Una veintena de hombres mata a tiros a otro desarmado en La Jungla de San Blas

Los ni?os del barrio de La Jungla, en el distrito de San Blas, vivieron la tarde del mi¨¦rcoles el miedo m¨¢s intenso de su vida. Varios hombres -cuatro seg¨²n la Polic¨ªaNacional y m¨¢s de 20 seg¨²n los vecinos mataron a balazos a Honorio Bruno Silva, de 29 a?os, que iba desarmado. ?ste hab¨ªa abandonado su casa el pasado d¨ªa 10 tras una pelea y el mi¨¦rcoles volvi¨® a por dinero, seg¨²n sus parientes. Tres disparos, uno de ellos mortal, alcanzaron a Honorio en el tiroteo, cuyas balas tambi¨¦n llegaron hasta un autob¨²s que pasaba por la zona. Dos de sus pasajeros resultaron heridos leves.

En el poblado de La Jungla viven en casas bajas y prefabricadas unas 50 familias. Algunas de ellas se ganan la vida vendiendo electrodom¨¦sticos, sanitarios y muebles de cocina que comparten los patios con toboganes y tableros de baloncesto. Ayer, varias casas estaban vac¨ªas y cerradas. Unos estaban enterrando a Honorio Bruno -12 antecedentes policiales por diversos delitos-, y otros, huidos de la justicia. Todos ellos de la misma sangre. A decir de la familia del fallecido, los que le dispararon eran sus primos hermanos. Los problemas entre ambas ramas del mismo tronco vienen de muy lejos, pero la muerte de Honorio -la primera que ocurre en este barrio, seg¨²n los vecinos es consecuencia de una pelea ocurrida el 10 de agosto.La familia Bruno cuenta que Honorio golpe¨® a uno de sus agresores en una discusi¨®n y los gitanos de razones -los patriarcas- decidieron que se ausentara un mes de su casa hasta que se calmasen los ¨¢nimos. El mi¨¦rcoles le faltaban justo ocho d¨ªas para cumplir su destierro.

Despedida sin abrazo

Se acerc¨® al poblado a por dinero, pero los homicidas le hab¨ªan visto en la plaza de la Vicalvarada y tambi¨¦n acudieron al barrio. Honorio ni siquiera bes¨® a sus hijas, de 11 y 7 a?os. "Si las abraza se queda ya aqu¨ª", comenta una pariente. Honorio y su esposa, de 26 a?os, ten¨ªan otra peque?a que muri¨® de c¨¢ncer.

Honorio se dispon¨ªa a salir de La Jungla acompa?ado de tres gitanos de respeto cuando dos docenas de hombres apostados junto a una nave comenzaron el tiroteo. Hab¨ªan venido de fuera del poblado porque "¨¦sos [los asesinos] ya no respetan a los de aqu¨ª", seg¨²n un pariente. Los acompa?antes se tiraron al suelo y no sufrieron heridas, pero un autob¨²s que pasaba junto al barrio recibi¨® varios disparos, los cristales estallaron y dos pasajeros sufrieron heridas leves.

Los chavales del poblado comparan el tiroteo con una feria en la que se lanzasen fuegos artificiales. Algunos de ellos correteaban con sus bicicletas cuando comenz¨® el tiroteo. Las mujeres les metieron en las casas m¨¢s cercanas. Ni siquiera cuando ces¨® el fuego se atrevieron a salir por la puerta y sacaron a los cr¨ªos por las ventanas traseras.

A sangre fr¨ªa

Una ni?a de 11 a?os comenta que poco antes de la reyerta un polic¨ªa hab¨ªa parado su moto a la entrada del poblado con la excusa de que se le hab¨ªa estropeado el veh¨ªculo. La chica no se explica la paradoja: "La polic¨ªa viene cuando no se la necesita y, en cambio, cuando hay sangre llega tarde".

Otro pariente del fallecido comenta que la polic¨ªa encontr¨® una escopeta en poder de uno de los que participaron en el tiroteo -un chaval de 15 a?os- cuando ¨¦ste se dispon¨ªa a huir en compa?¨ªa de su madre. No le detuvieron; s¨®lo le requisaron el arma y le dijeron que se la devolver¨ªan cuando el padre del chico ense?ase los papeles en regla de la escopeta.

"Le mataron a sangre fr¨ªa", sentencia una cu?ada del fallecido. Los parientes de Honorio no quieren salir en fotos por temor a represalias. "Saque a los ni?os si quiere; a ellos nos les va a pasar nada".