Desprecio por la vida

He asistido con asombro, indignaci¨®n y una gran preocupaci¨®n un hecho que consideraba impensable en mi ciudad: el apaleamiento de un joven delincuente juvenil a manos de unos 30 honrados y decentes adolescentes de edades comprendidas entre los 13 y los 18 a?os. Acababa de ver por televisi¨®n c¨®mo una veintena de salvajes hac¨ªan lo propio con un polic¨ªa vasco y cu¨¢l no ser¨ªa mi estupefacci¨®n cuando observo este comportamiento en muchachos/as que conozco desde hace tiempo y a los que veo hacer deporte todos los d¨ªas en un centro del barrio. Y hay m¨¢s: cuando les increp¨¦ para que no se tomasen la justicia por su mano me contestaron que la polic¨ªa les hab¨ªa animado a ello, ya que "con estos reincidentes no se puede hacer nada". Y a¨²n hay m¨¢s: un nutrido grupo de adultos/as asist¨ªan impasibles al hecho, e incluso alguno anim¨® el cotarro a gritos de "as¨ª se hace, habr¨ªa que acabar con todos ellos".Quiero denunciar, no a esos adolescentes, sino a todos los adultos/as que est¨¢n transmitiendo a nuestros j¨®venes un desprecio total y absoluto por las instituciones democr¨¢ticas, defectuosas, lentas e inoperantes, pero las ¨²nicas que nos permiten no acabar en un nazismo descontrolado; a todos los que venden la violencia como ¨²nica forma de justicia y de diversi¨®n.

Iba con mi hija de dos a?os y un min¨²sculo beb¨¦ de dos meses que llevo en mi interior. Por ellos quiero gritar: "Basta ya".-

M¨®stoles (Madrid).