Lara
"Ah¨ª, a vuestra espalda, en el recibidor: columna del siglo II. Y a la derecha, un zuloaga. Venid, aqu¨ª", indica el editor Lara desde el centro de un enorme sal¨®n. "Mirad, un rusinyol. Y ah¨ª dos gimenos. Pero lo mejor est¨¢ ah¨ª dentro, en la biblioteca. ?Un momento! Esto hay que prepararlo". Y da ¨®rdenes luminot¨¦cnicas a un mayordomo que, por su sonrisa de complicidad, dir¨ªase paciente conocedor del talante presuroso del due?o de la casa. "?Ya pod¨¦is entrar!". Un foco ilumina un cuadro de Goya, encima de la chimenea. "La pintura me gusta mucho. Yo compro cuadros, y mi mujer, muebles antiguos. Ahora comprar¨¦ un vel¨¢zquez precioso". ?Se puede decir? "?Todo est¨¢ declarado, todo! Este goya estuvo en la exposici¨®n sobre Carlos III y la Ilustraci¨®n. Voy a contarte una cosa graciosa que ocurri¨® al respecto: yo siempre invitaba al ministro Solana al Premio Espejo de Espa?a y ¨¦l nunca asist¨ªa. Un d¨ªa se lo dije a Felipe Gonz¨¢lez. 'No te preocupes, este a?o ir¨¢', me prometi¨®. Y Solana asisti¨®, y me dijo que le hab¨ªa gustado el acto y que asistir¨ªa cada a?o". ?Cumpli¨®? "?Qu¨¦ va! Siempre mienten... Pero, claro, yo no iba a decirle a Felipe: 'Oye, que el chico no asiste a la escuela". As¨ª que dej¨¦ pasar el tiempo y un buen d¨ªa Solana me pide el goya para la exposici¨®n. Y yo le digo a mi secretaria: 'Saca una de esas cartas de oficio que manda el ministro cuando nos dice que no puede asistir al premio'. Y le contest¨¦ en los mismos t¨¦rminos: 'Sinti¨¦ndolo mucho le comunico que, debido a un compromiso adquirido anteriormente por el cuadro, ¨¦ste no podr¨¢ asistir a la exposici¨®n...'. ?Se arm¨® un foll¨®n! En ¨¦stas, Sempr¨²n entr¨® de ministro y un d¨ªa me lo encuentro y me dice: 'Oye, d¨¦jame el cuadro, que con la carta que mandaste soy el hazmerre¨ªr del ministerio. Se lo prest¨¦, con un seguro de 500 millones, eso s¨ª". El mayordomo anuncia una llamada del presidente del RCD Espa?ol. "Me vais a perdonar, pero tengo que hablar con ¨¦l. Mientras, que os ense?en el juego de caf¨¦ de los Borbones; 12 tazas tengo, con los platos". La conversaci¨®n telef¨®nica ha sido r¨¢pida, como la gesticulaci¨®n y el habla de ese hombre gigantesco, de pelo blanco, tez transparente y apariencia sumamente pulcra. "He fichado a un delantero b¨²lgaro mejor que Stoichkov y m¨¢s r¨¢pido que Gento: lo he cronometrado. Ochenta millones me ha costado". Su pasi¨®n por el RCD Espa?ol le resulta bastante cara. "Siempre digo que ganar mucho di nero est¨¢ bien, pero desgraciado del hombre que gana millones y no tiene con qui¨¦n compartirlos. Yo los comparto con quienes m¨¢s quiero: mi familia y el Espa?ol".
Jos¨¦ Manuel Lara naci¨® en El Pedroso. "Un pueblo de Andaluc¨ªa al que quiero much¨ªsimo, pero donde ya no voy porque me he enfadado con los que mandan all¨ª". Ahora, en el coche, camino de la costa, al hablar de su pueblo natal, su expresi¨®n es de honda gravedad. "Era un pueblo de 6.000 habitantes y s¨®lo quedan 2.00V. Parece que el editor Lara tiene parte en esa despoblaci¨®n. "El cura me los iba mandando a todos para que les buscara trabajo, hasta que un d¨ªa le dije: 'Para, o te quedar¨¢s t¨² sin empleo'. Y as¨ª fue, porque se qued¨® sin parroquia". Se dice que construy¨® bloques de viviendas... "Cien pisos, con un alquiler de 500 pesetas que no se pod¨ªa subir, y les encontr¨¦ trabajo a todos. No, en Planeta no; en Seat, en Roca, en Hispano Olivetti... En la ¨¦poca de Franco, hab¨ªa all¨ª un alcalde que se empe?¨® en que me hicieran hijo adoptivo de mi pueblo porque as¨ª lo quer¨ªa el gobernador. Y yo le dije: 'Ni hablar; muy bien que me nombren hijo adoptivo de mi pueblo si mi pueblo quiere, pero no porque lo quiera el gobernador'. Luego, con los a?os, llegan los socialistas y vuelven a propon¨¦rmelo, y yo contento. Pero entonces se presentan los de Sevilla y me piden 40 millones para una f¨¢brica de corcho, y les ech¨¦ de mi casa, porque yo no compro adopciones. Y no he vuelto a mi pueblo. Eso s¨ª, cada a?o les mando dinero, 400.000 pesetas para C¨¢ritas, y hace unos d¨ªas dos millones para el manto de la Virgen. Pero no vuelvo, y me duele". Su padre era el m¨¦dico del pueblo. "Antes iba todos los a?os, en Semana Santa, con mi mujer. Y suced¨ªa algo curioso: durante el d¨ªa paseaba por el campo, con mi esposa, y ve¨ªa a la gente que vive all¨ª ahora; pero por la noche pase¨¢bamos por las calles desiertas, pas¨¢bamos por delante de las casas del pueblo, y ya no ve¨ªa a quienes ahora viven all¨ª sino a quienes las habitaban cuando yo era ni?o y mi padre me mandaba a cobrarles las igualas. Estaban ya muertos, claro; pero yo los ve¨ªa como eran entonces, en mi infancia, hac¨ªa tantos a?os. Cada noche, paseando, reconstru¨ªa la historia de mi pueblo para mi mujer". Huelga preguntar si ha le¨ªdo Pedro P¨¢ramo. "Es mi libro preferido. Fue muy dif¨ªcil obtener los derechos para editarlo, pero al final lo consegu¨ª". R¨ªe. "S¨ª, siempre consigo lo que quiero".
