Tensiones en el SME
SI EXIST¨ªA alguna duda sobre la situaci¨®n de precariedad en que qued¨® el Sistema Monetario Europeo (SME) tras el inicio, el pasado mes de septiembre, de la crisis m¨¢s importante de sus tres lustros de historia, las tensiones registradas durante las ¨²ltimas jornadas en los mercados de divisas se han encargado de despejarlas. El franco franc¨¦s, la corona danesa y, en menor medida, la peseta han sido objeto de intensas presiones depreciadoras, s¨®lo parcialmente neutralizadas por las intervenciones de los bancos centrales en los mercados. Una situaci¨®n que ha vuelto a reabrir la posibilidad de nuevos reajustes en las paridades centrales del SME e incluso a renovar la virulencia de las actitudes m¨¢s abandonistas del acuerdo cambiario, al que no dudan en atribuir el origen de todos los males de la econom¨ªa espa?ola.En ning¨²n momento anterior, desde su entrada en funcionamiento, en marzo de 1979, los pa¨ªses vinculados al SME hab¨ªan experimentado tan intensamente como ahora las dificultades para satisfacer conjuntamente las exigencias de la preservaci¨®n de los tipos de cambio y las actuaciones relajadoras de la pol¨ªtica monetaria que reclama la recesi¨®n, una situaci¨®n cr¨ªtica que afecta a la pr¨¢ctica totalidad de las econom¨ªas comunitarias. La reducci¨®n excesiva de los tipos de inter¨¦s nacionales contribuye a la depreciaci¨®n de la moneda correspondiente siempre que no constituya una actuaci¨®n concertada de los pa¨ªses que integran el mecanismo de cambios. Dado el papel central que desempe?a la moneda alemana, la resistencia del Bundesbank a reducir sus tipos de inter¨¦s constituye el mayor obst¨¢culo para que los restantes bancos centrales comunitarios hagan lo propio. La elevada tasa de inflaci¨®n alemana -el 4,21/6 en t¨¦rminos interanuales- y un crecimiento monetario excesivo impiden que el banco alem¨¢n adopte la laxitud que el resto de Europa reclama.
Dicha inestabilidad afecta claramente a la peseta. En nuestro caso, a los perfiles recesivos comunes a los restantes pa¨ªses europeos, aunque con consecuencias sociales claramente m¨¢s negativas se a?ade la incertidumbre todav¨ªa existente sobre las orientaciones b¨¢sicas de pol¨ªtica econ¨®mica que adoptar¨¢ el nuevo Gobierno. La credibilidad antiinflacionista de sus primeras actuaciones es tanto m¨¢s necesaria cuanto m¨¢s expl¨ªcita es la coexistencia de esa recesi¨®n con una inflaci¨®n que indica la necesidad de eliminar los obst¨¢culos que existen en las condiciones de oferta: en los mercados y en el funcionamiento ineficiente de algunos sectores. Si no, se dominan las condiciones que generan la inflaci¨®n, el mantenimiento de un nivel relativamente elevado de los tipos de inter¨¦s s¨®lo contribuir¨¢, y muy parcialmente, a reducir las amenazas depreciadoras de la peseta. Si adem¨¢s se sigue constatando el temor de nuestras autoridades monetarias a dejar que el tipo de cambio de la peseta se deslice por su amplia banda de fluctuaci¨®n, esos ataques ser¨¢n m¨¢s frecuentes e intensos.
Abandonar hoy unilateralmente la disciplina del SME no s¨®lo no es una garant¨ªa de recuperaci¨®n para una econom¨ªa como la espa?ola, sino que dificultar¨ªa notablemente la necesaria aportaci¨®n de ahorro exterior. Aquellos que piensan que una actitud tal propiciar¨ªa la emergencia de se?ales de recuperaci¨®n en el crecimiento como las observadas en el Reino Unido tras el abandono de la libra del mecanismo de cambios parecen olvidar que aquella econom¨ªa llevaba sumida en la recesi¨®n tres a?os y que sus tensiones inflacionistas ten¨ªan poco que ver con las que sufre la econom¨ªa espa?ola. ?Se han preguntado quienes reclaman la salida de la peseta qu¨¦ ventajas deparar¨ªa a nuestra econom¨ªa.? ?Cu¨¢nto ser¨ªa posible reducir los tipos de inter¨¦s sobre nuestros activos financieros?
La inconveniencia del abandono unilateral de esa disciplina no ha de impedir, sin embargo, desde?ar las importantes amenazas que hoy se ciernen sobre el SME. y, en general, sobre la din¨¢mica de integraci¨®n econ¨®mica y monetaria europea. Asimilar esos riesgos no puede impedir la m¨¢s elemental comprensi¨®n de que la estabilidad de los tipos de cambio de los pa¨ªses comunitarios es una condici¨®n indispensable para que el mercado ¨²nico ofrezca todas sus ventajas en t¨¦rminos de bienestar. Que su satisfacci¨®n sea posible con el actual SME o exija la introducci¨®n de reformas en su funcionamiento es una cuesti¨®n abierta en la que deber¨ªa centrarse no s¨®lo la atenci¨®n de las instancias comunitarias, sino igualmente de quienes renuncien a las f¨¢ciles espantadas aislacionistas, de tan nefasta experiencia en Espa?a.
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