Mortier pone a Salzburgo en pie de guerra
El director del festival lucha contra las casas de discos y el ego de los cantantes
Claudio Abbado, Riccardo Muti, Luciano Pavarotti, Jessye Norman, Jos¨¦. Carreras, los m¨²sicos de la Filarm¨®nica de Viena. Todos ellos han participado en la guerra que el belga G¨¦rard Mortier, director del m¨¢s importante festival de m¨²sica del mundo, el de Salzburgo, tiene declarada en la ciudad austriaca. Los cambios son torrenciales: los divos han visto recortados sus cach¨¦s y las casas de discos, vetadas en la programaci¨®n, que hasta ahora dictaban. La batalla que se libra mueve poderes gigantes, de dinero y de egos. Mortier tiene a a su favor que en s¨®lo dos a?os ha transformado un acortado festival para ricos en un foco de vanguardia esc¨¦nica. Adem¨¢s, est¨¢ batiendo r¨¦cords de venta de entradas.
Pero Mortier tampoco es inocente. Es capaz de derrochar ingenio y llamar gordos a dos y divos al mismo tiempo que los rechaza: "Nuestras puertas son demasiado estrechas para Jessye Norman y Pavarotti". Es capaz de lanzarle en dos palabras a Jos¨¦ Carreras dos litros de veneno: "Est¨¢ enfermo".Los que trabajan en este centro de poder musical en que se convierte Salzburgo en verano van coleccionando las batallas. Con Riccardo Muti, despu¨¦s de insultarse mutuamente, Mortier, al parecer, ha hecho las paces. Quienes vivieron el enfrentamiento recuerdan c¨®mo el director de orquesta, que ten¨ªa que estrenar La clemencia de Tito, se march¨® porque la puesta en escena no le gustaba nada. Mortier, que hab¨ªa contratado a los escen¨®grafos, bram¨® contra su falta de profesionalidad.
De Jessye Norman, la gran diva negra que viaja con su propio juego de t¨¦, Mortier se ha mofado criticando que entre sus exigencias figurase determinado tipo de kleenex. Jos¨¦ Carreras contraatac¨® a la desesperada proponiendo como sustituto de Mortier a Carlos Kleiber, excelso director, pero con un repertorio de una veintena de obras y unas extravagancias con visos de leyenda (la ¨²ltima dice que guarda dinero en la nevera). Hasta el discreto Abbado ha quedado en evidencia. Mortier program¨® Elektra, de Strauss, para 1995, y Abbado, director del Festival de Salzburgo de Semana Santa, Wozzeck. Pero de pronto Abbado cambi¨® de idea y program¨® tambi¨¦n Elektra para 1995, con lo que cre¨® una situaci¨®n imposible: dos montajes diferentes de la misma obra. ?La raz¨®n? Seg¨²n Mortier, muy simple: los intereses de las casas de discos. La firma Sony anunci¨® una Elektra en disco con Barenboim para 1995. Abbado ten¨ªa que darse prisa si quer¨ªa competir desde la Deutsche Grammophon, y decidi¨® echarle un pulso a Mortier para que ¨¦ste retirase su Elektra diciendo que la que ¨¦l dirigir¨ªa, con escenograf¨ªa de Strehler, se har¨ªa con o sin la colaboraci¨®n de Mortier, ya que la programar¨ªa en temporada la Scala de Mil¨¢n. Pero Carlo Fontana, director de la Scala, dijo tajante que su programaci¨®n est¨¢ cerrada y no cabe ning¨²n t¨ªtulo m¨¢s. Abbado no ha vuelto a abrir la boca.
Coraje y carisma
"Tiene mucho coraje; ¨¦l est¨¢ a gusto cuando todos pelean alrededor", dice refiri¨¦ndose a Mortier un habitual de Salzburgo. "Tiene carisma, inteligencia y rigor. Pelea contra el establishment como disciplina intelectual. Por ahora, los pol¨ªticos le han dejado las manos libres, y el Gobierno lo protege. Tiene contrato hasta 1997".
