El v¨ªa crucis del guerrismo
Etapas de la progresiva p¨¦rdida de poder en el PSOE de Guerra y sus fieles
Alfonso Guerra, 53 a?os, ha gozado desde hace casi dos d¨¦cadas de un poder imponente. Primero, en el PSOE; despu¨¦s, en Espa?a desde que fuese nombrado vicepresidente del Gobierno en diciembre de 1982. Cualquier dirigente socialista ten¨ªa que hablar con Guerra. Tambi¨¦n los ministros, los l¨ªderes de la oposici¨®n y las responsables sociales, eclesi¨¢sticos y econ¨®micos. Su declive empez¨® en enero de 1990, aunque, meses antes, un grupo reducido de notables socialistas se atrevi¨® a plantarle cara. Ahora son legi¨®n. Formalmente, la culpa la tuvo su hermano Juan, aunque muchos dicen que el v¨ªa crucis de Alfonso Guerra empez¨® cuando su compa?ero de viaje durante casi 30 a?os, Felipe Gonz¨¢lez, dej¨® de tenderle el brazo tras cada ca¨ªda.Es posible que pase a la peque?a historia de los partidos la frase,que Miquel Roca dirigi¨® a Alfonso Guerra en el pleno del Congreso del 1 de febrero de 1990, en el que el entonces vicepresidente compareci¨® para decir que no ten¨ªa nada que decir sobre el caso Juan Guerra. "Usted ha sido v¨ªctima de su estilo, y mucha gente le ten¨ªa ganas". Las "ganas" eran muchas y diversas, y en buena medida estaban instaladas en el PSOE. Bien es cierto que la desafecci¨®n hacia Guerra ha ido paralela a las muestras de distanciamiento que Gonz¨¢lez le ha dedicado. As¨ª, los guerristas se han ido convirtiendo en una especie a extinguir, mientras quienes lo eran $e apresuraban a sumarse a la renovaci¨®n. Los renovadores que ahora est¨¢n m¨¢s seguros de su victoria, son quienes aguantaron el chaparr¨®n en minor¨ªa cuando la discrepancia era casi un crimen.
Resulta imposible fijar una fecha exacta en la que un grupo 1 de aventajados comprendieron que deb¨ªa abrirse un camino hacia un cambio radical en el PSOE, que empezase por poner fin al poder de Guerra. Los adelantados fueron un grupo de socialistas madrile?os. Una fecha clave en la decadencia de Guerra es enero de 1990, cuando estall¨® - el caso que afect¨® a su hermano Juan. Entonces Gonz¨¢lez no vio en absoluto que Guerra tuviese que dejar la vicepresidencia y ret¨® a la oposici¨®n a que intentara llevarse por delante a su amigo. Si se atrev¨ªan a dudar de la honorabilidad de su n¨²mero dos, ¨¦l le acompa?ar¨ªa fuera de la pol¨ªtica.
Desde entonces, no dej¨® de escuchar a muchos socialistas que se hab¨ªa equivocado y que Guerra deb¨ªa abandonar el cargo antes de que arrastrara tras s¨ª al partido y a Gonz¨¢lez. No hizo caso al comienzo. Seis meses despu¨¦s, el propio Gonz¨¢lez empez¨® a comprender que quiz¨¢ deb¨ªa repescar las iniciales ofertas de Guerra, de abandonar el Ejecutivo. El vicepresidente lo entendi¨® y dimiti¨® en enero de 1991.
La ofensiva contra Guerra hab¨ªa comenzado mucho antes y en ning¨²n momento pudo imaginar su efectividad. Estos son los hitos de su v¨ªa crucis:
> Julio de 1990. Se prepara el congreso de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a y ya se vislumbra el enfrentamiento entre su presidente, Jos¨¦ Acosta, alineado con Guerra, y el presidente de la comunidad, Joaqu¨ªn Leguina.
> Septiembre de 1990. Primer hecho ins¨®lito en el PSOE. Ministros y destacados dirigentes se re¨²nen en el hotel Chamart¨ªn, de Madrid, para apoyar a Leguina frente a Acosta. Se considera el primer desaf¨ªo abierto contra Guerra y la ejecutiva federal.
> Noviembre de 1990. Los renovadores reconocen su espejismo. En el 32? congreso del partido, para su sorpresa, Gonz¨¢lez deja todo en manos de Guerra y la ejecutiva la confecciona el vicesecretario general excluyendo a los renovadores de los puestos de poder efectivo. Pero a los guerristas se les hiela la sonrisa al escuchar el discurso de clausura de Felipe Gonz¨¢lez. Hab¨¦is hecho la ejecutiva que hab¨¦is querido, pero ahora el Gobierno lo har¨¦ yo, dice el secretario general.
> 12 de enero de 1991. Alfonso Guerra dimite tras 11 meses de desgaste personal por el esc¨¢ndalo de su hermano Juan.
> 12 de marzo de 1991. Felipe Gonz¨¢lez hace efectivo su mensaje del congreso. Narc¨ªs Serra es nombrado vicepresidente y Carlos Solchaga sigue en Econom¨ªa. Los guerristas aseguran que Gonz¨¢lez "enga?¨®" a Guerra, pues le hab¨ªa asegurado que el Gobierno iba a ser "equilibrado". Guerra se encontraba en Australia y no daba cr¨¦dito de las informaciones que le llegaban. Empieza el distanciamiento respecto a Gonz¨¢lez.
> Primavera de 1991. Las declaraciones de desafecci¨®n a Guerra aumentan. Jos¨¦ Bono, presidente de Castilla-La Mancha y antiguo amigo personal de Guerra, comienza a distanciarse, y con ¨¦l la mayor¨ªa de su federaci¨®n, lo que causa a Guerra una intensa decepci¨®n. Aun no sab¨ªa que muchos otros dirigentes que entonces casi le veneraban iban a seguir los pasos de Bono.
