Un pa¨ªs sumido en su propio desastre
Nadie la ha declarado todav¨ªa formalmente,' pero el fantasma de la guerra vuelve a amenazar a Nicaragua, ante la pasividad de un Gobierno que naufraga en manos de, una mujer, Violeta Chamorro, inescrupulosamente utilizada como tapujo de ambiciones miserables y secretos repartos de poder.El pa¨ªs est¨¢ igual que hace tres a?os. El mismo panorama desolador de la verdadera Calcuta de Am¨¦rica Latina. Las mismas ruinas devoradas por la vegetaci¨®n; el mismo olor profundo a humedad y or¨ªn; los mismos ni?os hambrientos vendiendo los mismos peri¨®dicos incendiarios en las mismas esquinas fantasmales de una ciudad que no existe.
M¨¢s publicidad de cerveza, menos propaganda pol¨ªtica, pero los mismos autom¨®viles sin puertas, las mismas columnas de desesperados buscando cada d¨ªa el pan debajo de las piedras. El mismo desastre gobernado por los mismos pol¨ªticos de siempre.
Los secuestros de recontras y sandinistas de ahora son, en realidad, un calco de aquellos hist¨®ricos de 1974 -el asalto a la casa de Jos¨¦ Castillo- y el m¨¢s famoso a¨²n de 1978, dirigido por el entonces l¨ªder guerrillero Ed¨¦n Pastora, quien, por cierto, se ha querido ahora hacer pat¨¦ticamente presente en esta crisis con el anuncio de su regreso a la actividad pol¨ªtica.
Los pol¨ªticos nicarag¨¹enses siempre han sido una casta que se entreten¨ªa con la lucha por el poder. El difunto Pedro Joaqu¨ªn Chamorro, el marido de la actual presidenta, fue en realidad uno m¨¢s de esa reducida ¨¦lite que puede hacer pol¨ªtica. Esta casta se ampli¨® en los ¨²ltimos a?os con la incorporaci¨®n de un apellido desconocido hasta entonces, el de los hermanos Ortega, y con un grupo que antes hab¨ªa contado poco, los sandinistas.
Reparto pac¨ªfico
Lo que se consigui¨® en 1990 fue, de hecho, un acuerdo entre esa casta para repartirse el poder pac¨ªficamente. Se cre¨® una fachada de acuerdo nacional que permit¨ªa a Violeta Chamorro reinar sin gobernar, mientras que las decisiones se tomaban de forma negociada entre los Ortega y Antonio Lacayo y, al mismo tiempo, estos tres trataban de negociar con los conservadores y somocistas (seguidores del depuesto y asesinado ex dictador Anastasio Somoza) reunidos en la UNO (Uni¨®n Nacional Opositora).Esta f¨®rmula se rompi¨® enseguida porque unos eran mezquinos a la hora de entregar, y otros demasiado ambiciosos a la hora de exigir Ahora las diferencias vuelven a resolverse con las armas, y es de temer que en el horizonte no se vislumbre m¨¢s que nuevo somocismo o nuevo sandinismo.
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