Berkoff y Bob Wilson, las dos esquinas del teatro en Edimburgo
Estrenos de un espect¨¢culo personal y vibrante y una fr¨ªa versi¨®n de 'Fausto'
RAM?N DE ESPA?A Aunque es pr¨¢cticamente desconocido en Espa?a, el actor, director y autor teatral Steven Berkoff cuenta en el Reino Unido con un p¨²blico fiel que llena las salas al simple conjuro de su nombre. As¨ª sucedi¨® el viernes en el estreno de su ¨²ltimo espect¨¢culo, tres mon¨®logos reunidos bajo el sencillo t¨ªtulo de One man. Gran expectativa despert¨® tambi¨¦n el estreno de Doctor Faustus lights the lights, una obra de Gertrude Stein, llevada a escena por Bob Wilson, que ha hecho una pulcra y fr¨ªa versi¨®n personal de la pieza.
Para mucha gente, Gertrude Stein s¨®lo fue una norteamericana exc¨¦ntrica exiliada en Par¨ªs que se pirraba por los artistas y se ganaba su amistad d¨¢ndoles de comer y de beber. Pero Bob Wilson siente por ella un gran respeto: "Stein me interesaba como escritora, por su humor y su inteligencia. Creo que nunca ser¨¢ comercial. Es muy especial. La arquitectura, los ritmos, el humor... sugieren im¨¢genes mentales".Gertrude Stein escribi¨® la obra titulada Doctor Faustus lights the lights en 1938 con la intenci¨®n de que se convirtiera en una ¨®pera compuesta por Gerald Berners. Pero Berners, preocupado por una guerra mundial que ve¨ªa inminente, nunca cumpli¨® el encargo.
Doctor Faustus lights the lights no se estren¨® hasta 1951, y fue el compositor Richard Banks quien finalmente se encarg¨® del contenido musical de la obra, una recreaci¨®n del mito de Fausto en la que la invenci¨®n de la luz el¨¦ctrica representaba la asunci¨®n de los poderes divinos por parte del hombre.
M¨¢s de cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, Bob Wilson se ha visto en la obligaci¨®n de enmendarle la plana a la se?ora Stein, utilizando su texto para fabricar otro de esos espect¨¢culos tan correctos como vac¨ªos a los que nos tiene acostumbrados en los ¨²ltimos a?os. De hecho, dado que tanto Wilson como Stein son creadores m¨¢s preocupados por la estructura, por los aspectos formales de una obra, que por su concepto o sus intenciones literarias o sociales, era l¨®gico que acabaran compartiendo un escenario. Wilson detesta el teatro de texto y no le interesa utilizar la escena para explicar una historia.
Obsesi¨®n por la belleza
Esta manera de enfocar el medio teatral ser¨ªa aceptable si el se?or Wilson consiguiera transmitir al espectador alg¨²n tipo de emoci¨®n o sentimiento, pero a tenor de lo visto en ese Doctor Faustus lights the lights presentado en el Royal Lyceuni de Edimburgo, la obsesi¨®n de nuestro hombre por la belleza, la perfecci¨®n del encuadre y la aplicaci¨®n de las leyes de la geometr¨ªa a un escenario, s¨®lo le conducen a un aburrido callej¨®n sin salida.
Doctor Faustus lights the lights es, pues, un espect¨¢culo... ?hermoso? Tal vez, pero creo que t¨¦rminos como pulcro o, si me apuran, mono resultan m¨¢s adecuados. La gente a la que le gusta que le cuenten una historia puede encontrarlo tedioso, repetitivo y hasta irritante. B¨¢sicamente porque a Bob Wilson las cosas que le pasan a la gente parecen importarle un r¨¢bano. Lo suyo son las im¨¢genes mentales, la estructura y todo tipo de conceptos regidos por una seriedad y una frialdad espeluznantes.
Si se es un actor, trabajar para ¨¦l debe de ser una tortura. Viendo evolucionar a los actores por el escenario con sus gestos mec¨¢nicos, medidos, ensayados hasta la n¨¢usea para alcanzar la ansiada e in¨²til perfecci¨®n, cualquiera pod¨ªa lamentar la conversi¨®n de un ser humano en un zombie adiestrado en el gabinete del doctor Wilson para recitar un texto minimalista, pretencioso y, en el fondo, banal.
