Asco, pavor y estupor
Causa estupor el contemplar con impotencia el conflicto de la antigua Yugoslavia, ver la ineficacia y torpeza de la diplomacia internacional, especialmente la europea. Los diplom¨¢ticos europeos se muestran impotentes para encontrar una soluci¨®n a esa guerra cruel y absurda. ?C¨®mo no supieron en su d¨ªa parar los pies a esta copia de Hitler que es Slobodan Milosevic, cuando los hechos de Kosovo? Su ineficacia e impotencia conducen a la opini¨®n p¨²blica a desear soluciones maximalistas e irracionales: apagar el fuego con el fuego; a desear la intervenci¨®n militar contra la actuaci¨®n de militares (militares regulares, irregulares, mercenarios, francotiradores), todos con un denominador com¨²n: un arma en su mano. No, ¨¦ste no es el camino. Se muestran orondos y satisfechos en la foto, cuando se les tendr¨ªa que caer la cara de verg¨¹enza. No digo que no deber¨ªan hablar con Milosevic, Karadzik. Se me revuelven las v¨ªsceras de rabia cuando veo a estos personajes pasearse arrogantes por los foros as¨¦pticos e inermes europeos. S¨ª, deber¨ªan hablar con ellos y exigirles seriamente que paren, si pueden, lo que tan irresponsablemente desencadenaron. Y luego que sean procesados por un foro internacional para juzgar sus actos.Y por qu¨¦ no hablar de los pacifistas y de la izquierda. Nos movilizamos cuando la guerra del Golfo. La bestia negra era la de siempre: Estados Unidos, y los hechos muy recientes: Sadam Husein hab¨ªa invadido Kuwait el verano anterior, y el gendarme se puso la ONU por montera y actu¨®. Ahora estamos desorientados y los motivos y culpables de esa guerra en los Balcanes son m¨¢s confusos. Creo que no es aceptable la opini¨®n que pide una soluci¨®n parecida a la empleada por Estados Unidos con Somalia y la a¨²n humeante de Irak; piden se utilice el mismo rasero, la fuerza bruta militar, la muerte en definitiva de alguien, probablemente inocente. Aunque no sea inocente no se debe matar a nadie. La opini¨®n p¨²blica mayoritaria no se ha preocupado mucho de indagar en la historia ni reciente ni pret¨¦rita de aquellos pueblos convulsionados desde la ca¨ªda del Imperio Otomano, la del Imperio Austroh¨²ngaro., y las secuelas de las dos guerras mundiales. ?Por qu¨¦ los ciudadanos aparentemente asistimos impasibles a esta matanza? Digo aparentemente, pues me pongo como ejemplo al ser la primera vez que decido escribir cuatro l¨ªneas torpes pero llenas de emoci¨®n sobre este tema y estoy seguro de que hay much¨ªsima gente impresionada y emocionada por tanta barbarie y horror. Cuesta bastante coger una pluma y un folio y reflejar lo que se siente. Creemos que es in¨²til. ?Es por la desmovilizaci¨®n general producida por el Estado de bienestar que disfrutamos los europeos? Los medios tampoco ayudan. No se ven muchos programas en televisi¨®n que traten objetivamente el tema, ni que denuncien las causas y los protagonistas culpables de este horror. Los medios est¨¢n muy ocupados -salvo honrosas excepciones- en intoxicar al personal con programas embrutecedores, ramplones, chatos, cuando no de apolog¨ªa a la violencia y a la insolidaridad. ?Qu¨¦ se puede esperar de un panorama como ¨¦ste? Ni m¨¢s ni menos lo que est¨¢ ocurriendo. Me sumo a la carta al director de Francesc Font Serrano (EL PA?S, 10-07-93).-
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