El rostro
Cada vez que las c¨¢maras enfocaban al presidente del Gobierno, transmit¨ªan no s¨®lo que pasa un mal verano y que un gris de gran depresi¨®n. ocupa el lugar que otrora ocupara el bronceado Do?ana, sino que estamos mal, muy mal, pero que muy mal. Yo no me di cabal cuenta de lo mal que estamos hasta que el rostro del se?or presidente se convirti¨® en el c¨®digo del desastre, cuando el se?or Rato, al recordar optimismos preelectorales, resucitaba promesas que a¨²n no se han enterrado en la fosa com¨²n de la hiperinformaci¨®n o cuando Paco Frutos ratificaba el chivo expiatorio anunciado en el altar de la crisis. En un descuido de Solchaga, el ministro Solbes se atrevi¨®, alma de Dios, a salirse del gui¨®n reparativo y a profetizar cat¨¢strofes si se optaba por la alternativa de la izquierda. ?Cat¨¢strofes? Y esto, ?qu¨¦ es?El se?or presidente ha introducido el cambio dentro del cambio de trocar Memorias de Adriano por La balada del ahorcado, de Villon -ya sin la tutor¨ªa po¨¦tica de Guerra-, y ha hecho suya aquella afirmaci¨®n del colgado de que no hay ninguna raz¨®n para la risa, ni siquiera para la sonrisa. Cuando desconect¨¦ el televisor me puse a considerar cu¨¢nto tiempo se puede resistir con un bacalao y unos cuantos kilos de patatas, garbanzos, m¨¢s algunas acelgas y un huevo de vez en cuando. Mucho. De la momia salina del bacalao salen un mont¨®n de men¨²s, y de las combinaciones posibles de sus partes, incluida la espina, con garbanzos, patatas y acelgas, hasta platos barrocos de mestizas culturas de campo y playa. De las migas m¨¢s desechables del bacalao, puro serr¨ªn, si es preciso, y los huevos, exquisitas tortillas.
En el pr¨®ximo congreso del PSOE, nada ya de nueva cocina modernizadora. Adelante con La cocina de las sobras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.