La mujer y el nuevo paradigma
Seg¨²n un estudio realizado por el Instituto de la Mujer, la poblaci¨®n activa femenina en Espa?a ha crecido en los ¨²ltimos 10 a?os un 6,24%. Somos en la actualidad el 35,2% de la poblaci¨®n activa total. Empujada por la necesidad econ¨®mica o por la de sentirse independiente y valorada, la mujer espa?ola se va incorporando paulatinamente al mercado de trabajo y su presencia es evidente en las tareas sociales m¨¢s diversas.Y eso que para nosotras sigue siendo un problema importante compaginar la vida familiar y la vida profesional. La decisi¨®n de continuar con el desarrollo de la vida profesional una vez casadas y con hijos significa casi siempre asumir una sobrecarga de trabajo. Se ha calculado que empleamos m¨¢s de cuatro horas diarias en la realizaci¨®n de actividades dom¨¦sticas, mientras que los hombres apenas contribuyen con una hora de su tiempo.
El grueso de la poblaci¨®n activa femenina nos dedicamos a labores consideradas propias de nuestro sexo: educaci¨®n, investigaci¨®n, cultura, sanidad, vendedoras, administrativas, servicio dom¨¦stico, hosteler¨ªa, faenas agr¨ªcolas, etc¨¦tera. Tareas, en definitiva, que tienen que ver con nuestros instintos maternales, como la alimentaci¨®n, cuidado y atenci¨®n de los seres que nos rodean.
S¨®lo un 8,5% de los puestos directivos son ejercidos por mujeres; sin embargo, nuestra presencia es muy importante en puestos profesionales y t¨¦cnicos. Es como si hubi¨¦ramos trasladado nuestro quehacer dom¨¦stico al puesto de trabajo, trabajo que, como el del hogar, es de vital importancia para la salud f¨ªsica y mental de la sociedad donde vivimos. Realizamos la labor silenciosa y cotidiana, la labor de carga.
Las mujeres sostienen la mi tad del cielo, dice un proverbio chino. Somos el 51% de la poblaci¨®n espa?ola y el 52% de la poblaci¨®n de la tierra, y de no sotras dependen, al menos en esa proporci¨®n, tareas b¨¢sicas para la configuraci¨®n de las futuras generaciones. Es un legado de la madre tierra, nuestra memoria. Lo hemos hecho durante generaciones y generaciones. Nuestro af¨¢n consiste en transmitir la memoria de nuestra especie, que empez¨® con el principio de los tiempos y que llega hasta el d¨ªa de hoy.
La mayor¨ªa de nosotras, & forma inconsciente, elegimos con nuestro compa?ero o en contra de ¨¦l, con nuestra sociedad o en contra de ella, las simientes que ponemos en nuestros hijos. Si las futuras generaciones son pac¨ªficas o violentas, inquietas o tranquilas... tendr¨¢ mucho que ver con nuestra elecci¨®n. C¨®mo germinen las semillas seleccionadas en el futuro depender¨¢ de nuevos factores, pero, de forma fundamental, del entorno en el que vivan. Cada semilla necesita la tierra, la luz y el agua adecuada para florecer y dar sus frutos. El medio en el que vivimos no s¨®lo condiciona nuestra forma de vivir, sino tambi¨¦n la forma de pensar y de so?ar.
La mujer ha salido del hogar y se ha situado en lugares estrat¨¦gicos de la sociedad en donde vive, y dado que nuestra labor es de, vital importancia para la evoluci¨®n del mundo, para transmitir el pasado, ense?ar a vivir el presente y ayudar a so?ar el futuro, ?de qu¨¦ forma podr¨ªamos sostener la mitad del cielo para que la carga sea liviana y agradable?
