Sara Montiel y Antonio. Hollywood para espa?oles
Nuestras madres y vecinas sol¨ªan decir: "Ya no se hacen pel¨ªculas como las de antes". No les faltaba raz¨®n. Tambi¨¦n es cierto que no aparecen figuras como Antonio. Sin necesidad de introducirse en su reino, que es el baile, su repercusi¨®n m¨ªtica aparece gigantesca. Por su estudio madrile?o pasaron las principales figuras de la ¨¦poca. Agasaj¨® a Mar¨ªa Callas en m¨¢s de una ocasi¨®n y hasta le ense?¨® a tocar los palillos. Bail¨® para Ava Gadner, a quien considera una belleza fabulosa. Cuando actuaba en el Coliseum de Londres, Vivien Leigh pasaba a recogerle cada noche en un Rolls-Royce. Y en el dedo ¨ªndice ostenta un anillo que le regal¨® Pablo Picasso.Todo empez¨® cuando, en plena guerra civil espa?ola, un ni?o y una ni?a llamados Antonio y Rosario consiguieron saltar el Atl¨¢ntico para convertirse en una de las parejas de mayor ¨¦xito de la escena americana. Se llamaban, entonces, "Los chavalillos de Espa?a"...
Antonio. Era un nombre muy dif¨ªcil de pronunciar para los anglosajones. Adem¨¢s, entonces estaba de moda en Estanidos que las grandes parejas de baile, como Tony y Sally de Marco, se anunciasen con sus nombres propios. Un manager que tuvimos, Marcel Ventura, decidi¨® que ten¨ªamos que anunciarnos de aquella manera y as¨ª, en 1940, surgi¨® la marca "Rosario y Antonio". Y lo conservamos hasta despedirnos del p¨²blico, como pareja, en el teatro Calder¨®n de Barcelona, en 1952.
Terenci.Seg¨²n tengo entendido, vuestra presentaci¨®n en Espa?a se demor¨® mucho...
A. Esto es debido a que en Estados Unidos hicimos una carrera muy brillante. No nos dejaban marchar. Adem¨¢s de nuestras actuaciones personales en todo el pa¨ªs, estuvimos dos a?os en un musical de Broadway junto a Carmen Miranda, mujer que era una aut¨¦ntica maravilla, a la altura de su leyenda. Recuerdo que me dec¨ªa "Anto?i?u, Anto?i?u...". (R¨ªe).
T. En este mundo del espect¨¢culo americano, ?qu¨¦ lecciones te sirvieron?
A. Todas fueron provechosas porque cada d¨ªa era una lecci¨®n nueva. Sobre todo aprend¨ª a buscar siempre lo que los americanos llaman "Ia magia del teatro": la duraci¨®n, el ritmo, para que un espect¨¢culo o un n¨²mero no se hagan pesados. Y, adem¨¢s, me fij¨¦ mucho en los aspectos t¨¦cnicos, porque en esto eran los amos. Con s¨®lo llegar a Hollywood me qued¨¦ deslumbrado ante las posibilidades de aquella gigantesca maquinaria. Fue en 1941, si no me equivoco, bailamos en la pel¨ªcula Ziefgfeld girl, un musical espectacular como te puedes imaginar.
T. Me permito imaginaros en medio de aquel imnenso decora do, lleno de extras, vestidos suntuosos, escalinatas...
A. ?Fue una sorpresa tras otra! Se trataba de nuestra primera pel¨ªcula, ¨¦ramos, muy jovencitos y s¨®lo est¨¢bamos pendientes de las grandes estrellas. Piensa que en aquella pel¨ªcula se juntaban Judy Garland, Lana Turner y Hedy Lamarr. Yo ten¨ªa los ojitos muy abiertos a todo lo que iba ocurriendo a mi alrededor. Me quedaba maravillado con el traj¨ªn de las maquilladoras, las fundas que los protagonistas llevaban en los dientes, aquellas sillas tiesas que serv¨ªan para que no se les arrugasen los trajes... Para m¨ª todo era un asombro que exced¨ªa al propio del trabajo. Era la confirmaci¨®n de miS propios sue?os, pero tambi¨¦n de un esplendor que era imposible encontrar en la Europa que hab¨ªamos dejado atr¨¢s.
Otra figura espa?ola lleg¨® a Hollywood 15 a?os despu¨¦s. No hizo el viaje directamente desde Madrid: antes hubo una escala de tres a?os en M¨¦xico. El tiempo necesario para que Sara Montiel se convirtiese en una estrellita de cierta importancia a escala local. El tiempo justo para que los mexicanos la adoptasen como suya.
Terenci. ?Sabes que cuando rodaste Veracruz (1954) apareci¨® en la revista francesa Cinemonde un gran reportaje que te presentaba como el nuevo descubrimiento del cine mexicano?
