"Madrid empieza a ser un mosaico de gentes"
Bernard Memba era un revolucionario keniano del Mau Mau, brazo armado de los independentistas de Yomo Keniata, que a finales de los a?os cincuenta conoci¨® en Londres a una muchacha madrile?a que estudiaba ingl¨¦s. Poco despu¨¦s se cruz¨® con ella por la Gran V¨ªa, y se casaron en la iglesia del Divino Socorro. As¨ª que hace ahora 34 a?os naci¨® Javier en una cl¨ªnica de la calle de Cartagena, y su madre le ofreci¨® a la Virgen de la Paloma.Memba escribe novelas y tambi¨¦n se conoce casi todos los bares de Malasa?a. Antes, como tantos, fue jefe de escuadra en dos campamentos de la OJE y se present¨® voluntario para hacer la mili en el Ej¨¦rcito del Aire. "No quer¨ªa que me mandaran a ?frica", alega ahora. Desde su mestizaje se felicita por vivir en una ciudad que empieza a ser "un mosaico de gentes".
"Yo he tenido m¨¢s problemas por rocker y por macarra que por el color de mi piel", asegura con energ¨ªa, como la extra?a fuerza que atrajo a su padre a Madrid, despu¨¦s de que el Gobierno brit¨¢nico le privase del estatuto de refugiado. Pero Javier apenas quiere hablar del hombre del Mau Mau, que se larg¨® de casa cuando ¨¦l ten¨ªa tres a?os y a quien se dio por desaparecido en Uganda en 1966. "Estaba escrito".
Memba es de Aluche, donde se cri¨® y vive desde hace 30 a?os. Estudi¨® cine, pero se aburr¨ªa del trabajo t¨¦cnico -"lo, que me gusta es dirigir, y el cine tambi¨¦n es muy literario"- y acab¨® escribiendo guiones para concursos de televisi¨®n.
"Yo no he tenido ning¨²n problema, nunca he estado solo". En un colegio de la calle de la Reina Victoria, devolv¨ªa sin cortarse los insultos a los ni?os que le se?alaban con el dedo por su color de piel. "S¨¦ que existe [la discriminaci¨®n], pero a mi no me ha tocado", se excusa el novelista, quien prefiere hablar de la gente que se bebi¨® los a?os ochenta.,
Ahora cavila sobre la generaci¨®n del 77 (el a?o de estallido del punk) como sucesora de los progres del 68. "Nosotros fuimos los j¨®venes de la transici¨®n, los del 68 la dirigieron, cuando ya eran adultos, y ahora se han convertido al capitalismo salvaje. Por eso creo que nosotros a¨²n seguimos siendo una generaci¨®n de izquierdas".
Memba recuerda, entre sue?os, c¨®mo se animaron entonces las calles de Madrid. "Cuando era simp¨¢tico ser joven; igual que antes en Londres o Par¨ªs, mientras la vieja Espa?a se estaba acabando". Escrib¨ªa en las revistas Madrid Me Mata o El Pirata, Con su afici¨®n desmedida a las novelas, se acab¨® alejando del cine. Good bye, se?orita Julia, publicada por Mondadori, acaba de aparecer en las librer¨ªas, donde ya tiene otros tres relatos.
En realidad, a Memba no le gusta viajar. "A m¨ª es que me da miedo salir de Espa?a; bueno, tal vez una ciudad literaria como Par¨ªs, quien no ha conocido Par¨ªs antes de los 20 a?os no tiene disculpa". Pero le gusta m¨¢s el paseo de las Delicias que los Campos El¨ªseos.
"Viv¨ªa en los bares"
"Ahora estoy mucho en casa, antes viv¨ªa en los bares". Dice que siempre est¨¢ con su esposa, Cristina. "Nos queremos tanto que no tenemos hijos". Lo dice un hombre que se jacta de haber escrito dos novelas sobre la calle. Quienes le conocen recuerdan sus legendarias broncas en la plaza del Dos de Mayo. "De repente, me siento adulto y me paso escribiendo todas las noches", se sosiega, "y sue?o con irme a a vivir a un piso de Atocha, aunque Aluche siempre ser¨¢ mi barrio".A los seis a?os ya viajaba solo en el metro y en el autob¨²s hasta Callao para hacer un recorrido por las carteleras de los cines de la Gran V¨ªa, antes de coger el suburbano hasta Aluche en la plaza de Espa?a. "Era como pasear por Beverly Hills". A Memba le toman por un americano. "Hay quien se pone a hablar ingl¨¦s en cuanto me ve". Tambi¨¦n la polic¨ªa le miraba el primero cuando hab¨ªa redada en el bar.
"La gente aumenta su recelo contra los diferentes en ¨¦pocas de crisis. No quiere que nadie vaya a su casa, porque no hay nada que ofrecer. Y se han olvidado de que fuimos un pa¨ªs de emigrantes. Madrid est¨¢ perdiendo el esp¨ªritu de ciudad acogedora". Ahora echa de menos la ¨¦poca en la que el Ayuntamiento potenciaba la cultura juvenil. "No me da lo mismo qui¨¦n gobierne la ciudad. Yo viv¨ªa mejor con Tierno Galv¨¢n. Hasta me dieron un premio".
Ser un ni?o diferente, adem¨¢s de insultos en el colegio, le acarreo alg¨²n problema suplementario. "Mi madre me dec¨ªa que me escondiera cuando me compraba chucher¨ªas en los puestos callejeros: 'Mira, Javier, que como te vean se van a creer que somos extranjeros y me van a querer cobrar el doble', me dec¨ªa para alejarme de su lado", recuerda con una tristiza que s¨®lo aflora un segundo en su mirada indiferente.
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