Hay fil¨®sofos y cient¨ªficos que opinan que nuestra civilizaci¨®n est¨¢ llegando a un punto en el que nuestras percepciones sobre la realidad que nos rodea se han quedado demasiado peque?as para resolver los problemas del mundo actual -problemas medioambientales, hambre, violencia, guerras, enfermedades- Dicen que una vez que una civilizaci¨®n ha alcanzado su punto m¨¢s alto de vitalidad tiende a perder gas y a desintegrarse. Sin embargo, la. sociedad no pierde totalmente su capacidad de responder a los desafios. Nuevas minor¨ªas creativas aparecen en escena. Su flexibilidad y diversidad les permite adaptarse a los cambios.
Observan estos cient¨ªficos y fil¨®sofos que uno de estos cambios es la, desintegraci¨®n de la sociedad patriarcal, que, seg¨²n sus c¨¢lculos, lleva ejerciendo su masculinidad al menos durante los ¨²ltimos 3.000 a?os, y el papel cada vez m¨¢s relevante de la mujer en la tierra, que a pesar de ser mayor¨ªa est¨¢ viviendo en un mundo muy varonil.
La cultura china tiene una forma de describir lo femenino y lo masculino bastante completa. Para ellos es femenina o ying la tierra y la maternidad, la oscuridad y la luna, la intuici¨®n y la s¨ªntesis, la complejidad y la cooperaci¨®n, la sensibilidad y la moderaci¨®n, la contracci¨®n y la conservaci¨®n. Es masculino o yang el cielo y el poder creativo, la claridad y el sol, el pensamiento racional y el an¨¢lisis, la fortaleza y la exigencia, la actividad y la expansi¨®n, la competici¨®n y la agresividad. Tambi¨¦n dicen que el ying contiene la semilla del yang, y viceversa. Es decir, que no es nada el uno sin el otro.
Eso tiene mucho sentido, ya que, de lo contrario, no estar¨ªa ligada la supervivencia de nuestra especie a un acto de colaboraci¨®n entre lo masculino y lo femenino. Por ejemplo, he observado que casi siempre me gustan mis amigas por lo que hay en ellas de yang y mis amigos por lo que tienen de ying. Este mundo lleva tantos millones de a?os rodando que al final todos somos hijos de esp¨ªritus mezclados. Los o las homosexuales deben saber mucho de ello.
Las mujeres podemos ser complejas o sencillas, intuitivas o racionales, tranquilas o alocadas, oscuras o claras, brujas o hadas madrinas; podemos ser aquello que queramos porqu¨¦, al fin y al cabo, representamos la madre naturaleza y diversificarse es cuesti¨®n de supervivencia. Poseemos magia precisamente porque hacen falta vibraciones femeninas. As¨ª que all¨ª donde estemos hagamos trabajar nuestra magia, extendamos nuestras vibraciones.
Vivimos en un mundo donde la regla para sobrevivir es la competici¨®n. Lo malo de ello es que de la competici¨®n s¨®lo salen unos pocos triunfadores. Sin embargo, con la colaboraci¨®n triunfamos todos y se nos valora a todos por igual. Quiz¨¢ lo femenino que hay en todos nosotros se esfuerce en marcar la cooperaci¨®n como signo de los tiempos nuevos. Ser¨ªa un signo de inteligencia porque mejorar¨ªamos nuestro entorno.
Tambi¨¦n vivimos en un mundo marcado por la rigidez de las formas, la rigidez de las leyes, cuando todos tenemos derecho a la diferencia. Cada uno de nosotros, como individuos y como sociedad, somos una variedad en el mundo. Otro signo de los tiempos puede ser la flexibilidad. Las mujeres la llevamos marcada en nuestro propio cuerpo, es natural en no sotras, pero, como todo en esta vida, hay que trabajarlo para que funcione. La falta de flexivilidad en una sociedad conduce a la p¨¦rdida de la armon¨ªa entre sus miembros, lo cual genera discordia y violencia.