Sara. Bueno, cuando yo hice aquella pel¨ªcula para la productora de Burt Lancaster, tuve que aceptar la promoci¨®n de United Artists, que era la distribuidora. Dispon¨ªan de unos medios como yo no hab¨ªa conocido en el cine mexicano, ni mucho menos en el espa?ol, as¨ª que me dije: "Antonia, hija, que te promocionen, que buena falta te hace". Como interpretaba lo que los norteamericanos llaman una "mexican spiffire ", pues me dieron esta imagen y la soltaron por el mundo. En Francia, como t¨² dices, escucharon la voz de Hollywood y para ellos fui una mexicanita durante alg¨²n tiempo. Despu¨¦s rectificaron, quiero decir despu¨¦s del ¨¦xito de El ¨²ltimo cupl¨¦, que all¨ª se llam¨® Valence. ?Y sabes qu¨¦ signific¨® esta rectificaci¨®n? Que para los franceses ya no era una estrellita mexicana ni la se?ora de Anthony Mann; era Sara Montiel por derecho propio. Y el lanzamiento de La violetera ya fue por todo lo alto... ?es que no sabes lo que fue, Terenci! Dio m¨¢s dinero en los Campos El¨ªseos que El puente sobre el r¨ªo Kwai. No te digo en otros sitios, pero en los Campos El¨ªseos, s¨ª. Y Raf Vallone me cont¨® que, cada vez que entra en Maxim's, le tocan La violetera.
Es privilegio de la Sarit¨ªsima mezclar tiempos, combinar esp'acios, alborotar la realidad en provecho de la memoria. La entra?able dama del espect¨¢culo en que hoy se ha convertido aquella chamaquita, toma siempre como punto de referencia de sus experiencias art¨ªsticas el formidable ¨¦xito de El ¨²ltimo cupl¨¦ (1957) y sus formidables repercusiones posteriores, de todos conocidas.
T. Has explotado A conciencia tu paso por Hollywood. ?Tanto te sirvi¨® para el futuro?
S. Hombre, yo en Hollywood aprend¨ª todo, pero tambi¨¦n tengo que decirte que puse mucho de mi parte. Yo desde ni?a he sido una fan¨¢tica del cine, ha sido mi vida entera y como era natural en aquella ¨¦poca me guiaban los modelos del cine americano. Aunque Veracruz la rod¨¢bamos en exteriores en M¨¦xico, yo pude darme cuenta de la enorme superioridad t¨¦cnica de aquellos hombres y me propuse aprenderla. Ya sabes que guardo un ¨¢lbum con las fotograf¨ªas que iba tomando durante el rodaje, y no s¨®lo de los actores, sino tambi¨¦n de los t¨¦cnicos que me ense?aban sus secretos. Gracias a ellos, cuando regres¨¦ a Espa?a no me dio gato por liebre ning¨²n director: porque yo sab¨ªa todo lo referente a luces, ¨¢ngulos y montaje.
T. ?Todav¨ªa estaba Hollywood en su momento de esplendor?
S. Yo entonces no me daba cuenta, pero aquel momento estaba a punto de terminar. En las fiestas o¨ªa contar que a actores muy famosos no les hab¨ªan renovado su contrato, pues las productoras ten¨ªan mucho miedo de la cat¨¢strofe econ¨®mica, que se avecinaba. Hab¨ªa mucho p¨¢nico en el ambiente. Yo todav¨ªa tuve tiempo de conocer un gran estudio por dentro, cuando estaba en la Warner. Era el a?o 1955 y me hab¨ªan contratado para una pel¨ªcula con Mario Lanza y Joan Fontaine, Serenade, que dirig¨ªa mi marido. Comprend¨ª que las pel¨ªculas que tanto me hab¨ªan entusiasmado de ni?a s¨®lo pod¨ªan salir de una estructura como aqu¨¦lla. Piensa que el estudio ten¨ªa incluso una escuela donde se entrenaba a las actrices y actores j¨®venes. Recuerdo que estaban Natalie Wood, Pier Angeli y muchos otros que no llegaron a nada. Yo, en mi modestia, me fijaba en lo que hac¨ªan las grandes estrellas como una Bette Davis o una Joan Crawford. Por ellas aprend¨ª algo tan importante como es el cuidado de la propia imagen. Si no las, obligaba la productora, nunca cog¨ªan un papel que atentase contra su leyenda. En alguna ocasi¨®n se equivocaban porque mira, recuerdo que Marlon Brando no quer¨ªa hacer Ellos y ellas y un d¨ªa le dije: "Listen, Marlon, despu¨¦s de hacer de Napole¨®n ya has hecho todo lo que tiene que hacer un actor, pero te falta un musical para sentirte completo". Despu¨¦s, me lo agradeci¨® y cada ma?ana, cuando se dirig¨ªa al rodaje, pasaba por casa y yo le hac¨ªa una tortilla de patatas, que le encantaban.