Tres mon¨®logos de un excelente histri¨®n
A sus cincuenta y tantos a?os, Steven Berkoff sigue siendo considerado el ni?o terrible del teatro brit¨¢nico, un tipo col¨¦rico e imprevisible del que sus amigos aseguran que tiene, en el fondo, un coraz¨®n de oro. Movi¨¦ndose entre una marginalidad de lujo y la plena aceptaci¨®n social, a Berkoff siempre le han ca¨ªdo bien sus experiencias en el escenario, ya fuera con obras propias o con sus peculiares versiones de textos ajenos. En este segundo campo, sus adaptaciones de dos cl¨¢sicos de Franz Kafka, El proceso y La metamorfosis, han contribuido en gran medida a cimentar su prestigio.Prestigio que, tras presenciar su impecable One man, hay que reconocer que se ha ganado a pulso. El mon¨®logo es una especialidad teatral que no est¨¢ hecha para todos los actores. Muchos son incapaces de mantener el inter¨¦s del p¨²blico m¨¢s all¨¢ de los 20 primeros minutos, pero el se?or Berkoff, se lo aseguro a ustedes, nos tuvo a todos los presentes pendientes de sus m¨¢s m¨ªnimos gestos durante una hora y media; terminada la cual uno se quedaba con la grata impresi¨®n de haber presenciado la actuaci¨®n de un hombre que es en s¨ª mismo todo un espect¨¢culo.
Interpretaci¨®n
Steven Berkoff es un histri¨®n de los que ya no quedan, y aunque a veces bordee la sobreactuaci¨®n, siempre sabe dar el necesario paso atr¨¢s. La ¨²nica pega que han puesto los cr¨ªticos brit¨¢nicos a su One man es que resulta m¨¢s interesante la interpretaci¨®n del actor que el texto al que, en teor¨ªa, sirve.
Puede que haya algo de raz¨®n en ello, pero la actuaci¨®n de Berkoff es tan redonda que los textos devienen solamente unas perchas a las que el hombre se agarra para hablar, susurrar, gritar (d¨¢ndole a su voz infinidad de registros d¨ªferentes), gesticular y tener al p¨²blico fascinado durante 90 minutos.
El mon¨®logo m¨¢s largo consiste en una adaptaci¨®n del cuento de Edgar Allan Poe Tell tale heart, la historia del asesino que entierra a su v¨ªctima bajo el suelo de su propia casa y al que la locura y el remordimiento llevan a escuchar los latidos del cad¨¢ver desmembrado, delat¨¢ndose as¨ª frente a la polic¨ªa. Con ¨¦l empieza el espect¨¢culo, que prosigue con otros dos mon¨®logos escritos directamente por el propio Berkoff.
The actor narra las desgracias de un comediante en paro que se alegra cuando se cruza en la calle con un colega en su misma situaci¨®n y sufre cuando habla con alguien que tiene trabajo. Su padre le considera un vago y un gorr¨®n, pero su madre asegura que es clavado a Paul Newman. Cuando su mujer le abandona, le vemos recitar pat¨¦ticamente a Shakespeare mientras se apagan las luces y espera que llegue esa oportunidad que, muy probablemente, jam¨¢s se producir¨¢.
Dog, el ¨²ltimo mon¨®logo, precedido por unas estrofas de Anarchy in the UK, de los Sex P¨ªstols, es, probablemente, el m¨¢s hilarante de la Velada. Consiste en el retrato criminal de un hooligan inflado a cervezas que pasea por la ciudad con su perro, que le odia profundamente. Este pobre infeliz entre pinta y pinta de Lager, nos cuenta c¨®mo se divierte yendo al f¨²tbol o apaleando paquistan¨ªes. De vez en cuando, Berkoff se pone en el pellejo del perro y le basta con gru?ir, extender los brazos y sacar la lengua para conseguir que todos veamos sobre el escenario a un genuino bulldog.
Est¨¢ previsto que este espect¨¢culo se presente el pr¨®ximo d¨ªa 25 en el teatro Alb¨¦niz de Madrid, as¨ª que si se lo pierden no digan que no les avis¨¦. Steven Berkoff es un actor excelente, un caricato genial y un verdadero histri¨®n al que da gusto ver y o¨ªr. De acuerdo, no habla espa?ol, pero nadie es perfecto.
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