Triunfo de Chiappucci al 'sprint' en Pau
El estilo Chiappucci gusta. Tiene un apellido pegadizo. Sus maneras son tremendistas. Es un actor, un diminuto divo que exige el aplauso a cada entrada en escena, uno de esos int¨¦rpretes que necesitan siempre la complicidad del p¨²blico. Le agrada el elogio tanto como hablar de s¨ª mismo. Chiappucci no pod¨ªa dejar pasar este Tour sin decir algo. Suya fue la ¨²ltima etapa piren¨¢ica, pero obtuvo la victoria utilizando la suerte del velocista. Sus ¨²ltimos metros fueron un premio al ingenio.Chiappucci enga?¨® a sus compa?eros de escapada, su compatriota Ghirotto y el espa?ol Unzaga, con trucos propios del oficio. Se reserv¨® la ¨²ltima posici¨®n en el inicio del sprint para poder calcular mejor el impulso final. Demostr¨® mayor astucia que sus colegas. Pero su triunfo no fue f¨¢cil. Vino precedido de unta escapada de casi 130 kil¨®metros que forz¨® despu¨¦s de haber efectuado una escalada al Tourmalet que debe catalogarse como ca¨®tica. Chiappucci pas¨® de ser un escalador c¨®mico por la ma?ana a un riguroso velocista por la tarde. As¨ª es de exagerado este corredor.
No es necesario que las piernas le respondan para que Chiapucci aparezca en el escenario haciendo ruido. Nada tiene que ver con su compatriota Bugno, quien procura llevar su desgracia en la m¨¢s rigurosa intimidad. Si Bugno se siente mal, se descuelga discretamente; si est¨¢ bien, viaja con los principales en silencio. Chiappucci, no. Si est¨¢ mal, ataca hasta perder la noci¨®n del tiempo. Si est¨¢ bien, ataca sin medida.
Chiappucci no estuvo m¨¢s activo que en los dos ¨²ltimos d¨ªas, aunque el resultado de la jornada haga pensar lo contrario. Normalmente, interviene en el primer ataque sin reparar en su utilidad, sea por una necesidad innata de llamar la atenci¨®n. Luego, regresa al redil. M¨¢s tarde, decide aparecer de nuevo. Habla un poco y desaparece. Su ascensi¨®n al Tourmalet result¨® incomprensible porque sus ofensivas iban precedidas de desfallecimientos. Su inquietud ha dejado de ser alarmante en este Tour porque es evidente que no es el Chiappucci de los ¨²ltimos a?os, pero. su err¨¢tica carrera de ayer invita a suponer que su capacidad de sufrimiento acompa?a a su ambici¨®n. Dio la sensaci¨®n de que ayer consigui¨® la etapa por narices.
Despu¨¦s de haber estado descolgado un tiempo, aprovech¨® la caza que Indur¨¢in protagoniz¨® en el descenso del Tourmalet para reingresar en el pelot¨®n de los notables. Se escaparon Rominger con Jaskula y la jornada promet¨ªa emoci¨®n. Se olvid¨® mucha gente de que el l¨ªder iba con la calculadora en la mano. Indur¨¢in restableci¨® el orden en la bajada y el reagrupamiento no condujo a otra cosa que al en¨¦simo ataque del italiano. Se march¨® con Unzaga y Ghirotto y le dieron por imposible.
La ventaja de Chiappucci alcanz¨® los cinco minutos, diferencia que le permit¨ªa asaltar las posiciones de Hampsten (6?) y Rijs (5?). La noticia origin¨® que el Ariostea se pusiera al trabajo, pero no hasta el punto de neutralizar al Diablo. Chiappucci lleg¨® hasta los ¨²ltimos 100 metros en buena compa?¨ªa, estir¨® las piernas, disimul¨® lo que pudo y oblig¨® a que fuera para s¨ª la ¨²ltima palabra. Por entonces, el p¨²blico estaba pendiente de ¨¦l, exclusivamente atento a su actuaci¨®n. Lo hab¨ªa vuelto a lograr: la complicidad del respetable. No defraud¨® esta vez. Sus derrotas las convierte en victorias en la sala de prensa porque razona con la soberbia de una gran estrella. ?El Giro? "Fui el primer italiano en el Giro, no lo olviden". ?El Tour?. "Soy el primer italiano en el Tour". Chiappucci limita las fronteras a Italia cuando le interesa.
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