> 29 de mayo de 1991. Surge el caso Filesa y el n¨²cleo guerrista aparece como responsable de la posible financiaci¨®n irregular del PSOE. Algunos renovadores ven un jal¨®n decisivo para acabar con el guerrismo.
> 24 de junio de 1991. Gonz¨¢lez da nuevas alas a los renovadores al advertir de la necesaria apertura del partido, en la que "muchos quedar¨¢n en el camino". Siguen los abandonos del guerrismo.
> Agosto de 1991. Gonz¨¢lez desconcierta a los renovadores al exigir que se mantenga la "lealtad entre compa?eros", en referencia a los ataques contra el aparato por el caso Filesa.
> 5 de febrero de 1992. Tras meses sin tener apenas relaci¨®n, Felipe Gonz¨¢lez, Alfonso Guerra y Txiki Benegas sellan en La Moncloa una paz que result¨® precaria. En ese momento, todas las familias socialistas se ve¨ªan afectadas por esc¨¢ndalos econ¨®micos: Filesa, Renfe e Ibercorp.
> Primavera de 1992. Guerra empieza una segunda recuperaci¨®n, protagoniza actos multitudinarios y pone en pr¨¢ctica su revancha con la destituci¨®n del aparato electoral que le hab¨ªa acompa?ado desde 1977, cuyos miembros se hab¨ªan trasladado a las filas renovadoras. Se aprecia cierto nerviosismo entre los renovadores, que esperan una se?al de que Felipe Gonz¨¢lez no les ha abandonado. La encuentran con la entrada en escena del vicepresidente Narc¨ªs Serra.
> 21 de octubre de 1992. En un acto del PSC, Serra lanza una especie de alegato renovador, por lo que inmediatamente muchos dirigentes le consideran su l¨ªder por delegaci¨®n del presidente.
> Invierno de 1992. El aparato del PSOE vive su propio calvario por la tenacidad investigadora del juez Marino Barbero, que ordena varios registros de la sede federal del partido. Mientras los miembros de la delegaci¨®n judicial registran un despacho, Benegas y Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n informan a Gonz¨¢lez de lo que ocurre. Los renovadores empiezan a insinuar la necesidad de dimisiones en la ejecutiva.
> 13 de enero de 1993. Gonz¨¢lez llena de satisfacci¨®n a los guerristas cuando en una ejecutiva pide unidad y solidaridad con quienes est¨¢n "dando la cara".
> 22 de enero de 1993. El secretario general anuncia en un comit¨¦, federal que toma las riendas del partido. Satisfacci¨®n ilimitada en los renovadores, que interpretan que los d¨ªas de Guerra est¨¢n contados.
> Marzo de 1993. Un informe de los peritos del caso Filesa relaciona al PSOE con formas de financiaci¨®n irregular.
> 25 de marzo de 1993. Estudiantes de la Universidad Aut¨®noma de Madrid insultan a Gonz¨¢lez por los presuntos casos de corrupci¨®n. El l¨ªder socialista dice que habr¨¢ responsabilidades pol¨ªticas e incluso que ¨¦l las asumir¨ªa si fuera necesario.
> 1 de abril de 1993. Benegas pide a Gonz¨¢lez que no vuelva a responsabilizarse del caso Filesa y le dice que ¨¦l y otros podr¨ªan dimitir. Los renovadores transmiten que Benegas debe irse.
> 5 de abril de 1993. Benegas considera que Gonz¨¢lez deb¨ªa haber hecho callar a los renovadores y no hacerle pasar por el culpable del caso Filesa cuando estaba dispuesto a dimitir de una manera pactada. "As¨ª no", aseguran que dijo a Gonz¨¢lez. Benegas piensa que los renovadores utilizan el caso Filesa para desbancar a la ejecutiva ahorr¨¢ndose un congreso. El momento m¨¢s agudo de la crisis llega cuando Benegas hace p¨²blica una carta a Gonz¨¢lez en la que denuncia "a los renovadores de la nada" que "han quebrado los principios de lealtad y solidaridad", del partido. Gonz¨¢lez resuelve la crisis convocando elecciones y con el nombramiento de un comit¨¦ de estrategia que de hecho significa una desautorizaci¨®n de Guerra y de la ejecutiva en la campa?a.
> Mayo y junio de 1993. La campa?a electoral abre una tregua, pero la lucha se reanuda tras las elecciones del 6-J. Los renovadores se?alan que Gonz¨¢lez ha ganado los comicios. Los guerristas replican que el partido tiene mucho que ver en la victoria.
> Julio de 1993. Si en el anterior cambio de Gobierno, Gonz¨¢lez inform¨® en todo momento a Benegas, e indirectamente a Guerra, de sus planes, en esta ocasi¨®n no dice ni una palabra de sus intenciones al n¨²mero dos. Como remate de sus pocos deseos de complacer a Guerra, nombra a Carlos Solchaga presidente del grupo parlamentario. Los guerristas van a la lucha abierta y provocan una votaci¨®n sobre el nombramiento en la ejecutiva, que pierden por dos votos. Tras un fin de semana de presiones "hombre a hombre" por los dos bandos, la batalla se reproduce en el Grupo Parlamentario, y los guerristas vuelven a perder la votaci¨®n que enfrentaba a su candidato, Eduardo Mart¨ªn Toval, con Solchaga. Los socialistas m¨¢s veteranos aseguran que este pulso a Gonz¨¢lez marca un camino sin retorno que se llevar¨¢ por delante a los guerristas. La ¨²nica duda es cu¨¢l ser¨¢ el futuro de Guerra.
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