Un pacto contra el paro: ahora o nunca
El paro ha alcanzado en Espa?a un nivel intolerable. El desempleo es nuestro principal problema, siendo causa de gran sufrimiento social y un coste econ¨®mico insostenible. Por ello, existe ya un consenso sobre la necesidad de un pacto en el que la sociedad (representada por el Gobierno, los sindicatos, la patronal y, posteriormente, el Parlamento) se comprometa a realizar sacrificios que permitan crear empleo.El contenido exacto del pacto est¨¢ a¨²n por determinar. En este contexto, el profesor Olivier Blanchard, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), acaba de proponer una estructura concreta para el mismo (EL PA?S, 1 de agosto de 1993). Su propuesta tiene tres ejes o patas: la expansi¨®n de la demanda agregada mediante una reducci¨®n significativa de los tipos de inter¨¦s, la congelaci¨®n o un reducido crecimiento de los salarios nominales y la reforma del mercado de trabajo. Esta estructura es simple y a la vez tremendamente coherente. Con los dos primeros ejes se atacan las causas inmediatas de la destrucci¨®n de empleo: la falta de demanda agregada y el excesivo crecimiento salarial. Con el tercero se abordan los problemas de funcionamiento del mercado de trabajo espa?ol.
La bajada de los tipos de inter¨¦s probablemente implicar¨ªa la salida de la peseta del Sistema Monetario Europeo (SME), a¨²n con las nuevas bandas de fluctuaci¨®n del 15%. La p¨¦rdida de credibilidad que quiz¨¢ generase esta acci¨®n podr¨ªa mitigarse en gran medida, seg¨²n Blanchard, si a la vez se contiene, mediante la moderaci¨®n salarial, la presi¨®n inflacionista derivada de la expansi¨®n de la demanda agregada. Conviene se?alar que, a¨²n fuera del SME, la misma garant¨ªa ser¨ªa exigida por cualquier banco central para acceder a reducir los tipos.
El tercer eje del pacto no es tan sencillo, pues cada agente lo entiende de forma distinta. Empecemos, por tanto, aclarando por qu¨¦ hay que reformar el mercado de trabajo. A lo largo de los ciclos econ¨®micos, el paro sube y baja, por eso lo m¨¢s correcto es examinar su nivel medio. Pues bien, de 1982 a 1992, nuestra tasa de paro media ha sido el 18,0%. Para reducir ese nivel medio se necesita que las empresas sean competitivas y vean incentivos para crear empleo, que las personas quieran trabajar, que los parados tengan incentivos y facilidades para cambiar de profesi¨®n o residencia si con ello hallan empleo, que los j¨®venes puedan integrarse al trabajo y adquirir una buena formaci¨®n y, en fin, que los salarios reflejen la productividad de los trabajadores. Se requiere una reforma laboral porque los problemas de funcionamiento del mercado de trabajo espa?ol no podr¨¢n resolverse s¨®lo con los dos primeros ejes del pacto, que ¨²nicamente persiguen neutralizar las causas del aumento c¨ªclico del paro. Nuestra elevada tasa media de paro se debe al mal funcionamiento de la mayor¨ªa de las instituciones del mercado de trabajo -y otras relacionadas- Hagamos un breve cat¨¢logo de ¨¦stas. Empecemos se?alando que casi la mitad de los parados llevan m¨¢s de un a?o en paro. Ello indica que se deben reformar las prestaciones por desempleo, percibidas durante periodos demasiado largos, por lo que desincentivan la b¨²squeda de empleo de los parados, quienes pierden el contacto con el mercado laboral y ven as¨ª reducidas sus posibilidades de reempleo. De hecho, la prestaci¨®n no est¨¢ vinculada a la b¨²squeda de empleo ni a la situaci¨®n financiera de los que la reciben, por lo que adem¨¢s su eficacia en la redistribuci¨®n de la renta es dudosa.
En segundo lugar, la movilidad laboral es escasa. La migraci¨®n interna es muy baja pese a las grandes diferencias de tasas de paro entre regiones (en Navarra, por ejemplo, la tasa de paro es el 13%, mientras que en Andaluc¨ªa es el 32,3%). El bajo nivel migratorio se deben parte, a factores como el propio subsidio de paro o el mal funcionamiento del mercado de viviendas en alquiler. En cuanto a la movilidad funcional, ciertas disposiciones del Estatuto de los Trabajadores y las llamadas ordenanzas laborales impiden el movimiento de empleados entre puestos de trabajo dentro de una empresa. Al impedir la flexibilidad interna, esas regulaciones fomentan la externa (es decir, el despido).