Salzburgo vive una inigualable renovaci¨®n esc¨¦nica. "Mortier ha tra¨ªdo ideas nuevas, los m¨¢s modernos directores, como Luc Bondy, J¨¹rgen Flimm, Peter Stein, Peter Sellars, o Patrice Ch¨¦reau el pr¨®ximo a?o", dice Didier de Cottignies, director de marketing de Decca. "Gente que antes nunca hubiera venido aqu¨ª".
Adem¨¢s, la m¨²sica ha dejado un hueco mucho mayor a la palabra del que ¨¦sta hab¨ªa tenido en Salzburgo hasta el momento. La parte teatral, coordinada por Stein, ha rejuvenecido al p¨²blico y ha conseguido que de las 34.1000 butacas teatrales en 1990 haya este verano 80.000. El p¨²blico teatral se ha triplicado entre 1991 y 1993, y Mortier adem¨¢s de sanear las cuentas, ha presentado ya el mejor balance en venta de entradas de la historia de este festival, creado en 1920.
Ahora s¨®lo le falta a este Pol¨¦mico director, de peque?a estatura y ojos despiertos, ganarle la batalla a la Filarm¨®nica de Viena, reacia a compartir con otros grupos el protagonismo del festival, sobre todo ahora que ha aumentado el repertorio del siglo XX y existen agrupaciones consideradas m¨¢s id¨®neas para esta m¨²sica. El ¨²ltimo problema son los hoteleros de la ciudad, que, sin reparar en la crisis econ¨®mica que atraviesa Europa, acusan a Mortier del descenso de turistas millonarios. Su respuesta no se ha hecho esperar: "Que bajen los precios".
Los admiradores de este singular personaje se apresuran a se?alar que su estrategia es el "divide y vencer¨¢s", y que despu¨¦s de cada tormenta que provoca con sus declaraciones rupturistas, le ha ganado unos metros al enemigo conservador. No dudan de que la guerra, por ahora, la est¨¢ ganando ¨¦l.
El pol¨¦mico legado de Karajan
G¨¦rard Mortier, el director del Festival de M¨²sica de Salzburgo, polemista infatigable y propenso a la diatriba y el insulto, explic¨® que cuando se hizo cargo del festival volaba sobre ¨¦l el ¨¢ngel de la muerte, "todo en manos de los representantes discogr¨¢ficos y los agentes". Era el legado del anterior director, Herbert von Karajan, inventor del marketing musical, que grababa obras que luego representaba en Salzburgo con el mismo reparto del disco. Hab¨ªa muchos cantantes en su entorno que se beneficiaban. Su casa de discos, Deutsche Grammophon, ten¨ªa la supremac¨ªa en Salzburgo, seguida por Emi.Todas las discogr¨¢ficas en general estaban encantadas con la situaci¨®n.
El nuevo director ha tomado las riendas de la programaci¨®n y ha cortado radicalmente lo que parece que ya era una costumbre: la utilizaci¨®n de Salzburgo por las multinacionales como periodo. de ensayos para las grabaciones.
"Las casas discogr¨¢ficas compet¨ªan hasta en decorar los escaparates con las fotograf¨ªas de sus artistas", dice Didier de Cottignies, director de marketing de Decca. "Era como jugar al Monopoly: se pagaba, y se sigue pagando, por estar en los escaparates hasta 200.000 pesetas a los due?os de cada tienda".
G¨¦rard Mortier convoc¨® a las empresas discogr¨¢ficas para pedirles que hicieran con el dinero empleado en conquistar escaparates alguna otra pol¨ªtica publicitaria m¨¢s inteligente. Este a?o, Emi y Decca se han retirado de la competici¨®n, entre otras razones porque en Austria el mercado del disco es reducido, dada la apabullante calidad de la m¨²sica en directo.
Pero Deutsche Grammophon y Sony siguen ocupando todo tipo de comercios, y sigue habiendo artistas cuyo ego se resiente si no se ven en las vitrinas. Los menos, como Radu Lupu, se enfadan si est¨¢n.
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