Nostalgia
Siempre se acude a la memoria. O al espejo, que es uno de los lugares donde suele recluirse ¨¦sta. Parece un gesto irrenunciable en el hombre (una cuesti¨®n de estricta naturaleza instintiva) el acudir a la revisi¨®n de los antecedentes propios como una forma de tender al equilibrio cuando, desde alg¨²n lugar exterior, creemos que hemos sido agredidos. Estamos necesitados de una forma de armon¨ªa que, inevitablemente, buscamos en el interior, all¨ª donde guardamos todos los secretos.Bien es cierto que siempre se ha solicitado a los otros para que nos expliquen la raz¨®n del desequilibrio o desaz¨®n de que hemos sido v¨ªctimas a expensas de nuestra voluntad, pero este recurso, si bien manido como costumbre y lleno de ingenua confianza, pronto se convierte s¨®lo en una primera instancia que, a buen seguro, va a exigir una revisi¨®n del veredicto.
Por ello es por lo que recurrimos a la memoria, o, m¨¢s a¨²n, a la forma noble de ¨¦sta: la nostalgia. Y tal es la confianza en este recept¨¢culo de dones y secretos que si all¨ª no hay salvaci¨®n es que no existe ya para nuestro pobre coraz¨®n. Al modo como el efecto de la lluvia ejerce su influencia en nuestro interior ("A veces se dir¨ªa que estamos hechos de lluvia", ha escrito Alfred Heynke), es una respuesta un tanto esquiva la que se obtiene, pero respuesta al fin que aletarga con su dulce dejarse morir. Resulta parad¨®jico hasta qu¨¦ punto nos gana la voluntad una forma amable de tristeza, pero estamos dispuestos a llamar a eso una respuesta, y as¨ª, a su regazo, quedamos serenados y limpios, lejos ya del peso del mal inmediato. Es como haber otorgado nuestra adicci¨®n al seductor sentimiento de la muerte, donde todo mal acaba. (Estamos, ya se ve, ante un recurso po¨¦tico que nos aporta el coraz¨®n).?No ha sido Harold Bloom quien escribi¨® acerca de "la seducci¨®n del lado en sombra"? As¨ª es: la luz atrae como curiosidad, la sombra como reposo. Tal es lo que dicta la tibia tristeza que llamamos nostalgia. Se trata de acunar un secreto, ¨ªntimo e intransferible como tal. "No acudimos, en el fondo, sino a la nostalgia de nosotros mismos; esto es, tratamos de arropamos en las dudas que no podremos resolver" (Mary Smith). Se trata de obtener la convicci¨®n del calor propio como recurso vital para alcanzar el horizonte que hemos so?ado.
En tal sentimiento, es curioso, pudiera encerrarse miedo y desaf¨ªo a la vez. ?O acaso ambas cosas? Miedo por cuanto toda reducci¨®n a uno mismo implica huida de lo otro que, como paisaje y como medio, constituye nuestra manifestaci¨®n de ser. (Lo otro es lo que, en puridad, pone a prueba la expresi¨®n de nuestra identidad a la vez que influye en la voluntad hasta cohibirla, a veces tr¨¢gicamente). Pero desaf¨ªo tambi¨¦n porque se acude a uno mismo como la expresi¨®n m¨¢xima del gesto de valent¨ªa: el yo se repliega al interior de su castillo y desde ah¨ª desafiar¨¢ no s¨®lo lo humano, sino aun lo divino. As¨ª ha sido muchas veces el contenido de la expresi¨®n de tantos solitarios que en el mundo han sido.
?Tiene algo que ver la nostalgia con el asunto del amor? Es una cuesti¨®n que convendr¨ªa dilucidar. El nost¨¢lgico, es un hecho, todo lo hace como un gesto de amor, ?pero puede considerarse amor en puridad aquel sentir que carece de otro destinatario que uno mismo? Ahora bien, ?no es, por otra parte, como ha apuntado en alg¨²n momento Fernando Savater, el propio yo el ¨²nico destinatario del amor? No habr¨¢ reconocimiento expl¨ªcito en el nost¨¢lgico de que ¨¦l mismo resulte el objeto de su amor, pero si, por exclusi¨®n de un destinatario real, tenemos en cuenta que, en su soledad, alude impl¨ªcitamente al amor (un amor abstracto, indefinido, universal) como el ¨²nico sentimiento de que es capaz, excluyendo cualquier otra condici¨®n personal, entonces no resultar¨ªa exagerado el considerarle, a ¨¦l, el favorecido (u objeto) de su propio sentimiento.
Lo cierto es que la nostalgia ha habitado desde el primer h¨¢lito de vida en ese rinc¨®n ilocalizable del hombre de donde derivan su hero¨ªsmo y su tristeza. De donde mana el r¨ªo de la melancol¨ªa. Pues bien, siendo hoy momento de aludir a¨²n a la vigencia de ese sentir, quiz¨¢s habr¨¢ que convenir en que el origen y el fin se unen por la nostalgia, lo que hace, a decir de Herder, que la nostalgia "es el ¨²nico sentimiento justificable en el hombre".
?Qui¨¦n lo dir¨ªa, corriendo como corren los tiempos en que todo parece ser sujeto de una soluci¨®n material!
es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.