Major seguir¨¢ por el pavor 'tory' a unas elecciones
El primer ministro brit¨¢nico supera una moci¨®n de confianza y cierra la ratificaci¨®n de Maastricht
John Major salv¨® la piel. El primer ministro brit¨¢nico y su Gobierno ganaron ayer, por 339 votos contra 299, una dram¨¢tica moci¨®n de confianza que vinculaba la aprobaci¨®n de Maastricht con la continuidad del actual Parlamento. La moci¨®n alternativa de los laboristas, pidiendo la inclusi¨®n del cap¨ªtulo social, fue desestimada por 339 votos contra 301. Los conservadores rebeldes cedieron ante el ultim¨¢tum gubernamental, o s¨ª o elecciones anticipadas, y permitieron que la C¨¢mara de los Comunes brit¨¢nica cerrara por fin la ratificaci¨®n de Maastrichit. A falta de la resoluci¨®n jur¨ªdica en el recurso legal de lord Rees-Mogg, el Tratado para la Uni¨®n Europea fue definitivamente aceptado, sin cap¨ªtulo social, por el Reino Unido.
Maastricht lleg¨® a buen puerto, tras a?o y medio de tormentas parlamentarias y 76 votaciones cr¨ªticas. Major venci¨®, pero no qued¨® a salvo. El resultado de la votaci¨®n, con la enga?osamente amplia diferencia de 40 votos, no enmascar¨® el hecho de que el Partido Conservador estaba grav¨ªsimamente dividido, con odios eternos y venganzas juradas entre sus filas.John Major se convirti¨®, ayer, en un l¨ªder de papel. Tuvo que amenazar a su gente con la convocatoria inmediata de elecciones -esto es, con un suicidio pol¨ªtico colectivo dada la inmensa impopularidad actual de los conservadores- para salir de un apuro en el que se hab¨ªa metido ¨¦l solo. Ning¨²n tory, ni fiel ni rebelde, se lo perdonar¨¢.
La direcci¨®n del partido tampoco podr¨¢ perdonar a la treintena de rebeldes que, desde principios del a?o pasado, han llevado al Gobierno por el camino de la amargura. El ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, se permiti¨® ayer un elogio tangencial a la "solidez de los principios" de los euroesc¨¦pticos, deseoso de llegar a alg¨²n tipo de alto el fuego.
Con una elecci¨®n parcial a siete d¨ªas vista, en la que los tories parecen condenados a perder otro esca?o y ver reducida a 16 su mayor¨ªa parlamentaria, la rama de olivo era una necesidad t¨¢ctica.
Pero, a sus espaldas, las miradas de unos y otros lo dec¨ªan todo. Uno de los rebeldes, Tony Marlow, fue meridianamente claro sobre lo que estaba pasando: "Hemos votado contra la convocatoria de elecciones generales, no a favor de Maastricht y del Gobierno. Veremos qu¨¦ ocurre a partir de ahora".
Rencor de los 'euroesc¨¦pticos'
Las declaraciones de los euroesc¨¦pticos denotaban un enorme rencor. Marlow us¨® la palabra fraude para definir la maniobra utilizada por Major para sacar adelante Maastricht. "Visto c¨®mo ha sido aprobado, el tratado tiene la legitimidad que tendr¨ªa de haber sido firmado por un dictador suramericano de tercera fila", afirm¨®. Teresa Gorman, otra rebelde, se quej¨® de que el Gobierno hab¨ªa "cogido por las pelotas al grupo parlamentario, al obligarle a escoger entre unas elecciones y ese horrible tratado".En cuanto concluy¨® la votaci¨®n, todo fueron sonrisas. A nadie le conven¨ªa empeorar el ambiente y, adem¨¢s, en ese momento comenzaban las largas vacaciones parlamentarias. "No habr¨¢ caza de brujas contra los rebeldes", dijo el presidente tory, Norman Fowler. "John Major ser¨¢ otro hombre despu¨¦s del verano", afirm¨® el conservador Marcus Fox, el m¨¢s influyente de los parlamentarios de a pie.
El laborista George Robertson solt¨® una carcajada al oir la frase. Major acab¨® con bien el d¨ªa m¨¢s crucial de su vida pol¨ªtica, pero sus perspectivas, como l¨ªder no hab¨ªan mejorado.
El d¨ªa empez¨® pronto y mal para John Major. Tras una noche de sue?o escaso, dedicada en su mayor parte a discutir la situaci¨®n con el Gobierno y a preparar su nueva intervenci¨®n parlamentaria, el primer ministro se reuni¨® a las 6.30 con su equipo de Downing Street. Las primeras p¨¢ginas de la prensa no ayudaron a mejorar su humor: todas coincid¨ªan en que le ser¨ªa muy dif¨ªcil recuperar su autoridad tras la "devastadora humillaci¨®n" del jueves (en palabras del Financial Times) y en que dif¨ªcilmente podr¨ªa mantenerse, a medio plazo, como l¨ªder del Partido Conservador.
Major abandon¨® Downing Street a las nueve de la ma?ana para reabrir el debate en los Comunes. Le acompa?aban su esposa, Norma, y su hijo James, de 18 a?os. Major luc¨ªa una sonrisa de oreja a oreja, se?al inequ¨ªvoca, para los major¨®logos, de su nerviosismo e irritaci¨®n interior. El indicio de la sonrisa se confirm¨® con sus primeras y crispadas palabras ante la C¨¢mara: "Que nadie se equivoque. Si la moci¨®n del Gobierno es derrotada, o se aprueba la moci¨®n laborista, iremos a unas elecciones anticipadas. No puede haber posiciones intermedias. Se trata una cuesti¨®n de confianza en el Gobierno y no caben matices".
"No estoy dispuesto a permitir que la cuesti¨®n europea siga envenenando la atm¨®sfera pol¨ªtica", agreg¨®. Fue una intervenci¨®n rotunda y agresiva, con la que demostr¨® que al menos sab¨ªa mantenerse firme en los peores momentos. El l¨ªder de la oposici¨®n, John Smith, no dej¨® pasar la oportulnidad de triturar a Major en su r¨¦plica. El primer ministro, dijo Smith, estaba "vencido" y "acorralado", su partido estaba "en desbandada" y el Gobierno ten¨ªa "un gran boquete bajo la l¨ªnea de flotaci¨®n".
"Est¨¢ usted contra la pared y se ha visto obligado a amenazar a su propio partido con un suicidio electoral colectivo para salvar el pellejo", le espet¨® al primer ministro. "Todos saben que unas elecciones generales ahora supondr¨ªan una masiva derrota para los tories", aull¨® el l¨ªder laborista. A esas horas de la ma?ana, la C¨¢mara de los Comunes era ya una olla a presi¨®n. La presidenta, Betty Boothroyd, se ve¨ªa incapaz de controlar el tumulto y los gritos de los enardecidos diputados.
A poco m¨¢s de un kil¨®metro, en la City, los mercados financieros tomaban nota de la situaci¨®n. La libra esterlina y la Bolsa registraron fuertes ca¨ªdas desde primera hora. En cuanto empez¨® a percibirse que los rebeldes euroesc¨¦pticos tocaban retirada y que John Major sobrevivir¨ªa a la crisis, los indicadores mejoraron paulatinamente. Las acciones subieron. La libra gan¨® el terreno perdido. Maastricht estaba a salvo.
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