Elegidos para vivir
Grupos humanitarios preparan la evacuaci¨®n de 41 heridos y enfermos de Sarajevo
Alguien, no se sabe bien qui¨¦n, ha decidido que s¨®lo hay 41 plazas disponibles. Es decir, otros tantos salvoconductos para que unos ni?os y adultos de Sarajevo puedan seguir un tratamiento m¨¦dico en el extranjero que les permita salvar sus vidas. V¨ªctimas de heridas de guerra o de enfermedades de dif¨ªcil curaci¨®n, estos peque?os de mirada vac¨ªa luchan desde hace meses contra la muerte. en el hospital de Kosevo de la capital bosnia. Andy Mitchell, un robusto piloto de la Cruz Roja brit¨¢nica, ser¨¢ el encargado de trasladarlos ma?ana a Londres para darles una opci¨®n de vida. Mientras hospitales y organizaciones de ayuda humanitaria de los pa¨ªses occidentales tratan de lavar sus conciencias con la acogida de estos desahuciados, las protestas de las madres de otros moribundos arrecian mientras preguntan: ?"Por qu¨¦ no mi hijo tambi¨¦n?".Es el caso de Omer Abdic, un rubito de cinco a?os, que result¨® herido en el bombardeo de su casa el pasado 30 de abril. Desde entonces espera una remota oportunidad en un centro sanitario como este de Kosevo sin apenas agua ni electricidad ni medicinas adecuadas. Como otros centenares o miles de ni?os, adultos o ancianos, Omer aguarda una ocasi¨®n que quiz¨¢ no se le presente nunca. "Estoy las 24 horas del d¨ªa al pie de su cama", comenta su madre, quien a?ade: "Cuando me alejo comienza a llorar y a gritar`. Con los ojos enrojecidos por las l¨¢grimas y por la falta de sue?o, otras j¨®venes mujeres asienten a sus palabras.
Al fondo del pasillo, miembros de ACNUR y de organizaciones humanitarias norteamericanas deambulan por las salas a la busca de los ni?os que han sido elegidos por la rueda de la fortuna. Pero nadie responde a la pregunta clave sobre los criterios que se han utilizado para salvar a unos y condenar a otros a una muerte casi segura. Para las organizaciones humanitarias y las televisiones resulta m¨¢s f¨¢cil y m¨¢s c¨®modo salvar la vida de unos s¨ªmbolos que impedir el cerco de Sarajevo. Por eso, tragedias m¨¢s sencillas ni siquiera pugnan por entrar en la lista m¨¢s codiciada esta semana en la capital de Bosnia. Nadie se fija, por ejemplo, en Emina Garaplija, una beb¨¦ de un a?o con una tristeza infinita en sus ojos y una mano destrozada por la metralla.
En un paisaje poblado por mutilados de guerra, por colas de enfermos a la b¨²squeda desesperada de agua o por quir¨®fanos que no funcionan por falta de luz, las calamidades se cuentan por miles o por decenas de miles. La horrible estad¨ªstica no se detiene en las 41 plazas disponibles en un avi¨®n brit¨¢nico que ma?ana domingo volar¨¢ lejos del infierno.
Los escas¨ªsimos convoyes de ayuda humanitaria y la media docena de vuelos militares que logran llegar a Sarajevo no sirven ni de lejos para paliar las grav¨ªsimas deficiencias que padecen los hospitales S¨®lo 41 elegidos de los dioses occidentales conseguir¨¢n salvar sus desgraciadas vidas. Pero quiz¨¢ miles de heridos y enfermos m¨¢s, aguardan una se?al del cielo que los rescate de esta espantosa ratonera.
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