Come y cu¨¦ntalo
Amo los libros de memorias escritos sobre la base de lo que bebimos y de lo que comimos: tan s¨®lo hablan de la felicidad. Suelen ser, adem¨¢s, libros que no piden perd¨®n a nadie ni ensayan tampoco cualquier variante de la venganza. Son libros sin conclusiones, muy parecidos a la vida, y tienen todos una melancol¨ªa afinada, digerible. La mesa es e.? lugar donde caben las tres o cuatro cosas que importan en la vida del hombre y los p¨¢rrafos que salen de ella tienen as¨ª una calidad sint¨¦tica antirret¨®rica muy apreciable.MFK Fisher, una se?ora de cejas inveros¨ªmiles y mirada muy abierta, nacida en Michigan a principios de siglo y que muri¨® el a?o pasado, americana muy horneada en Europa que pareci¨® amar y ser amada y que, con gran probabilidad, supo estar -y comer- sola, escribi¨® en el a?o 49 uno de esos libros maravillosos, alfabeto para gourmets, que ahora ha editado Muchnik en Espa?a. Veintis¨¦is letras que abren la espita de la cocina y de la memoria, rematadas con el estrambote de La cena perfecta, una docena final de folios muy ¨²til para saber qu¨¦ hacer con la vida de uno.
En una de las letras de su libro, la L, la ele de comidas literarias, la se?ora Fischer contempla -se regodea, dice ella- su atestada biblioteca gastron¨®mica y escribe: "Ninguna comida es buena si no puede reflejarse con placer". Considerar la palabra, la futura evocaci¨®n literaria, como el plato transversal de cualquier men¨² fue, seguramente, lo que le permiti¨® hacer comidas insuperables. Entre la glotoner¨ªa moral de los adeptos al "vivimos para comer", o la pragm¨¢tica insipidez de los adscritos, quiz¨¢ porque no tienen m¨¢s remedio, al "comemos para vivir", la se?ora MFK Fisher, de Michigan, "comi¨® para escribir". Brindemos por su salud ultraterrena: lo que comi¨® -y su j¨²bilo- son nuestros para siempre.
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