La ejemplar trayectoria de Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez
Antes del proceso de institucionalizaci¨®n de la revoluci¨®n mexicana, a medida que los exiliados espa?oles eran recibidos con los brazos abiertos, una constelaci¨®n de j¨®venes escritores llegaban de las tierras de Jalisco a residir a la ciudad capital. Ven¨ªan de Guadalajara, de Atoyac, de Sayola, de San Gabriel, de Zapotl¨¢n el Grande, Hoy, en los umbrales del siglo XXI, sus nombres son legendarios en la literatura mexicana: Juan Jos¨¦ Arreola, Juan Rulfo, Antonio Alatorre, Al¨ª Chumacero, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez. Desde luego que, por aquellos pueblos de lo que fue la Nueva Galicia, hab¨ªa ya un gran linaje literario; para su prosapia cultural es un timbre de orgullo que, entre sus escritores, figuren Mariano Azuela, Amado Nervo, Carlos, Gonz¨¢lez Pena, Enrique Gonz¨¢lez Mart¨ªnez, El¨ªas Nandino y, Agust¨ªn Y¨¢?ez; todos ellos nacieron y se formaron en el occidente de M¨¦xico.Posteriormente en una d¨¦cada extraordinaria para la narrativa iberoamericana, entre 1945 y 1955, en los ¨²ltimos tiempos de Frida Kahlo y Diego Rivera, empieza a destacar un joven ensayista y profesor de literatura. Es erudito y trae en su equipaje una prosa transparente; adem¨¢s, no se olvida de que la audacia es un juego definitivo. Es Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez con sus primeras. reflexiones sobre la literatura mexicana. Ha pasado por las aulas de Filosof¨ªa y Letras, por los recintos prodigiosos de Mascarones; se ha llenado de vivencias al lado de poetas y narradores, de dignos representantes del Ateneo y contempor¨¢neos de M¨¦xico y de los transterrados de la generaci¨®n del 27.
Ya conoce los laberintos de nuestra Rep¨²blica de las Letras; es mel¨®mano' y buen fumador, de hablar pausado y zpigo de editores y bibli¨®filos. El mismo, al paso del tiempo, al aumentai los refinamientos del sibarita y del hombre de mundo, ser¨¢ un espl¨¦ndido coleccionista y un editor de altos vuelos.
La trayectoria literaria de Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, nacido en 1918, es firme, s¨®lida, sin prisas, pero sin pausas. No quiere deslumbrar; es ajeno a las escaramuzas de las guerrillas literarias; s¨®lo llama la 'atenci¨®n cuando su pupila de gran cr¨ªfico se adue?a de los mejores rumbos. Siempre ha sido profeta en su tierra. Ha ejercido muchas funciones p¨²blicas, pero sin olvidar un solo d¨ªa su trabajo de gran lector y de investigador en bibliotecas y archivos. Ya es miembro de n¨²mero de la Academia Mexicana, correspondiente a la Real de Espa?a. Representa a M¨¦xico en conferencias internacionales; es parlamentario por- un distrito de Jalisco -puesto que ocup¨®, ¨¦l mismo lo confiesa, al enterarse sin previo avirso-; es embajador en Lima y en la Unesco., Est¨¢ ubicado en esa tradici¨®n mexicana, ya centenaria, en torno a los haberes y deberes del escritor y el pol¨ªtico. A ella pertenecen, entre muchos otros, Alfonso Reyes, Jaime Torres Bodet, Octavio Paz, Agust¨ªn Y¨¢?ez, Silvio Zavela, Rosario Castellanos, Griselda ?lvarez, Antonio G¨®mez Robledo y Fernando del Paso. Con sus altibajos, con sus caminos sinuosos y cimas resplandecientes, el hombre de ideas -el creativo, el reflexivo- asume sus responsabilidades pol¨ªticas en su m¨¢s alto significado, esa alianza del poder y la sabidur¨ªa, siempre reservando a esta ¨²ltima el rango supremo de la escala axiol¨®gica.
A medida que selecciona art¨ªculos de revistas decimon¨®nicas, que estudia el ensayo mexicano moderno, que va de Ram¨®n L¨®pez Velarde a la unidad y diversidad de la literatura latinoamericana, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, ocupa funciones p¨²blicas cada vez m¨¢s importantes. Ser¨¢ director del Instituto Nacional de Bellas Artes -un verdadero ministerio de cultura en los a?os en que ¨¦l lo dirigi¨®- Con un brillante equipo de colaboradores, en uno de los puestos m¨¢s dif¨ªciles de la pol¨ªtica mexicana, en contra de interrogantes y pol¨¦micas, don Jos¨¦ Luis saldr¨¢ con la frente en alto y lag mejores felicitaciones.
