Disturbios en Corea del Norte por la escasez de comida, seg¨²n algunos viajeros
Los testimonios de visitantes admitidos por Corea del Norte en los ¨²ltimos meses desvelan que las revueltas internas y los disturbios por falta de comida se van extendiendo a medida en que la gente est¨¢ cada vez m¨¢s hambrienta y desesperada.Los viajeros describen una poblaci¨®n depauperada, que lucha d¨ªa a d¨ªa por la simple superviviencia en un pa¨ªs donde el combustible es tan escaso y las infraestructuras tan decr¨¦pitas que los servicios b¨¢sicos como el agua, la electricidad o el sistema de alcantarillado no funcionan la mayor parte del tiempo.
Resulta dif¨ªcil decir si la inestabilidad social supone una amenaza para el Gobierno de Kim Il Sung. Pero varios analistas de los servicios de inteligencia occidentales dicen que ha habido indicios de movimientos de tropas aparentemente destinados a proteger al r¨¦gimen de las protestas populares.
Los informes hablan de inestabilidad interna en una naci¨®n comunista que tiene un Ej¨¦rcito de un mill¨®n de hombres y, de acuerdo con las cifras que maneja Estados Unidos, un programa de armas nucleares.
Japoneses de origen coreano que han podido visitar a sus familiares recientemente hablan de levantamientos populares sobre todo en primavera, cuando se recogieron las escasas cosechas. En una naci¨®n llena de propaganda del presidente Kim una nueva consigna ha llenado los omnipresentes paneles: "Comamos dos veces al d¨ªa, no tres".
El resultado de todo ello ha sido un declive del respeto por Kim Il Sung y por su hijo, Kim Jong Il, que espera asumir el poder a la muerte de su padre. A falta de la estima p¨²blica, los Kim han adoptado la pol¨ªtica del terror. Casi todos los japoneses de origen coreano de Niigita pueden nombrar familias enviadas a campos de prisioneros porque uno de sus miembros desair¨® al r¨¦gimen. El castigo por criticar a Kim, dicen, es la cadena perpetua, no s¨®lo para el acusado, sino tambi¨¦n para su esposa e hijos.
A pesar del r¨ªgido control social, ha habido levantamientos populares en varias ciudades. "O¨ªmos que en Unbong la gente asalt¨® un almac¨¦n de alimentos", cuenta Chung Myong Soo, un coreano que ha estado recientemente en su pa¨ªs. "El Ej¨¦rcito ten¨ªa armas, pero no pudo frenar a las masas".
Es un testimonio de segunda mano, pero es que muy pocas informaciones directas salen fuera del pa¨ªs. Este a?o, el n¨²mero de visitantes extranjeros a los que se ha permitido la entrada se ha reducido *considerablemente. El poder de los Kim descansa en el Ej¨¦rcito.
Varios periodistas han visto soldados desplegados en pueblos del interior, lejos de las fronteras donde se espera al enemigo. El viceprimer ministro, Kim Dul Hyon, ha reconocido que las tropas estaban en guardia ante "amenazas dom¨¦sticas".
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