Curro Romero
-Dicen que te retiras.-En las tardes negras, uno siente a veces la tentaci¨®n de la retirada, pero mientras me queden fuerzas en las piernas y me contraten, sigo. Me marchar¨¦ cuando me salga el toro que yo no espero y no le pueda hacer la faena que quiero.
Francisco Romero L¨®pez, Curro Romero para la gloria, fara¨®n de Camas, pr¨ªncipe de la Maestranza, ¨¢rbitro de la elegancia torera, torero desde 1954, a?o en el que se visti¨® de luces por vez primera en la plaza de La Pa?oleta, no se retira. Se seguir¨¢ retirando, cuando su sabia prudencia se lo aconseje, pero s¨®lo lo justo. El d¨ªa que decida marcharse, tampoco lo har¨¢ fara¨®nicamente, como se ha anunciado, sino con humildad, como es ¨¦l, humilde en su grandeza de mito.
-Cuando me vaya, me ir¨¦ en silencio.
-Y ese d¨ªa, ?qu¨¦?
-El vac¨ªo ser¨¢ grande. Me gustar¨ªa, estar toda la vida en el toreo, pero el toro siempre tiene la misma edad, y uno no.
-?El deseo ¨ªntimo de todo torero es morir en la plaza?
-Yo quiero morirme con 90 a?os, en mi casa, tom¨¢ndome un cafelito.
-Para ti, ?la muerte tiene cara de toro?
-La muerte es fea y el toro es bonito.
-?Esperas todav¨ªa el toro so?ado?
-Siempre espero un toro que me permita torear m¨¢s despacio todav¨ªa.
-?Se puede torear bien sin un buen toro?
-La armon¨ªa es imposible.
-?Qu¨¦ sientes cuando toreas bien?
-Pierdo el o¨ªdo, no escucho nada, me a¨ªslo... El arte es concentraci¨®n, ?no?
A eso que siente Curro los m¨ªsticos lo llamaban ¨¦xtasis, y es lo mismo que sentimos nosotros cuando tenemos la fortuna de verlo torear a gusto. Recuerdo que una noche me dijo, en la Colina, que se hab¨ªa pasado nueve a?os toreando de sal¨®n. As¨ª se comprende que su leyenda no sea de valent¨ªa, sino de arte, de inspiraci¨®n; que deje la ¨¦pica para los que no est¨¢n dotados para las sutilezas de la l¨ªrica; el hero¨ªsmo, para los que no pueden aspirar a la gracia. Mientras otros pegan pases, Curro da esencia de romero.
-?Ya no disfrutas toreando?
-?Por qu¨¦ estoy aqu¨ª si no?
-?La felicidad es una faena redonda?
-La felicidad, para el que la tiene, es una faena redonda.
-?T¨² la tienes, eres feliz?
-Si de lo que se trata en esta vida es de estar bien, yo estoy bien.
Cinco veces sali¨® por la puerta del Pr¨ªncipe, pero confiesa que no fueron sus mejores tardes.
-Se ha puesto de moda la puerta grande. Yo he tenido tardes m¨¢s emocionantes, momentos m¨¢s bellos y m¨¢gicos que aquellos en los que sal¨ª por la puerta del Pr¨ªncipe.
-?En los toros, el p¨²blico no tiene siempre la raz¨®n?
-En la plaza, el que tiene la raz¨®n es casi siempre el torero.
-?Cu¨¢l es el p¨²blico que m¨¢s te gusta?
-El del tenis, es tan educado, organizado y silencioso.
-?Por qu¨¦ no toreas en Pamplona?
-Porque me duele la cabeza con tanto ruido.
-?Te molestan las broncas?
-Comprendo que el p¨²blico quiera desahogarse, aunque se lo pasa fatal gritando. No pido que me traten bien, pero que no se ensa?en. La cosa tampoco es para tanto.
-Hay quien se ha dejado pegar una corn¨¢ para triunfar.
-La ignorancia es ciega.
-?En qu¨¦ momento decides que ese toro no tiene un pase?
-Te lo est¨¢ diciendo. De todos modos, si tiene pases, lo que sucede es que t¨² esos pases no los sientes, no te sientes torero d¨¢ndolos. Se puede estar mal o bien, pero no se puede estar mediocre. Yo no voy a la guerra, sino a hacer arte. En los malos toros, la brevedad es un triunfo para m¨ª.
