Adecuaci¨®n monetaria
LA AMPLIACI?N de las bandas de fluctuaci¨®n (hasta el ¡À15%) del Sistema Monetario Europeo (SME), a finales de julio, supuso una cierta relajaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria de los pa¨ªses miembros. La mayor¨ªa de los responsables europeos pod¨ªan, a partir de entonces, reducir sus tipos de inter¨¦s sin temor a vencer los l¨ªmites de fluctuaci¨®n de sus respectivas monedas, ahora m¨¢s holgados. Hasta la citada ampliaci¨®n, la resistencia a la baja del precio del dinero trataba de neutralizar las tensiones depreciadoras que algunas monedas, entre ellas la peseta, experimentaban frente al marco alem¨¢n, cuyos tipos de inter¨¦s manten¨ªan una clara resistencia a la baja.Era precisamente el respeto a la disciplina de flotaci¨®n conjunta de los tipos de cambio en torno a unos m¨¢rgenes estrechos (¡À2,25% y ¡À6% para la peseta y el escudo portugu¨¦s) lo que constitu¨ªa el obst¨¢culo m¨¢s importante al abaratamiento del dinero, necesario, aunque no suficiente en todos los casos, para tratar de frenar la recesi¨®n por la que atraviesa la mayor¨ªa de las econom¨ªas o para propiciar su recuperaci¨®n. Tras el pr¨¢ctico abandono de la disciplina cambiaria, el mantenimiento de los tipos de inter¨¦s en niveles relativamente elevados no estaba justificado. As¨ª lo ha debido entender el Banco de Espa?a al subrayar en la ¨²ltima subasta de certificados del Banco de Espa?a (Cebes) la tendencia reductora de los mencionados tipos.
En las condiciones por las que atraviesa la econom¨ªa espa?ola, y dada esa relajada disciplina cambiaria, mantener relativamente altos los tipos de inter¨¦s a corto plazo no sirve a ninguna de las funciones pretendidas por las autoridades monetarias, y que, inicialmente, podr¨ªan justificarlos. La demanda interna registra una marcada debilidad, y, a pesar de que subyacen importantes tensiones inflacionistas, ¨¦stas se muestran en gran medida al margen de las condiciones de la demanda. Tienen mucho m¨¢s que ver con las ineficiencias tantas veces repetidas en las condiciones de oferta: el inadecuado funcionamiento de algunos mercados y sectores empresariales de nuestra econom¨ªa.
La eliminaci¨®n de las citadas ineficiencias ha de conseguirse con actuaciones sobre aquello que las genera, sobre las condiciones en que se incuban las mismas, es decir, afrontando con rigor las reformas estructurales durante tanto tiempo reclamadas. En todo caso, y para evitar que esos descensos en los tipos de inter¨¦s constituyan episodios aislados y, por tanto, puedan incidir con eficacia en la inversi¨®n productiva anhelada, es igualmente necesario clarificar y concretar los planes previstos para los pr¨®ximos presupuestos.
En ambos frentes -el saneamiento de las finanzas p¨²blicas y las reformas de las condiciones b¨¢sicas de funcionamiento de la econom¨ªa- es donde ha de centrarse sin m¨¢s demora la acci¨®n del Gobierno y buscar la colaboraci¨®n parlamentaria y el mayor consenso posible con los agentes sociales y econ¨®micos. Ciertamente, ambos conjuntos de tareas podr¨ªan y deber¨ªan haber sido acometidos en fases c¨ªclicas menos adversas que la que hoy atraviesa la econom¨ªa espa?ola, pero ello no puede justificar actitudes obstrucionistas tanto m¨¢s irresponsables cuanto m¨¢s preocupantes son los perfiles con que la recesi¨®n de nuestra econom¨ªa se est¨¢ concretando en el mercado de trabajo y su secuela de paro.
En resumen: del desarrollo de las conversaciones tendentes a conseguir un pacto social y, en todo caso, de la capacidad del Gobierno y de las fuerzas parlamentarias para marcar una l¨ªnea inequ¨ªvoca de reducci¨®n del d¨¦ficit presupuestario depender¨¢ si ese ¨²ltimo movimiento del Banco de Espa?a al reducir los tipos de inter¨¦s ha sido o no un paso en falso.
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