La tercera instituci¨®n a reformar es el Instituto Nacional de Empleo (Inem), que paga el subsidio a los parados, pero apenas les ayuda a colocarse (s¨®lo en un 8% de los casos es el Inem el que pone en contacto a empresa y trabajador).
Reformar el Inem
Las actividades de colocaci¨®n requieren hoy en d¨ªa un tratamiento personalizado, que el Inem est¨¢ muy lejos de ofrecer. Sus recursos deber¨ªan dedicarse menos a pagar subsidios y m¨¢s a generar colocaciones. Tambi¨¦n se deber¨ªa plantear la autorizaci¨®n de las agencias privadas de colocaci¨®n, hoy ilegales, pues no est¨¢ justificado el monopolio p¨²blico en esta actividad. Por otra parte, los cursos de formaci¨®n profesional del Inem son masivos y muy costosos, pero normalmente poco ¨²tiles.
Tambi¨¦n debe reformarse el sistema de contrataci¨®n y despido. La gran rigidez laboral existente en Espa?a llev¨® en 1984 a la introducci¨®n de los contratos temporales. El uso masivo de ¨¦stos ha revelado que tienen efectos positivos, al dinamizar los flujos laborales, pero tambi¨¦n negativos, derivados de la dualidad que generan. Por ejemplo, seguramente inhiben las inversiones en formaci¨®n de los trabajadores, al obligar a despedir al trabajador a la expiraci¨®n de su contrato, so pena de incurrir en un alto coste potencial si se le convierte en fijo. Y seguramente han, fomentado el excesivo aumento de los salarios negociados en los convenios colectivos por los empleados fijos, quienes pueden esperar que los primeros en ser despedidos sean los temporales, por su menor coste de despido. Por ello ha llegado el momento de repartir la flexibilidad suprimiendo los contratos temporales para actividades no temporales y reduciendo los costes de despido de los emplea dos fijos.
En ¨²ltimo lugar, se deber¨ªa actuar sobre la fijaci¨®n de salarios. En la actualidad, los aumentos de salarios son excesivamente uniformes entre sectores productivos y no responden lo suficiente a las condiciones del mercado de trabajo en cada momento. La actual situaci¨®n, en la que unas c¨²pulas empresariales y sindicales de representatividad dudosa negocian en los convenios colectivos de sector unos niveles salariales que obligan legalmente, como niveles m¨ªnimos, a todas las empresas del sector con independencia de su situaci¨®n econ¨®mica, perjudica el mantenimiento del empleo en las empresas en apuros y fomenta la econom¨ªa sumergida.
El pacto propuesto por el profesor Blanchard andar¨ªa mejor con una cuarta pata. Para que la inflaci¨®n no repunte al aumentar la demanda agregada no basta con la moderaci¨®n salarial, pues en los ¨²ltimos a?os la inflaci¨®n se ha mantenido alta debido a los precios fijados por las empresas de servicios, no sujetas a la competencia. La inflaci¨®n en los servicios proviene de las excesivas regulaciones legales en muchas ¨¢reas, de la producci¨®n p¨²blica de servicios que producir¨ªa mejor el sector privado y del poder monopol¨ªstico de colegios profesionales que imponen tarifas m¨ªnimas a sus colegiados (abogados, arquitectos, etc¨¦tera). La eliminaci¨®n de estas barreras a la competencia generar¨ªa reducci¨®n de inflaci¨®n aumento de empleo.
La propuesta del profesor Blanchard debe ser tenida muy en cuenta en la pr¨®xima negociaci¨®n. Para lograr una reducci¨®n permanente del paro son esenciales tanto su tercera pata, la reforma laboral, como la que hemos a?adido, la reducci¨®n del poder monopol¨ªstico en determinadas actividades del sector servicios. N¨®tese que las dos ¨²ltimas ¨¢reas no exigen, en puridad, el benepl¨¢cito de los sindicatos y la patronal. No obstante, es conveniente que las reformas se lleven a cabo de forma consensuada, para no poner en peligro el cumplimiento de los acuerdos relativos a las otras dos ¨¢reas. En definitiva, los ciudadanos tenemos derecho a exigir al Gobierno, los sindicatos y la patronal que pacten, en nuestro nombre, los sacrificios necesarios para reducir el paro de forma duradera.
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