Rey y partidos. ?Una nueva situacion?
En la reciente consulta electoral se han elegido dos tercios de los miembros del Parlamento. El tercio restante provendr¨¢ de una elecci¨®n indirecta, lo que sin duda equilibrar¨¢ lo resultante en favor del statu quo. No obstante, el resultado es muy ilustrativo y puede significar una inflexi¨®n en la situaci¨®n pol¨ªtica marroqu¨ª.Desde hace al menos dos a?os los l¨ªderes de la USFP, Abderrahmam Youssufi, y antes su antecesor Buabid, y el del Istiqlal,Ahmed Bucetta, persegu¨ªan presentarse en una coalici¨®n. Tambi¨¦n obtener de Palacio el tratamiento de una oposici¨®n que pudiera ser la alternancia en el Gobierno. En esta operaci¨®n trataron de alistar a otras formaciones menores y complementarias, entre ellas al Partido del Progreso y del Socialismo, ex comunista, de Al¨ª Yata. Durante la campa?a cuidaron los dirigentes de la coalici¨®n los signos externos de que eran la alternativa. As¨ª, Bucetta rehus¨® debatir en televisi¨®n con alguien que no representase al debido nivel al Gobierno.
El paso de entendimientos con el poder a tensiones es lo caracter¨ªstico de la vida pol¨ªtica marroqu¨ª desde los a?os sesenta.
Desde la Constituci¨®n de 1962 se instaura en Marruecos una l¨ªnea diferente a la imperante en los pa¨ªses ex coloniales: se excluye el r¨¦gimen de partido ¨²nico. Con la legalizaci¨®n en el mismo a?o de un partido bereber, el movimiento popular (MNP) de Mahjoubi Ahardane, se consagra el multipartidismo. La raz¨®n de la opci¨®n por el pluralismo radica en la posici¨®n religiosa del rey y en la incompatibilidad entre cabeza del partido ¨²nico, emanaci¨®n del movimiento nacionalista y la legitimidad mon¨¢rquica y la concepci¨®n de un arbitraje decisorio, que en la versi¨®n occidentalizada del r¨¦gimen marroqu¨ª siempre presente, y m¨¢s bien complementaria a la aut¨®ctona- se racionalizaba conforme a la idea del arbitraje gaullista. Desde 1962, una larga trayectoria en que los partidos no logran la autonom¨ªa del legislativo, ni su control, compuesta de alianzas concretas con el poder real, de exclusiones e incluso de restricciones y presiones sobre los l¨ªderes.
Inicialmente, el Movimiento Nacional por la Independencia es la vertebraci¨®n de un partido que pudo ser ¨²nico -Istiqlal, FLN o Neo Destour definen el color pol¨ªtico del Magreb-, pero que se escinde surgiendo del movimiento que hab¨ªa de inspirar Allal-El-Fasi, la UNPR, y luego de ¨¦sta la USFP, que se orienta hacia la socialdemocracia de la Internacional Socialista.
Pero la impronta del movimiento inicial, coet¨¢neo de la revitalizaci¨®n de la Monarqu¨ªa por el papel de ¨¦sta en el impulso inicial, se mantiene en la lectura nacionalista, reivindicadora hacia el exterior, concretada en un momento en el mapa del Gran Marruecos de Allal-El- Fasi, frontera con Argelia, zona Sur, S¨¢hara, Ceuta y Melilla. Los restos ideol¨®gicos del momento fundacional definen una direcci¨®n internacional, mientras que la Corona y sus Gobiernos atemperan esta lectura a las condiciones concretas de la coyuntura y buscan el reconocimiento internacional del papel moderado dentro de una zona en cambio. De ah¨ª la doble dimensi¨®n de la posici¨®n internacional marroqu¨ª que permite que los interlocutores pr¨®ximos europeos -sobre todo Francia y Espa?a- y los Estados Unidos vayan
considerando que esta dimensi¨®n realista y moderada favorece la colaboraci¨®n sin excesivos sobresaltos y que en cualquier caso la situaci¨®n es mejor que la que podr¨ªa derivar de un cambio pol¨ªtico radical. De manera que cuando amenaza la crisis, como en 1970 o 1971, todos o casi todos, incluso la Argelia de Bumedian, se alarman ante el riesgo de un r¨¦gimen militar cuya ¨²nica legitimidad podr¨ªa estar en el nacionalismo, el expansionismo y el irredentismo. Naturalmente que la capacidad movilizadora del nacionalismo fundacional opera buscando poder legitimar su acci¨®n y favorecer la cohesi¨®n mediante la presentaci¨®n de causas externas comunes. As¨ª opera la cuesti¨®n del S¨¢hara desde 1973 hasta la actualidad.
