Valiente Juan Mora
Ib¨¢n / Gonz¨¢lez, Mora, Caballero
Toros de Baltasar Ib¨¢n, serios, con trap¨ªo y cornalones, mansotes y de escaso juego -2? y 5? de feo estilo-, excepto 6? manejable. D¨¢maso Gonz¨¢lez: media (silencio); pinchazo hondo y dos descabellos (silencio). Juan Mora: dos pinchazos y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada saliendo cogido (oreja, que pasea la cuadrilla). Manuel Caballero: pinchazo, estocada y descabello (silencio); estocada trasera perdiendo la muleta y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio).
Enfermer¨ªa: Juan Mora sufre cornada en tercio superior del muslo derecho, que contusiona la safena y el vasto sartorio, de pron¨®stico reservado. Asisti¨® a la corrida el lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza, y se exhibieron en el tendido lazos azules, s¨ªmbolo de libertad. Plaza de Vista Alegre, 18 de agosto. Quinta corrida de feria. Dos tercios de entrada.
Valiente Juan Mora, que despu¨¦s de sendas faenas tesoneras, decididas y arriesgadas, afrontando sin reservas todos los peligros que sacaban sus toros inciertos, en el ¨²ltimo se volc¨® sobre el morrillo para ejecutar la suerte del volapi¨¦, y result¨® cogido.
Prendi¨® el toro a Juan Mora de mala manera. Fue una de aquellas cornadas en las que se teme lo peor. Desde Manolete para ac¨¢, cada vez que un torero sale de la suerte de matar enganchado por la ingle, queda en la plaza una tensa sensaci¨®n de tragedia. Afortunadamente, la tragedia consumada en Linares rara vez se ha repetido. Ahora bien, la violencia -cabe decir tambi¨¦n la entereza- con que reaccion¨® Juan Mora, caus¨® honda impresi¨®n. Primero no se dej¨® llevar por las asistencias, e incluso tuvo un forcejeo con su pe¨®n Curro Alvarez, que intentaba conducirlo a la enfermer¨ªa. Y luego el propio Juan Mora se quit¨® la pa?oleta y se hizo un torniquete. Quiz¨¢ estaba aturdido por la propia emoci¨®n del momento, pues el torniquete se lo hizo a medio muslo, mientras la herida estaba pr¨®xima a la ingle.
El p¨²blico pidi¨® la oreja con pasi¨®n y la otorg¨® el presidente con acertado criterio, justo cuando proced¨ªa; es decir, muy poco antes de que arrastraran al toro las mulillas, porque si llega a darla antes ya estar¨ªa el p¨²blico pidiendo la otra -"?La-o-tra!"-, y el doble premio habr¨ªa sido excesivo. Los triunfalismos hay que contenerlos y los presidentes deben de mantener la calma; para eso son (o deber¨ªan ser), ¨¢rbitros de la corrida.
El mismo p¨²blico parec¨ªa otro. M¨¢s equilibrado que en tardes de figuras, aplaudi¨® lo aplaudible y censur¨® lo censurable, sin excesivas vehemencias. Y hasta hubo un espectador que se permiti¨® manifestar un juicio cr¨ªtico. Toreaba Manuel Caballero al tercer toro y se oy¨® una voz en el tendido: "?Ese pico!". Aquello constituy¨® una gran sorpresa: se trataba de la primera protesta en toda la feria. Estuvimos a punto de subir a hacerle una entrevista al aficionado.
Manuel Caballero, efectivamente, met¨ªa el pico y adem¨¢s templaba poco. Al sexto, manejable y tontorr¨®n, lo tore¨® con mejor gusto y fundamento, pero segu¨ªa metiendo el pico. Torero de pico result¨® ser asimismo D¨¢maso Gonz¨¢lez, quien emple¨® su t¨¦cnica de resobar toros para sacarles embestidas a los dos mulos que le correspondieron. Y tuvo m¨¦rito, es cierto, mas la porf¨ªa del lidiador y la soser¨ªa del pelmazo especimen lidiado daban una s¨ªntesis ligeramente insoportable. La emoci¨®n lleg¨® con el toreo valent¨ªsimo de Juan Mora, retador frente a sendos toros que se revolv¨ªan peligrosos. La cornada se ve¨ªa venir. Y vino en el momento cumbre de la suerte suprema, al refrendar con un soberbio estoconazo el triunfo que ten¨ªa ganado.
Asisti¨® a la corrida el lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza. Recibido a los, acordes del Gora eta gora, apenas se dilu¨ªan los ¨²ltimos compases del solemne himno aparecieron en el tendido de sol dos lazos azules gigantescos,- con los cuales se simbolizaba la exigencia de libertad para Julio Iglesias, que tiene secuestrado Eta. El p¨²blico prorrumpi¨® en una atronadora ovaci¨®n, el lehendakari aplaud¨ªa al p¨²blico, y hubo all¨ª una comuni¨®n de nobles sentimientos, que son los que de verdad engrandecen a los pueblos. Aquella espont¨¢nea manifestaci¨®n de solidaridad fue muy emocionante tambi¨¦n.
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