Un toro de bandera
Plaza de Las Ventas, 8 de agosto. Casi media entrada. El festejo de ayer, un cl¨¢sico del ferragosto madrile?o, con una terna de modestos de los que esperan en la balaustrada de la fiesta que llegue su gran ocasi¨®n, se inaugur¨® con la sorpresiva presencia inicial de un bravo toro de bandera, algo inhabitual en estos lares y fechas. Jaranero, que ese era su nombre, a?ad¨ªa a su bell¨ªsima estampa externa de torazo serio, de arm¨®nicas formas, enmorrillado y badanudo, la virtud de la casta que le revolv¨ªa la sangre e incitaba su instinto de ataque con gran nobleza y hocicando la arena.
Era el bicorne so?ado para una alternativa y para escapar de las bajuras infernales del escalaf¨®n. Pero el toricantano Alberto Mart¨ªnez se vest¨ªa de luces por primera vez esta temporada y, con semejante r¨¦mora, no alumbr¨® toda la jarana que merec¨ªa el toro. Tampoco peg¨® el petardo, porque sabe torear, aunque sea un pel¨ªn blando y fr¨ªo de cuello, como escrib¨ªan los revisteros antiguos.
De la Puerta / Lara, Lucero, Mart¨ªnez
Toros de Julio de la Puerta, de irreprochable trap¨ªo, flojos y de juego desigual; 1?, bravo. 4?, sobrero de Veiga Teixeira (en sustituci¨®n de uno del hierro titular devuelto por inv¨¢lido), con trap¨ªo, manso encastado. Pedro Lara: estocada ligeramente contraria (ovaci¨®n y saludos); estocada (silencio). Rom¨¢n Lucero: estocada y descabello (ovaci¨®n y saludos); media atravesada, media desprendida y dos descabellos (silencio). Alberto Mart¨ªnez, que confirmaba la alternativa: pinchazo atravesado en el brazuelo y bajonazo -aviso- y se echa el toro (silencio); media baja atravesada, pinchazo sin soltar, estocada corta perdiendo la muleta, tres descabellos -aviso- y un descabello m¨¢s (silencio).
Hubo mando y caricia en los doblones con que lo recibi¨® con la fl¨¢mula y algunos arabescos sueltos cuando se apercibi¨®, a mitad de la faena, de que el toro le exig¨ªa distancia y le gritaba: "Desor¨¦jeme usted". Tanta boyant¨ªa a¨²n le hubiera permitido hacerlo, pero Mart¨ªnez transmut¨® entonces el encimismo por los enganchones y todo se fue diluyendo en una especie de digna inanidad. Todo, hasta que lo mat¨® a indecorosos sartenazos, de resultas de los cuales el animal se despidi¨® de la vida como correspond¨ªa a su catadura de toro bravo: con una larga, aplaudida y dram¨¢tica agon¨ªa.
Aguant¨® tres minutos en pie, despu¨¦s cay¨® por tres veces, y por tres veces se levant¨® antes del inevitable encuentro final con la parca. Mientras, el p¨²blico correspondi¨® a esta ceremonia de la bravura tambi¨¦n en pie y 'restallando una estruendosa ovaci¨®n. El manejable sexto fue muy protestado por sus escas¨ªsimas fuerzas, mas el us¨ªa no quiso devolverlo, quiz¨¢s para no privar al coletudo de presumir de haber matado a Islero, hist¨®rico nombre de rememoranzas tr¨¢gicas con que fue bautizado el burel. As¨ª, entre derrumbe y derrumbe, el animal a¨²n le permiti¨® algunos naturales y redondos sueltos con lentitud y majestuosidad. Hasta que lleg¨® de nuevo el desastre de la espada.
Perfectos pases de pecho
Pedro Lara aport¨® sortilegio y florituras con el list¨®n, aleonado y descarado mansote segundo, que se doli¨® much¨ªsimo del castigo en varas. El madrile?o de Vallecas le aplic¨® su tauromaquia de mano baja y cierto estilo amanoletado y brill¨® especialmente con sus perfectos pases de pecho profundos como la mar oc¨¦ana y marcad¨ªsimos al hombro contrario, aunque la faena adoleci¨® de una ligera falta de ritmo y continuidad. Luego no solucion¨® los problemas del sobrero, un manso encastado al que tore¨® voluntarioso y perfilero.Rom¨¢n Lucero porfi¨® con el peor lote,, ya que su primer enemigo ten¨ªa casi seis a?os y acus¨® el sentido propio de esta su vejez pr¨®xima a la jubilaci¨®n para la fiesta. Lucero sac¨® valor de sus alforjas de luchador, le ech¨® arrestos, verdad; se la jug¨® secamente y siempre anduvo muy por encima de tan a?ejado y reserv¨®n bicorne, al que le extrajo un par de molinetes de reclinatorio. El otro era un furibundo marraj¨®n de libro, una infamia con astas que pod¨ªa traer llanto, y Lucero lo despen¨® con facilidad y sin complicaciones.
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