Junto a los partidos nacidos del movimiento de independencia se constituyen formaciones que los polit¨®logos marroqu¨ªes denominan de gesti¨®n o de administraci¨®n; es decir, organizaciones basadas en personalidades que el poder favorece para crear n¨²cleos de gobierno cooperadores ¨ªntimos con el poder decisorio, real. Por ejemplo,
los independientes del RNI, encabezados por Ahmed Osmane, o el partido de Maati Buabid. Junto a estos dirigentes de formaciones electorales que gobiernan, los consejeros tradicionales del rey: Redda Guedira, Filali, los Laraki y el todopoderoso ministro del Interior, Basri.
Los partidos nacidos de la politizaci¨®n nacional de la inmediata independencia van perdiendo peso electoral. Si en el a?o 1963 el voto de los dos -Istiqlal, UNFP- representaba el 50% de los sufragios, en 1977 el porcentaje era el 38,5% y en 1984 el 30%. El Istiq1al hab¨ªa perdido 419.000 votos y la USFP 179.000.
A esta realidad que aumenta la menor dependencia de Palacio de la opini¨®n m¨¢s organizada se une el efecto del sistema electoral. El escrutinio nominal a una sola vuelta favorece la elecci¨®n de personalidades apoyadas por la Administraci¨®n en distritos peque?os. Los grandes partidos reclamaban el sistema proporcional. La USFP, por su estructura y plataforma, esperaba m¨¢s de los distritos m¨¢s poblados, urbanos, donde ten¨ªa concentrado el voto.
Exist¨ªa adem¨¢s lo que los soci¨®logos del pa¨ªs denominan la pr¨¢ctica de cuotas. Es decir, obrar de manera que formaciones y personalidades estuvieran en la C¨¢mara porque el sistema as¨ª lo exig¨ªa. No siempre la cuota opera en beneficio exclusivo de los partidos de Administraci¨®n. Por ejemplo, el l¨ªder de la USFP, Buabid, fue en una ocasi¨®n elegido por Mohamad¨ªa porque deb¨ªa estar en el Parlamento.
Las reformas constitucionales, 1970 y 1972, reducen el papel de los partidos, hasta la ¨²ltima.
Esta tendencia se corrige en la ¨²ltima y recient¨ªsima consulta. La campana y precampa?a, si bien con casos denunciados desde todos los sectores, presenci¨® una posici¨®n distinta de las autoridades. Se trataba de dar credibilidad a los resultados y legitimar a¨²n m¨¢s a los elegidos. Pudo haber correcci¨®n en los ¨²ltimos momentos, tal vez ante el temor de que el Istiq1al y la USFP arrollasen. Pero es indudable una nueva actitud del poder, como tambi¨¦n lo es un mayor inter¨¦s y esfuerzo de las autoridades y de la judicatura en la lucha contra el narcotr¨¢fico, el vicio y la corrupci¨®n.
Dados los resultados electorales, el Istiq1al y la USFP pueden controlar la C¨¢mara, con algunas mayores competencias que antes, e incluso gobernar es la funci¨®n que la Constituci¨®n establece junto al rey si obtiene el apoyo de: un tercer grupo, tal vez de los independientes de Osmane.
Podemos preguntarnos por las razones de este cambio. Tambi¨¦n si presupone una tendencia razonablemente en desarrollo, o si se trata de otro momento de impulso m¨¢s democr¨¢tico o partidista, o un vector que quedar¨¢ bloqueado por las inercias.
