Un espect¨¢culo inolvidable
Juan Jos¨¦ Trujillo y Ricardo Ortiz salieron a hombros de la Malagueta despu¨¦s de una tarde de toros inolvidable. Y si todo lo inolvidable queda en el recuerdo, en la historia est¨¢ ya este mano a mano por la gallard¨ªa, la valent¨ªa, la ilusi¨®n y el pundonor de dos novilleros malague?os que quieren ser figuras del toreo. Ambos firmaron un tratado enciclop¨¦dico sobre la emoci¨®n.El espect¨¢culo comenz¨® fuerte con una impresionante cogida de Juan Jos¨¦ Trujillo, que sufri¨® rotura del hueso de la nariz y un fuerte varetazo en la ingle; se templ¨®, seguidamente, por vistosas ver¨®nicas de la mano de Ortiz ante un novillo rajado en el ¨²ltimo tercio. La plaza vibr¨® cuando su compa?ero sali¨® de la enfermer¨ªa para matar al tercero, un animal sin clase. En el cuarto, Ortiz subi¨® el tono en el tercio de banderillas, y estuvo por encima de su manso oponente en una faena en la que busc¨® el triunfo con ah¨ªnco. En el quinto, Trujillo cedi¨® los garapullos a su paisano y ambos, protagonizaron otro espect¨¢culo, de poder a poder, la plaza en pie.
Y, en el sexto, la traca final: ambos novilleros hicieron un quite por chicuelinas al alim¨®n; pero la cosa no acab¨® ah¨ª: Ortiz invit¨® a banderillear a su padre, Manolo Ortiz, y a su compa?ero. Los tres pares fueron sencillamente perfectos. Cuando parec¨ªa que la emoci¨®n hab¨ªa terminado, el diestro fue volteado por el novillo al inicio de la faena de muleta y qued¨® desmadejado en el suelo. Parec¨ªa que llevaba una fuerte cornada, pero el novillero, con gestos de dolor, tom¨® de nuevo la muleta y continu¨® la faena. Los malague?os no daban cr¨¦dito a sus ojos. La locura.
Entre tanta emoci¨®n, toreo de capote de altos vuelos por parte de los dos novilleros, que desarrollaron toda una sinfon¨ªa variada por farones, largas cambiadas, ver¨®nicas, chicuelinas, rogerinas, etc¨¦tera. Casta de la buena en la muleta ante novillos mansos que, a veces, permitieron el toreo de verdad. Y varias estocadas hasta la bola.
M¨¢s emocionante, si cabe, la actuaci¨®n de Juan Jos¨¦ Trujillo, que gan¨® la pelea a su primero un novillo manso, poco picado, con mucho genio y muy violento. M¨¢s templado Ricardo Ortiz, pero con las mismas ganas de triunfo. Al final, maltrechos, cruzaron euf¨®ricos la puerta grande. M¨¢laga hab¨ªa vivido una tarde de toros inolvidable. En primer lugar, actu¨® el rejoneador Luis Valdenebro, que estuvo sobrio y discreto ante un toro manso de su ganader¨ªa.
Babelia
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