimos a hacer la transferencia, por la cosa de las letras pendientes, me parece que Proconfort ya no se llamaba Proconfort.
Lo que no s¨¦ es si Mohedano se ha llamado siempre Mohedano; el caso es que, cada vez que pienso que ha estado ligando por ah¨ª con peleteras ricas gracias a un Jaguar que le compr¨¦ yo, se me ocurre que por lo menos pod¨ªa haberme dado una vuelta, que nunca he montado en un Jaguar y me hace ilusi¨®n, como lo de tener un piso propio y un mayordomo polaco antiinflamable. Al fin y al cabo, los dos somos de izquierdas.
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