Me parece que se pueden enunciar varios factores de cambio en Marruecos. Naturalmente, en un par de art¨ªculos no cabe sino enunciarlos. Tambi¨¦n opino que estos factores de cambio deben atraer la atenci¨®n de quienes, como los espa?oles, han experimentado en su historia los efectos de la fluidez, o por el contrario la inestabilidad en la otra orilla del Estrecho.
En primer lugar, se opera en Marruecos una evoluci¨®n econ¨®mica y social importante. Como muestra emblem¨¢tica, si bien reducida, en la nueva C¨¢mara se sentar¨¢n dos mujeres. Hay un feminismo marroqu¨ª incipiente -incluso hay una dif¨ªcil amalgama de reivindicaci¨®n de la mujer e islamismo-. Sobre todo, Marruecos pa¨ªs dual -composite dicen sus soci¨®logos- tiene varios ejes de desarrollo. Los m¨¢s interesantes refuerzan la relaci¨®n con Europa, con la CE sobre todo. Con Espa?a la relaci¨®n ha aumentado considerablemente en cinco o siete a?os.
En segundo lugar, la ideolog¨ªa de la modernizaci¨®n no aparece como una racionalizaci¨®n de poder, sino como algo natural para importantes clases sociales. Esta modernizaci¨®n entra en dificil relaci¨®n con la arabizaci¨®n, reciente y m¨¢s evidente desde los a?os setenta, y con el mensaje islamista, fundamentalista.
Pol¨ªticamente, el modelo embrionario desde 1962 de una Monarqu¨ªa, si no moderada, s¨ª moderable, se enfrenta con la necesidad de institucionalizaci¨®n ante la perspectiva de una sucesi¨®n en que el car¨¢cter carism¨¢tico del titular sea, inicialmente al menos, menor en el sucesor. El soberano puede entender que m¨¢s que hacer depender el futuro y el ¨¦xito de su sucesor de un grupo o de las Fuerzas Armadas, debe asentarlo en las instituciones.
En un libro reciente que consiste en unas largas conversaciones con el soberano alau¨ª -M¨¦moire de roi-, el periodista franc¨¦s Laurent transcribe buena parte de las ideas de Hassan II. Sobre todo, c¨®mo desea pasar a la posteridad. Hay una b¨²squeda constante de equilibrio entre dirigente isl¨¢mico, modernizador, y el papel excepcional e institucionalizador. Esta ¨²ltima dimensi¨®n se torna esencial en su ¨²ltima ¨¦poca, bastante reciente. Tambi¨¦n hay una b¨²squeda de s¨ªntesis entre la cociencia de lo propio irreductible y el deseo de buscar un acercamiento decisivo a Europa. ?rabe, magreb¨ª, Marruecos. Pero el pa¨ªs norteafricano m¨¢s relacionado, vinculado, si es posible de alguna manera integrado a Europa y su n¨²cleo esencial, la Comunidad Europea. Es algo m¨¢s que una acci¨®n espectacular o una t¨¢ctica a corto plazo la solicitud de integraci¨®n en la CE. Estos equilibrios intentados por el monarca alau¨ª son dif¨ªciles de mantener bajo la tendencia centr¨ªpeta europea y las llamadas de rechazo que significa el nacionalismo y, sobre todo, frente a la tendencia descalificadora de lo occidental del fundamentalismo.
Los resultados de la ¨²ltima consulta electoral, ?significan una nueva fase de la pol¨ªtica marroqu¨ª? ?La relaci¨®n entre nacionalismo pol¨ªtico de los partidos y la representaci¨®n nacionalista del rey est¨¢ sometida a una nueva lectura? ?Se mantendr¨¢ en un futuro bajo la sucesi¨®n de Hassan II? ?Puede esta nueva situaci¨®n conducir a reacciones irredentistas que nos afecten? Es pronto para decirlo. En todo caso, estas hip¨®tesis exigir¨ªan espacio, del que ahora y aqu¨ª no dispongo. En todo caso, no es pronto ni inoportuno reflexionar sobre todo ello; empezando por ver a Marruecos no solamente desde nuestra perspectiva, sino, para mejor definir ¨¦sta, ver a Marruecos en s¨ª mismo.
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