"He sido el mejor bailar¨ªn de vals y de tango de toda Espa?a. Trabaj¨¦ en la compa?¨ªa de Celia G¨¢mez. Que s¨ª, que no te enga?o. En agosto, ella iba a Estoril a jugar a p¨®quer. La pobre perd¨ªa siempre. Yo me quedaba en Madrid vendiendo galletas Mar¨ªa". ?Galletas Mar¨ªa? "S¨ª, ahora las aborrezco, pero las vend¨ªa por las tiendas. Me enteraba de qu¨¦ equipo era el tendero: casi todos eran del Atl¨¦tico. Les daba coba, les dec¨ªa que iban a ganar la Liga y que eran los mejores, y, cuando me dispon¨ªa a irme, me dec¨ªan: 'Pero, oye, ?t¨² no has venido a vender galletas? Venga, que te compro'. Y yo les contestaba: 'No, que tengo orden de no vender porque van a subir'. Y me las compraban todas. ?Estudiar, yo? Nada. Hice el ingreso de telecomunicaciones, pero no estudiaba. S¨®lo me gustaban las matem¨¢ticas. Mi padre se desesperaba conmigo. Yo era un ni?o muy d¨ªscolo que s¨®lo pensaba en el f¨²tbol". Jos¨¦ Manuel Lara siempre habla con gran respeto y afecto de su esposa, Mar¨ªa Teresa Bosch. "Ha sido decisiva en mi vida. Me quit¨® la furia que yo llevaba dentro. S¨ª, ten¨ªa yo un car¨¢cter ind¨®mito y pele¨®n, y Mar¨ªa Teresa supo sujetarlo. Adem¨¢s, siempre me ha asesorado, en lo literario y en todo. Cuando me cas¨¦, yo no ten¨ªa un duro. ?Trabajar para otro, por cuenta ajena? No, nunca hubiera podido. Antes de casarme s¨ª lo hice, pero no pod¨ªa ir as¨ª al matrimonio, con un empleo a sueldo, que es como tener un chorizo que vas cortando poco a poco hasta que te quedas sin. Al principio, montamos tres academias de bachillerato y de ense?anza mercantil. Pero no daban dinero, y me ganaba la vida con La Vanguardia. No, no trabajaba en el peri¨®dico, sino con el peri¨®dico. Te lo explico: todas las ma?anas le¨ªa la secci¨®n de ofertas y la de demandas, y siempre se daba alguna coincidencia, alguien que quer¨ªa comprar algo que otro quer¨ªa vender. Entonces, yo compraba al que quer¨ªa vender y luego vend¨ªa al que quer¨ªa comprar, y vend¨ªa m¨¢s caro. Hasta que compr¨¦ una editorial, Tartesos, y empec¨¦ con Planeta. Y ahora ya son 60 las editoriales que tenemos. Dicen que soy el mejor editor en lengua castellana, y yo digo: 'Mentira, soy el que mejor equipo tiene, y el que sabe vender m¨¢s'. Al principio, la editorial ¨¦ramos Mar¨ªa Teresa, el se?or Ortega, que ya muri¨®, Angelita Palacios, la secretaria, y yo. Ortega era tan antifranquista que no quiso constar en el seguro; cuando enferm¨® le pagu¨¦ todos los gastos, todos. Angelita Palacios es una mujer inteligent¨ªsima. Ahora ense?a catal¨¢n a sus nietos. Eso de la obligatoriedad del catal¨¢n es un error. Se lo dije a Jordi Pujol. 'Pr¨¦mialo, pr¨¦mialo y lo aprender¨¢n. Mira, con lo que nos gusta hacer el amor, si nos lo hubieran puesto obligatorio, hubi¨¦ramos jodido mucho menos, pero como nos dijeron que era pecado...". Hay que saber vender. El editor Lara sabe hacerlo. "Y mis vendedores. Tengo uno especializado en vender libros a la Guardia Civil. ?Sabe los que m¨¢s les vende? Las poes¨ªas de Garc¨ªa Lorca y El matrimonio perfecto. Ya ves t¨² lo que son las cosas".
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