Desastre h¨ªpico
Fue un desastre h¨ªpico, aunque tambi¨¦n podr¨ªamos decir ¨¦pico. O ambas palabras a la vez: desastre ¨¦pico e h¨ªpico; incluso con sus variantes: ¨¦pico desastre h¨ªpico, h¨ªpico desastre ¨¦pico. Y -es curioso-, cualquiera que fuera la vuelta que le di¨¦ramos a la frase, reflejar¨ªa con bastante aproximaci¨®n lo ocurrido en esta sexta corrida de la feria de Colmenar.De h¨ªpicos y de ¨¦picos sali¨® el p¨²blico colmenare?o hasta la boina. Porque los rejoneadores del cuadro, adem¨¢s de rejonear fatal, ten¨ªan la osad¨ªa de ponerse ¨¦picos, y ya pod¨ªan haber dejado el rej¨®n o la banderilla por las inocentes blanduras bajeras de los toros, que se pon¨ªan a pegar caballazos, saludar montera en mano, gritar "!Venga ya!" (pron¨²nciese venga ch¨¢) y armar una polvareda de patadas ¨¦quidas por delante de los tendidos, reclamando los aplausos que el indiferente p¨²blico se resist¨ªa a regalar. Javier Mayoral, de quien se contaron 24 pasadas para prenderle tres m¨ªseras banderillas a uno de los toros martirizados por colleras, a?ad¨ªa m¨¢s recursos de expresi¨®n triunfalista: poner de manos el caballo, las suyas propias en crispada demanda de ovaciones, y hasta galop¨® una vuelta al redondel agitando el sombrero.
Gimena / Cuatro rejoneadores
Cinco toros para rejoneo de Gimena Usera y 5? de El Pizarral, exageradamente desmochados; mansurrones, pero dieron juego.Luis Domecq: seis rejones por el costillar o la paletilla y rueda de peones (pitos). Javier Mayoral: rej¨®n en costillar, uno sin soltar y otro traser¨ªsimo bajo (pitos). Pablo Hermoso de Mendoza: rej¨®n baj¨ªsimo, otro en la paletilla y otro en el costillar (silencio). Antonio Domecq: rej¨®n bajo descordando (silencio). Por colleras. Luis y Antonio Domecq: rej¨®n baj¨ªsimo descordando (bronca). Mayoral-Hermoso: dos rejones traseros, y Hermoso, pie a tierra, descabello (palmas). Plaza de Colmenar Viejo, 2 de septiembre. Sexta corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Apenas nadie le hizo caso, realidad. El p¨²blico colmenare?o no era el que s¨®lo va a los espect¨¢culos de rejoneo, consume all¨ª una tonelada de pipas y se pasa la tarde aplaudiendo. Era, por el contrario, el de todos los d¨ªas de feria; ya ha visto muchos toros, mucho toreo, mucho desahogado que pretende torear a la galer¨ªa, y estaba curado de espantos. Por eso, seguramente, se dio el caso ins¨®lito de que pitara a la mayor¨ªa de los rejoneadores. La verdad es que se lo merec¨ªan. Muy mediocre Antonio Domecq, desacertado su hermano Luis, torpe Mayoral, la ¨¦pica h¨ªpica de estos alanceadores ecuestres fue como para salir corriendo. Al galope, por supuesto. ¨²nicamente Pablo Hermoso de Mendoza le hizo toreo al toro, y adem¨¢s ejecut¨® algunas suertes con cite en corto y reuniendo al estribo, que es lo bueno.
El deastre alcanz¨® su apogeo en el manejo de los rejones de muerte. Los rejoneadores -con mayor desacierto los Dornecq- ofrecieron la muestra antol¨®gica de c¨®mo se puede acuchillar un toro desde la impunidad que presta cabalgar un bien domado pura sangre. Los rejones aparec¨ªan en la paletilla, en el costillar, en la pura ri?onada, para horror del p¨²blico, que estall¨® en santa indignaci¨®n cuando vio que dos de los toros as¨ª tundidos, se desplomaban descordados.
El desacierto hab¨ªa desembocado en tropel¨ªa. El reglamento prohibe que se claven m¨¢s de tres rejones de muerte, y Luis Domecq clav¨® seis. Asimismo, que durante la barbarie esa denominada "por colleras" los dos rejoneadores vayan armados a la vez, y, sin embargo, los dos a la vez armados iban; uno detr¨¢s de otro se precipitaban a hundir hierros, y el toro era incapaz de defenderse, pues no sab¨ªa por d¨®nde le ven¨ªan los tiros. Y, de esta manera, sobre malo y aburrido, el desastre ¨¦pico aquel acab¨® siendo tambi¨¦n repulsivo. Un aficionado se acerc¨® a la puerta y pregunt¨®: "?D¨®nde puedo presentar una denuncia?".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.