Carrero Blanco fue mas decisivo en la dictadura de lo que se cree, seg¨²n Javier Tusell
El historiador prepara una biograf¨ªa del valido de Franco asesinado por ETA
La pluma con la que don Juan Carlos acept¨® su designaci¨®n como futuro Rey le fue regalada al almirante Luis Carrero Blanco, an¨¦cdota que ayuda a comprender la verdadera importancia del almirante durante la dictadura y en el proceso de sucesi¨®n. As¨ª lo afirma el historiador Javier Tusell, ganador del Premio Comillas de biograf¨ªa el a?o pasado con su relato de tres a?os en la vida de Franco. Tusell prepara una blograf¨ªa de Carrero, el que fue n¨²mero dos del r¨¦gimen hasta su asesinato por ETA, casi en el quicio de la transici¨®n. El libro tardar¨¢ a¨²n en salir.
"La biograf¨ªa de Franco no me daba miedo; la de Carrero, s¨ª, a causa de su oscuridad", dice Tusell, que dirige un seminario de Historia Contempor¨¢nea en El Escorial, y que tambi¨¦n ha descubierto una carta, escueta, en la que el pr¨ªncipe Juan Carlos agradece a Carrero "todo lo que est¨¢ haciendo" por ¨¦l. Carrero, por ejemplo, tuvo un papel decisivo en lo que L¨®pez Rod¨® llama en sus memorias el a?o de la boda: la de Alfonso de Borb¨®n con Carmen Mart¨ªnez-Bordi¨² Franco, apellidos que, juntos desde 1972, excitaron algunas imaginaciones.Es habitual considerar a Carrero como una especie de ejecutor de Franco, superviviente en el poder gracias a su vocaci¨®n de sombra. Seg¨²n Tusell, eso es s¨®lo parcialmente verdad. Pues muchas de las ideas lanzadas por Franco aparecen primero en documentos de trabajo de Carrero, quien dej¨® mucho escrito, sobre todo agendas. (Tambi¨¦n dibuj¨® mucho: barcos de guerra, peras, manzanas).
Por ejemplo, la idea, en 1941, de que hab¨ªa que mantener una puerta abierta con don Juan, es de Carrero. En una salida de tono poco habitual en ¨¦l -y reveladora de su pasi¨®n casi f¨ªsica por el poder-, Franco hab¨ªa dicho ante el Consejo de Ministros: "Hay que aplastarlos como gusarapos". Tambi¨¦n habl¨® de "hundir los dientes hasta el final". No se refer¨ªa a los republicanos, sino a los mon¨¢rquicos de don Juan, que hab¨ªan ido a visitarle a Estoril. Pero fue Carrero quien le dijo a Franco: "Si su excelencia fuese eterno no habr¨ªa problema sucesorio. Pero como no lo es, hay que encontrar una soluci¨®n". La sucesoria fue la Operaci¨®n Salm¨®n, as¨ª llamada porque la pesca de salm¨®n requiere paciencia. "Hay que ver lo que a este hombre le cuesta parir", dicen que dijo de Franco. Otra idea que se puede rastrear antes en Carrero es la de las "varias guerras mundiales", en lugar de una sola.
La tesis de reconvertir el r¨¦gimen, alejarlo del Eje y acercarse a los aliados fue tambi¨¦n de Carrero, en cuyos documentos de aquella ¨¦poca aparecen constantes cr¨ªticas a los falangistas, y en particular a Serrano Su?er, el cu?ado de Franco, cuyo talante demasiado visible fue en parte causa de su sustituci¨®n como valido. De hecho, un consejo de Carrero, a Franco precedi¨® a su defenestraci¨®n. El Serrano de la ¨¦poca tiene ideas fascistas y cierta tendencia exhibicionista, en tanto que el perfil de Carrero encaja como una puerta en un discreto catolicismo tradicional.
Un gran error de muchos pol¨ªticos franquistas, como Fraga y Sol¨ªs, fue minusvalorar la influencia de Carrero, que m¨¢s que un subsecretario fue un verdadero secretario pol¨ªtico del dictador, desde diversos cargos a lo largo de casi todo el franquismo. Ese error de c¨¢lculo fue decisivo en sus biograf¨ªas, sobre todo en la crisis de 1969, con la entrada de los tecn¨®cratas en el Gobierno.
Franco y Carrero jam¨¢s se apearon el tratamiento, algo por lo dem¨¢s habitual entre militares de distinto rango. Eran muy distintos, pero complementarios, seg¨²n Tusell. Carrero ten¨ªa no s¨®lo una lealtad absoluta, sino la rar¨ªsima cualidad de carecer de ambici¨®n -intent¨® no aceptar la presidencia del Gobierno-, y Franco encontr¨® en ¨¦l a un jefe de Estado Mayor que le hablaba en un lenguaje com¨²n y le daba alternativas. El d¨ªa de la designaci¨®n del Pr¨ªncipe, organizado como una operaci¨®n militar, se llam¨® D¨ªa D.
R¨¦gimen l¨²gubre
Por lo dem¨¢s, es injusto atribuir a Carrero la exclusiva de lo m¨¢s l¨²gubre del r¨¦gimen. Firm¨® conmutaciones de penas de muerte en el juicio de Burgos -fue de los primeros en ver la necesidad de no crear m¨¢rtires en ETA-, en tanto que su sucesor, Arias Navarro, s¨ª firm¨® las ¨²ltimas sentencias de muerte de la dictadura. En ambos casos la presi¨®n internacional fue fort¨ªsima.En contra de lo que se piensa a menudo, dice Tusell, el asesinato de Carrero, el 20 de diciembre de 1973, no determin¨® la transici¨®n, aunque s¨ª cre¨® un serio problema a Franco, ya completamente aislado y desinformado. El problema lo resolvi¨® Arias, mejor visto que Carrero en El Pardo, y cuyo nombramiento salv¨® el futuro pol¨ªtico de Adolfo Su¨¢rez, que en otro caso hubiera entrado en un Gobierno de Franco; por esta vez tuvo que quedarse en TVE. Para cuando muri¨®, Carrero quer¨ªa retirarse. Establecida la sucesi¨®n, hab¨ªa cumplido. Ya estaba vencido por la vida.
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