La cuesti¨®n Kurda
CON LA elecci¨®n de la se?ora Ciller como primera mi nistra, Turqu¨ªa ha dado un paso importante hacia la modernidad y la democracia. Su imagen de mujer joven, capaz de dirigir un Estado en el que el peso de la tradici¨®n es enorme, ayuda a deshacer los estereotipos de muchos europeos sobre Turqu¨ªa. Ese pa¨ªs puede desempe?ar un papel sumamente positivo ante las rep¨²blicas musulmanas de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica al ofrecer un modelo de sistema pol¨ªtico laico frente a la presi¨®n del fundamentalismo isl¨¢mico. Sin embargo, esas perspectivas positivas de un acercamiento a Europa se ponen en entredicho a causa de la cerraz¨®n con la que el Gobierno de Ankara aborda la cuesti¨®n kurda, consider¨¢ndola como un caso de terrorismo que debe ser resuelto por la represi¨®n.En extensas zonas del sureste del pa¨ªs, el Ej¨¦rcito comete atrocidades contra los campesinos acus¨¢ndoles de proteger a los militantes del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), el cual -despu¨¦s de una tregua que no fue aprovechada por ninguna de las partes para entablar negociaciones serias- ha vuelto a su t¨¢ctica de lucha armada, cometiendo en ciertos casos, atentados horribles. El error b¨¢sico corresponde al Gobierno turco, que, abandonando iniciativas positivas del anterior presidente, ha retornado al simple empleo de la violencia y la represi¨®n. La primera ministra prometi¨® una educaci¨®n primaria y una radio y una televisi¨®n en kurdo. Pero esa promesa ha sido -quiz¨¢ a causa d¨¦ la presi¨®n militar- olvidada.
Negar el car¨¢cter nacional de la cuesti¨®n kurda es tanto m¨¢s absurdo al tratarse de una naci¨®n sin Estado, pero cuyos miembros viven en diversos pa¨ªses de esa zona. Si en Turqu¨ªa hay unos diez millones de kurdos, en Ir¨¢n son cinco millones y cuatro en Irak. El pueblo kurdo es el eterno olvidado de la historia. El presidente Wilson, al t¨¦rmino de la I Guerra Mundial, prometi¨® crear un Estado kurdo, pero ello no lleg¨® a cuajar. Desde entonces, los kurdos luchan contra diversas formas de opresi¨®n en los pa¨ªses donde residen, pero no han desaparecido los movimientos que, con t¨¢cticas diversas, se centran todos en la defensa de su identidad nacional.
Con una pol¨ªtica m¨¢s moderna y m¨¢s abierta, Turqu¨ªa tendr¨ªa hoy la posibilidad de aprovechar la existencia de un semi-Estado kurdo en el norte de Irak. ?ste naci¨® cuando, al fin de la guerra del Golfo, los aliados decidieron intervenir para proteger a los kurdos que se hab¨ªan sublevado contra Sadam. Los partidos kurdos que gobiernan esa zona, a diferencia del PKK, propugnan soluciones reformistas y aceptan la autonom¨ªa.
Hoy esa zona kurda del norte de Irak atraviesa una situaci¨®n precaria. El dictador Sadam, si no se atreve, a atacarla militarmente a causa de los vuelos aliados, la cerca por el hambre; la ayuda intemacional que recibe es completamente insuficiente.
Proteger ese primer brote de una zona kurda con autonom¨ªa parece esencial para una pol¨ªtica de futuro en esa conflictiva zona. Si desapareciese, el que m¨¢s se aprovechada de ello ser¨ªa Sadam. El hundimiento de ese primer intento de soluci¨®n reformista y autonomista tendr¨ªa como consecuencia casi inevitable estimular entre las masas kurdas las pol¨ªticas desesperadas de la violencia y el terrorismo. Desgraciadamente, la actual pol¨ªtica turca ayuda a una evoluci¨®n de este g¨¦nero.
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