La desfachatez y lo pintoresco llenan el festival paralelo de Edimburgo
El Fringe supera en popularidad a la muestra oficial
Hace unos d¨ªas, el diario The Scotsman albergaba la misiva de un lector que se quejaba de la creciente importancia que est¨¢ alcanzando el Fringe, celebraci¨®n paralela al festival de Edimburgo. Ven¨ªa a decir este buen lector que el festival es algo serio, y el Fringe, una colecci¨®n de frivolidades. Pero lo cierto es que el Fringe, con sus dosis de alegr¨ªa y desfachatez, se est¨¢ comiendo al acartonado festival de Edimburgo.
Probablemente, s¨®lo en el Fringe puede uno encontrar una obra como The Gary Glitter story, que este cronista tuvo la dicha de ver la tarde del mi¨¦rcoles, previa inmersi¨®n en la Deacon Brodie Tabern (peque?o inciso hist¨®rico). El tal Brodie fue un tipo aquejado de un problema de doble personalidad, que le llevaba a portarse como un ciudadano modelo durante el d¨ªa y a robar y asesinar a sus paisanos durante la noche. En ¨¦l se inspir¨® Robert Louis Stevenson para crear al doctor Henry Jekyll y a su desagradable alter ego, el se?or Hyde.No s¨¦ si ustedes recordar¨¢n a Gary Glitter, pero el tipo fue una figura popular del glam rock de principios de los setenta, y en el Reino Unido existe todo un culto en torno a su persona.
Glitter (nacido Paul Gadd, en 1940) militaba en el sector m¨¢s chusco del movimiento, junto a grupos como Mud o The Sweet (en el ala seria del asunto hab¨ªa gente como David Bowie, Bryan Ferry o Steve Harley), y muchos le consideraron siempre un pasayo.
Aunque la verdad es que convertirse en una estrella siendo viejo, feo y gordo, yendo vestido de lam¨¦ y andando sobre unos horrendos zapatos de plataf¨®rma, es algo que no deja de tener su m¨¦rito. Si en la historia del rock and roll alguien ha elevado el rid¨ªculo a la categor¨ªa de arte, ¨¦se ha sido Gary Glitter.
As¨ª lo ha entendido el autor de The Gary Glitter story, un londinense de 25 a?os llamado Steve Furst, que se fascin¨® con The leader a la tierna edad de seis a?itos, y a¨²n le dura el cuelgue.
Para montar la obra se ha visto obligado a hipotecar dos veces su casa, a venderse el coche y a dilapidar el dinero ahorrado para una boda inminente, que, finalmente, no ha tenido lugar: su novia, a los gritos de o Gary o yo, le ha plantado. No s¨¦ qu¨¦ pensar¨¢n ustedes del se?or Furst, pero a m¨ª alguien que tira su vida por la borda en defensa de una causa tan est¨²pida me provoca una ternura rayando en la admiraci¨®n.
The Gary Glitter story est¨¢ interpretada por el propio Steve Furst, que se marca cinco o seis papeles, y por su compinche Mike Leigh, que da vida a The leader. Es una pieza simp¨¢tica de caf¨¦-teatro que pretende que el espectador se r¨ªa con Gary Glitter, aunque muchos de los presentes la otra tarde en The Music Box ( garito de tono cavernoso) lo que hac¨ªan era re¨ªrse de Gary Glitter. Pero el se?or Furst ya debe de estar acostumbrado a estas contingencias, l¨®gicas cuando se escoge como ¨ªdolo a alguien tan grotesco como el inefable Gary Glitter.
Fondo azul
El pasado mi¨¦rcoles se proyect¨® en el festival cinematogr¨¢fico que tiene tambi¨¦n lugar durante estos d¨ªas el ¨²ltimo filme de Derek Jarman, personaje que, como Gary Glitter, aunque en un registro diferente, ha creado todo un culto a su alrededor.
Derek Jarman, devastado por el sida, est¨¢ pr¨¢cticamente ciego y mentalizado para encajar la muerte en cualquier momento. Blue puede ser su testamento, pero sus seguidores har¨¢n mejor repasando Sebastiane o The last of Ingland en vez de tragarse esta cinta, que consiste en una pantalla permanentemente azul y la voz en off de Jarman explicando sus desgracias.
Aun lamentando mucho la situaci¨®n del se?or Jarman, aguantar unos 75 minutos que dura Blue cuesta lo suyo, y a menudo dan ganas de salir corriendo en busca de alg¨²n cine donde proyecten Parque Jur¨¢sico o cualquier otra frivolidad hecha en Hollywood.
Babelia
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