En 1971 llega a Atenas con el nombramiento de embajador. -Incansable, prologa para Aguilar las Obras completas de Agust¨ªn Y¨¢?ez, y con fervor, al convivir en su soledad con los viajeros de empresas heroicas, traza los itinerarios de muchos pasajeros de Indias. Algunos a?os se detiene en Nezehualc¨®yotl, y poco a poco, sin saber a¨²n los alcances de una magna investigaci¨®n, se prepara para estudiar los documentos cortesianos. La figura del conquistador va adquiriendo fuerza. Por otra parte, da a conocer la relaci¨®n epistolar entre Alfonso Reyes y Pedro Henr¨ªquez Ure?a;. adem¨¢s dedica un volumen a los ensayistas mexicanos m¨¢s notables del siglo XX; lo publica en el Fondo de Cultura Econ¨®mica, por muchas razones su editorial predilecta, un mundo al que pertenece desde los tiempos de Manuel And¨²jar, Francisco Giner, Joaqu¨ªn D¨ªez Canedo, Ali Chumacero.
Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez va y viene por los archivos m¨¢s importantes de las dos orillas; va a Simancas, a El Escorial, a Sevilla, a Par¨ªs, a Berl¨ªn, a Chicago, a Nueva York. Ya conoce las entretelas de las p¨¦rdidas pasionales y las i ncertidumbres y goces de la paternidad. Tambi¨¦n, poco a poco, va adquiriendo la pupila acuciosa y el bistur¨ª refinado de los mejores historiadores. En 1976 es nombrado director general del Fondo de Cultura Econ¨®mica. Es un sexenio dificil, de inestabilidad econ¨®mica y de conflictos pol¨ªticos muy severos. Con el mando de don Jos¨¦ Luis, el Fondo sortea muchos obst¨¢culos y defiende con calidad sus programas editoriales. M¨¦xico camina al filo de la inflaci¨®n y de la deuda externa; lo agobia la incertidumbre, un futuro incierto.
En el aniversario 450 del Fondo de Cultura, afirm¨® don Jos¨¦ Luis: "Para varias generaciones y en casi todos los pa¨ªses de nuestra lengua, los libros de Fondo abrieron y siguen abriendo m¨²ltiples ventanas que incitan a la claridad, al conocimiento y a, la libertad intelectual". Precisamente por el mantenimiento de estos objetivos, hace tres a?os, el Fondo de Cultura recibi¨® el Premio Pr¨ªncipe de Asturias en Comunicaci¨®n y Humanidades.
. En poco tiempo, despu¨¦s de Agust¨ªn Y¨¢?ez y Francisco Monterde, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez es elegido director de la Academia Mexicana. Al dejar sus tareas de editor, durante m¨¢s de un lustro, se dedica a uno de los actores principales del drama de los or¨ªgenes mexicanos, a la vida de Hern¨¢n Cort¨¦s, que todav¨ªa despierta la exaltaci¨®n o el rechazo absoluto: "Tejido contradictorio de valent¨ªa y de crueldad, de noblezas y de cr¨ªmenes".
En atractivas sesiones de la Academia, don Jos¨¦ Luis platica algunas de sus andanzas por Extremadura; se detiene en Medell¨ªn, regi¨®n f¨¦rtil en mieses, vides y frutales, con un abandonado castillo desde los a?os del conquistador. El bi¨®grafo y el literato van de la mano y recuerdan que "la historia de M¨¦xico est¨¢ en pie: aqu¨ª no ha muerto nadie, a pesar de los fusilamientos y los asesinatos". Durante estos ires y venires por antiguos documentos, el director de la Academia recibe varios premios: el Alfonso Reyes, el Nacional de Literatura, el de su regi¨®n de Jalisco.
En 1990, el Fondo de Cultura. publica su espl¨¦ndida biograf¨ªa de Hern¨¢n Cort¨¦s y los cuatro vol¨²menes que lo acompa?an (Documentos cortesianos). Esta obra magna consagra definitivamente a su autor, el que ahora, a los 75 a?os, acaba de recibir en el verano del 93, la medalla de honor de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo. Y todav¨ªa no hay tregua para don Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez: hay muchos documentos por descifrar, con el refinamiento del que mira hacia lo alto y lo profundo, figura paradigrn¨¢t¨ªca, generoso se?or mexicano, sabio en las f¨®rmas supremas de la amistad y en el sentido l¨²dico, armonioso, del trabajo intelectual. Arturo Azuela, escritor mexicano, e s director gerente del Fondo de Cultura Econ¨®mica en Espa?a.
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