Estos son s¨®lo unos ejemplos de c¨®mo puede ser el nuevo paradigma. Sus claves parecen ser cooperaci¨®n, flexibilidad, diversificaci¨®n, sensibilidad, small is beautiful... Para conocerlo hay que andar el camino, y da la sensaci¨®n de que por mucho que queramos saber lo que estamos haciendo nos resultar¨¢ casi imposible porque siempre habr¨¢ una parte del trayecto que haremos como los son¨¢mbulos, dormidos.
Nuestra parte femenina, tanto en los varones como en las hembras, est¨¢ atravesando por una revoluci¨®n individual que, al ser personal, es silenciosa. No tiene voceros porque cada cual la hace a su manera. De hecho, estamos ya trabajando una de las claves de nuestro paradigma, la diversidad. Esta es una revoluci¨®n sin consignas.
Pero casi todas las situaciones por las que pasamos en la vida tienen marcadas unas. reglas del juego. Por ejemplo, considero que es importante saber que la respuesta a lo que nos preguntemos se puede buscar tambi¨¦n fuera, pero que se encontrar¨¢ casi siempre dentro de nosotros.
O que las situaciones por las que pasamos en la vida tienen marcadas unas reglas del juego. Por ejemplo, considero que es importante saber que la respuesta a lo que nos preguntemos se puede buscar tambi¨¦n fuera, pero que se encontrar¨¢ casi siempre dentro de nosotros.
O que en las situaciones de caos profundo que uno se encuentre a lo largo del camino es bueno fiarse del instinto. Nuestro instinto es el que durante siglos,y milenios ha protegido nuestra especie. Ante situaciones de peligro tiene dos formas b¨¢sicas de responder: pelea o vuela. Y siempre responde de la forma que m¨¢s conviene a nuestro organismo. Tambi¨¦n considero que es conveniente saber que se puede llorar todo lo que se quiera por que, al hacerlo, fortalecemos nuestra salud f¨ªsica y mental. Evidencias recientes sugieren -lo que ya nuestro cuerpo y esp¨ªritu sab¨ªamos de antemano- que las l¨¢grimas producidas por emociones ayudan al cuerpo a liberar estr¨¦s, a deshacerse de sustancias t¨®xicas y a recuperar el balance psicol¨®gico y emovional. Quiz¨¢ una de las razones por las que los hombres mueren m¨¢s j¨®venes que las mujeres es porque a ellos se les ense?a a no llorar. Investigadores de la mente explican c¨®mo el deseo humano por el placer evoluciona para garantizar y promocionar nuestra existencia. Hacer aquello que nos gusta garantiza nuestra supervivencia y nos procura felicidad. Esto tiene tambi¨¦n bastante sentido porque si la evoluci¨®n de nuestra especie dependiera de hacer algo que no nos gustara, o hubi¨¦ramos desaparecido por completo, o los pocos que qued¨¢ramos ser¨ªamos todos irremediablemente masoquistas.
Seg¨²n explican nuestros mayores, la magia en esta vida es que cada uno encuentre su armon¨ªa, su equilibrio. Yo creo que para hacer m¨¢s liviana la carga las mujeres tendr¨ªamos que saber ser nosotras mismas, hacer lo que nos gusta y extender nuestras vibraciones. Sobre todo. las positivas. ?Hay algo m¨¢s hermoso que la cara de un ni?o o una ni?a cuando se les dice lo guapos que son, lo bien que lo hacen y lo mucho que se les quiere? Pero est¨¢ claro que las vibraciones tienen que ser aut¨¦nticas, porque manipular para conseguir el objetivo no traer¨¢ m¨¢s que futuras genera ciones de manipuladores. As¨ª que ya sabes, hacen falta vibraciones femeninas, ?quieres que no pese la mitad del cielo? S¨¦ aut¨¦ntica, vibra y pisa... morena, pisa... con garbo, ... y el nuevo paradigma ser¨¢ lo que t¨² quieras que sea.
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