En Sevilla, si te declaras del Betis y de Curro, lo normal es que te pregunten: "?Y t¨² cu¨¢ndo te diviertes?". Y no es broma. Ser "currista" es estar dispuesto a sufrir muchas tardes con la esperanza de ver un destello de luz.
-?Hay algo m¨¢s fuerte que el miedo?
-El miedo al miedo y el hambre.
-?Se puede explicar el miedo?
-El miedo hay que pasarlo para saber lo que es eso.
El mito de Curro es un mito humano, fr¨¢gil, y de ah¨ª su grandeza. Sus espant¨¢s son nuestras espant¨¢s; sus dudas, nuestras dudas; su miedo y su inseguridad, nuestro miedo y nuestra inseguridad. Curro es el ¨²nico torero al que su afici¨®n le pide que no se arrime sino lo imprescindible, porque m¨¢s vale que digan de aqu¨ª huy¨® Curro que aqu¨ª muri¨® la magia del toreo.
-Si hay que correr, se corre, ?no?
-Cuandose le pierde la cara a un toro, lo mejor es correr sin mirar atr¨¢s. Sobre todo, los que no somos ¨¢giles. Rafael el Gallo, a la primera, se tiraba de cabeza al callej¨®n.
-El Gallo lo ten¨ªa claro. Dicen que conoc¨ªa todas las maneras de salir de la plaza sigilosamente. Eso s¨ª que es sabidur¨ªa.
-Eso es lo que quisiera yo.
-Al saber le llaman miedo.
-Cuanto m¨¢s se sabe, menos se cree saber y m¨¢s se sufre.
Se cuenta que un hombre de la cuadrilla del Gallo, despu¨¦s de una corrida, le puso a su mujer el siguiente telegrama: "Hemos expuesto. m¨¢s en la salida de la plaza que delante del toro".
-?se fue "el Gallo, posturas", banderillero de Rafael el Gallo.
-?Cu¨¢ntas cornadas, Curro?
-Diez. En una de ellas cre¨ª que me mor¨ªa.
-O sea, que lo del miedo no es gratuito. ?Y agresiones?
-Recuerdo especialmente la agresi¨®n de un espectador, en 1987, en Las Ventas. En ese momento yo ten¨ªa la espada en la mano. Luego me he enterado que el agresor ha muerto en accidente, pobrecito.
-Aquella tarde acabaste en comisar¨ªa.
-El comisario aqu¨¦l tambi¨¦n ha muerto, pobrecito.
-?Qu¨¦ te pas¨® con Amedo?
-Toreaba una corrida mixta con Pepe Luis V¨¢zquez. Tres minutos antes de terminar, me quise marchar, y Amedo, que ejerc¨ªa de delegado de la plaza, me quiso detener. Cuando me estaba diciendo que le acompa?ara a comisar¨ªa, salt¨® el toro al callej¨®n y si hubieses visto c¨®mo corr¨ªamos, ¨¦l para un lado y yo para el otro...
-?Qu¨¦ has aprendido de los hombres observando a los toros?
-La fijaci¨®n, m¨¢s malas miradas, las malas ideas...
Visito a Curro en una casa perdida en el monte, la guarida de un hombre que ama la soledad y el silencio.
-?Nunca te gust¨® la popularidad?
-Al principio s¨ª, pero cuando ya te conoce todo el mundo y se te acercan y te llaman...
-?Uno va cambiando con el tiempo?
-Yo conozco a algunos que no cambian nunca.
-?Te han cantado alguna vez desde el tendido?
-Una tarde en Sevilla. Fue una tarde de esas gloriosas, porque el toro era. bueno y yo estaba en vena. En el impresionante silencio de la Maestranza, al tercer o cuarto muletazo, Caracol empez¨® a cantar por seguiriyas. Yo me retir¨¦ del toro en ese instante para escuchar a Manuel.
Torero y artista en el ruedo y en la calle, frente al toro y frente a la vida, grande como un mito y humilde como un hombre de pueblo, que disfruta jugando al domin¨® con los amigos y escuchando y cantando flamenco -los fandangos de Caracol los canta como nadie-, Curro Romero regresa a su silencio, un silencio en el que por un instante me parece descubrir la amargura de una ausencia con nombre marino: Coral. Pero ese sentimiento es s¨®lo suyo.
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