Martin Scorsese: "He sentido la emoci¨®n de contar una pasi¨®n sin sexo"
El cineasta considera que 'La edad de la inocencia' es su pel¨ªcula m¨¢s violenta
"Yo siempre hab¨ªa deseado hacer un love story. Y cuando le¨ª el libro de Edith Walton, que me prest¨® un amigo, a principios de los a?os 80, me interesaron de ¨¦l las emociones, que eran muy poderosas. Pero no llegu¨¦ m¨¢s all¨¢. Fue al releerlo a?os m¨¢s tarde cuando vi que ¨¦ste era el libro, y cuando lo abord¨¦ con ¨®ptica de hacer una pel¨ªcula", dice Martin Scorsese al d¨ªa siguiente de que La edad de la inocencia haya abierto la Mostra de Venecia. El cineasta a?ade: "?ste es el m¨¢s violento de mis filmes" y explica que ha sentido al rodarlo la emoci¨®n de contar una pasi¨®n sin sexo.
La historia m¨¢s que victoriana de la Nueva York de 1870 que vali¨® a su autora el premio Pulitzer en 1921 movi¨® al director italoamericano a cambiar la tem¨¢tica de sus pel¨ªculas anteriores de g¨¢ngsteres, psic¨®patas o boxeadores fracasados y a centrarse en los prejuicios, renuncias, deseos sofocados, convenciones y cohesiones sociales de una familia puritana de la aristocracia neoyorquina de finales del siglo XIX, con el tri¨¢ngulo central de un hombre -interpretado por Daniel Day-Lewis- entre dos mujeres: su convencional esposa (Winona Ryder) y la rompedora amante (Michelle Pfeiffer), con la que reprimir¨¢ su pasi¨®n."Siempre me han impresionado los amores imposibles", dice Scorsese. "Ambientando esta historia de hace m¨¢s de un siglo he sentido la emoci¨®n de contar una pasi¨®n sin sexo, en la que la transgresi¨®n m¨¢xima, el delirio de amor, se explica en el rozar un cuello desnudo, besar una mu?eca retirando el guante. Las escenas de sexo en el cine nos han cansado, ya no comunican amor. Adem¨¢s yo, como buen italiano, estoy interesado por la familia, y las he descrito hasta mafiosas y sanguinarias. Aqu¨ª las familias no derraman sangre, pero matan igual, psicol¨®gicamente, para expulsar el cuerpo extra?o, para salvar su mitad".
"Un homicidio sin sangre, muy educado", llama Scorsese a la historia de su pel¨ªcula. "Me interesaba contar un amor imposible, una historia sofocada por las crueles convenciones sociales y, por una vez, vista desde la perspectiva del hombre. Ten¨ªa en la cabeza La heredera, de Wyler, una pel¨ªcula que me impresion¨® mucho de peque?o. Quer¨ªa describir la suspensi¨®n del amor no consumado a trav¨¦s de los detalles. Cuando ella se va, por ejemplo, la c¨¢mara se acerca a su hombro desnudo, que r¨¢pidamente es cubierto por el abrigo. Me gustaba la idea del enorme sacrificio hecho por dos 'irregulares' para tener en pie la sociedad en la que cre¨ªan y descubrir despu¨¦s que bastan los a?os de una generaci¨®n para convertirlo todo en in¨²til".
Examen de emociones
El director de La edad de la inocencia asegura que va hacia un an¨¢lisis individual, no colectivo, de los personajes. "Lo que pretendo es examinar las emociones y las motivaciones psicol¨®gicas que provocan las decisiones de las personas. No me interesa criticar la sociedad, porque no s¨¦ lo que es o no es justo, sino los individuos, algunos de los cuales deciden estar con la familia y otros no"Es muy interesante ver c¨®mo funciona todo esto, encontrarlo en un libro y decidir hacer una pel¨ªcula", sigue el cineasta. "Me gusta pensar que hay valores que no se han perdido totalmente. El hecho de que el protagonista descubra que su mujer es importante en su vida me parece muy conmovedor. Y no importa que ¨¦l sufra o no. Esto sucede en la vida con mucha frecuencia, todos los d¨ªas. Es muy corriente encontrar una situaci¨®n en la que uno est¨¦ casado, quiera divorciarse y no lo haga. No es necesariamente f¨¢cil divorciarse, al menos emocionalmente. El divorcio es siempre una cosa desagradable" asegura entre risotadas.
Para hablar de este amor sin futuro -cu¨¢nto le ha gustado es algo que repite sin cesar- Martin Scorsese ha elegido una senda de antrop¨®logo, con sus detalladas reconstrucciones hist¨®ricas, su exquisito cuidado del mobiliario, los vestidos y hasta las cenas de etiqueta. Ha hecho lo que llama "investigaci¨®n visual".
"Considero que buscar fotos de c¨®mo eran las casas, por dentro y por fuera, elegir los cuadros y copiarlos todos, obtener fotos de la gente de entonces y llegar a buscar los tejidos y hasta las cristaler¨ªas para hacer una reconstrucci¨®n exacta es algo que contribuye a la calidad del filme", dice. "Me ha gustado mucho ocuparme de las im¨¢genes, cogerlas, reunirlas, descubrir no s¨®lo la luz de los candelabros, sino incluso los propios candelabros", a?ade.
Y es que a Martin Scorsese, director de La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo, le apasiona la historia. "Encuentro que los retratos de costumbres son extremadamente actuales", opina. "Me gustan los libros de historia y me pregunto c¨®mo gente que com¨ªa cosas distintas a nosotros y se vest¨ªa de forma diferente sent¨ªa como sentimos hoy, porque las emociones siempre son las mismas".
El mundo cl¨¢sico
"Por eso", sigue el director de La edad de la inocencia, "mi mayor desaf¨ªo ser¨ªa hacer una pel¨ªcula sobre el mundo cl¨¢sico -que es realmente como entrar en el movimiento de la historia- o sobre los habitantes de Marte. Supongo que tendr¨ªan los mismos problemas, porque tambi¨¦n se trata de personas. La dificultad m¨¢s grande ser¨ªa escribir los di¨¢logos. ?C¨®mo hablar¨ªa esa gente? ?C¨®mo se besar¨ªa? [r¨ªe]. Mi mayor desaf¨ªo ser¨ªa hacer un filme as¨ª, secuestrar el coraz¨®n y la mente del p¨²blico a trav¨¦s de extra?os vestidos y raros modos de hablar. Creo que La edad de la inocencia es mi primera aproximaci¨®n a ello".Y si en la pel¨ªcula hay una cena con infinidad de platos, en un ambiente que Scorsese reconoce completamente deudor de El gatopardo, hay que a?adir tambi¨¦n el inmenso inter¨¦s que el tema gastron¨®mico suscita por s¨ª mismo en el director cinematogr¨¢fico, un hombre que confiesa hacer pinitos entre los pucheros (su pasi¨®n secreta), que colecciona libros de cocina (tiene centenares, incluso sobre cocina greco-romana) y al que se gana por el est¨®mago, toque este ¨²ltimo supertradicional de su personalidad, por otra parte. Pero s¨ª. Y la culpa la tiene la mamma: "Mi madre es una cocinera perfecta, y a las mujeres de mi vida siempre les he pedido que me mimaran en la mesa".
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