T. ?Caramba, qu¨¦ poder¨ªo! ?Tener a Brando en la cocina!
A. Es que ya por mi marido, ya por mi lugar en la Warner, los conoc¨ª a todos... o a casi todos, vamos. Pero habl¨¢bamos de la elecci¨®n de papeles y, mira, yo no te dir¨¦ que los estudios acertasen siempre. Hab¨ªa muchos casos de lo que ellos llamaban "misscast", que quiere decir poner a un actor en un papel equivocado. El error m¨¢s grande de los que conoc¨ª fue el de Helena de Troya, que no te digo que Rossana Podest¨¢ no fuese guapa, pero habiendo en aquellos estudios una Anita Ekberg y, modestia aparte, yo misma, pues no se explica la elecci¨®n. Claro que el gui¨®n tambi¨¦n era un des prop¨®sito. Mira, yo recuerdo que en mi ¨¦poca de M¨¦xico, Le¨®n Felipe me dio a leer La Iliada: yo era entonces muy ignorante, apenas sab¨ªa leer y escribir, y fue Le¨®n Felipe quien me dio instrucci¨®n, ¨¦l y Alfonso Reyes. Bueno, pues al socaire de aquel recuerdo yo le dije a Rossana Podest¨¢ en los estudios de la Warner: "Rossana, hija, d¨¦jame leer el gui¨®n de Helena de Troya, para ver qu¨¦ tipo de adaptaci¨®n te han hecho". Cuando lo le¨ª me qued¨¦ pasmada. Y al devolv¨¦rselo a la Podest¨¢ dije: "T¨² sabr¨¢s lo que haces Rossana, hija, pero te est¨¢n enga?ando, porque este gui¨®n no se parece en absoluto a La Iliada que me dio a leer Le¨®n Felipe". Pero ella ni siquiera se escandaliz¨®, no s¨¦ si por no saber qui¨¦n era Le¨®n, Felipe o porque la pel¨ªcula le conven¨ªa mucho para subir que, en el fondo, era lo que quer¨ªamos todas: subir y subir, que para esto est¨¢bamos en la Warner, vamos. Pero esto te lo cuento para que veas que ni en Hollywood todo el monte es or¨¦gano.
T. No debi¨® de serlo porque, despu¨¦s de tu tercera pel¨ªcula, Yuma, volviste a Espa?a.
S. Tienes que pensar que el ¨¦xito de El ¨²ltimo cupl¨¦ fue una cosa como nunca se hab¨ªa visto en Espa?a, m¨¢s que si la hubiera hecho en Hollywood. Completamente inesperado, Terenci, completamente. Yo vine, hice el "cupl¨¦" y vi que nadie cre¨ªa en ella. As¨ª que regres¨¦ a Hollywood. Entonces lleg¨® un telegrama de Enrique Herreros, anunciando que est¨¢bamos batiendo todos los r¨¦cords de taquilla conocidos hasta el momento y que el p¨²blico espa?ol estaba loco conmigo. Yo estaba pasando entonces por una profunda crisis y aquel ¨¦xito me sirvi¨® para hacer un profundo examen de conciencia. As¨ª que me dije: "Antonia, hija, si te quedas en Hollywood te vas a pasar la vida haciendo de mexicana y de india". Habr¨ªa ocurrido as¨ª, como te digo, porque los anglosajones son muy mirados en las cuestiones del acento y nunca dan papeles de americana a ninguna extranjera. F¨ªjate en la Garbo: a partir del cine sonoro, siempre hizo papeles de extranjera. E Ingrid (Bergman) igual. Y la misma Marlene siempre hac¨ªa de ex¨®tica.
As¨ª y todo, a Sara Montiel le dobl¨® la voz en Yuma una americana tan wasp como Angie Dickinson. ?Qu¨¦ habr¨ªa sido del mito Montiel si ella se hubiese quedado en Hollywood haciendo de india? Su ¨¦xito posterior con una pel¨ªcula de inter¨¦s meramente local, catapultada despu¨¦s a todo el mundo, demuestra que la F¨¢brica de los sue?os hab¨ªa perdido su poder de irradiaci¨®n: ya era posible llegar a todos los lugares del mundo sin moverse del propio pa¨ªs, como demostr¨® una Brigitte Bardot en el suyo. De todos modos, a Sara Montiel le sirvi¨® tanto su experiencia en Hollywood que incluso aprove-ch¨® uno de los vestidos de Serenade para cantar Nena en El ¨²ltimo cupl¨¦. En cierto modo, era un suntuoso r¨¦quiem por una ¨¦poca que mor¨ªa de forma inexorable.
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