La fatiga de las vanguardias
Desde que el mundo es mundo, todos los acontecimientos, al igual que los seres, tienen predecesores. Sobre todo en cuanto los investigadores y, los arque¨®logos comienzan a hurgar en las ra¨ªces y las laber¨ªnticas y esclarecedoras genealog¨ªas. Simplificando, eso es historia. O prehistoria. Y lo dem¨¢s, mitolog¨ªa o leyenda.La historia de las vanguardias est¨¦ticas, propiamente tal, comienza en 1907. Picasso, que ha cumplido los 25 a?os, pinta en Par¨ªs Les demoiselles d?Avignon. Sin apropiaciones indebidas, estas revolucionarias prostitutas, que tanto impresionaron al malague?o Pablo Ruiz Picasso, que no hizo otra cosa sino pintar desde que tuvo uso de raz¨®n, eran las alucinantes putitas de un prost¨ªbulo situado en la barcelonesa calle de Aviny¨®, cerca de donde abrir¨ªa sus puertas un cl¨¢sico restaurante catal¨¢n, cuyo due?o se suicid¨® hace unos a?os en el hist¨®rico mercado de la Boquer¨ªa. ?Todo muy andaluz, muy barcelon¨¦s, muy parisiense, muy modernista y de la belle ¨¦poque!
El genio ha disparado el pistoletazo de salida y los descubrimientos y la revoluci¨®n de las vanguardias han emprendido sus delirantes carreras. El cubismo, una definici¨®n proclamada, va a tener pocos a?os de ejercicio; pero sus ense?anzas y empuje rupturista y creador van a recorrer la m¨¦dula del siglo XX.
Los planteamientos de los pont¨ªfices del cubismo (Picasso, Braque, Juan Gris ... ) aparec¨ªan bastante estrictos. Se trataba, nada menos, que de mostrar, de evidenciar m¨¢s bien, las estructuras del cuadro de desnudar sus trampas y arquitecturas. Un poco de rebelde ascetismo. ?Ya est¨¢ bien de luces y vaguedades impresionistas! El arte, con la pintura al frente, es una cosa muy seria, "cosa mentale" seg¨²n Luca Paciol¨ª, por m¨¢s juegos a que se entregue. ?Y se siga entregando!
En correspondencia casi simult¨¢nea con los hallazgos del cubismo se produjo una intensa proliferaci¨®n, aqu¨ª y all¨¢, de los "movimientos de vanguardia": futurismo, dada¨ªsmo, surrealismo, constructivismo, ultra¨ªsmo, creacionismo, etc¨¦tera. Todos ellos acompa?ados de una febril actividad dial¨¦ctica: manifiestos, proclamas, declaraciones..., siempre recalcando una actitud belicista, con ret¨®rica tonitronante de arenga militar o de barricada. La indiscutible elocuencia de Marinetti acu?¨® algunas de las consignas m¨¢s expresivas y po¨¦ticas: "Asesinemos el claro de luna" o "Un autom¨®vil de carrera, que parece correr sobre metralla, es mucho m¨¢s hermoso que la Victoria de Samotracia".
Con la perspectiva de casi un siglo vertiginoso, es posible adjudicar a las primeras y m¨¢s imaginativas vanguardias europeas unas visionarias cualidades premonitorias, un grito prof¨¦tico de las esperanzas, vaivenes y cataclismos est¨¦ticos, sociales y pol¨ªticos que vivir¨ªa la humanidad. La primera gran guerra, la de 1914 a 1918, y la revoluci¨®n rusa de 1917 pasar¨ªan su cuenta a los vanguardismos en ebullici¨®n. Un ejemplo de bulto, el del poeta e ide¨®logo (?) de los Caligramas, el autor de la novela El poeta asesinado, recibir¨¢ un balazo en la frente sobre el campo de batalla e ir¨¢ a morir en Par¨ªs entre los clamores del armisticio, los gritos de victoria y los sones de La Marsellesa. ?Todo un s¨ªmbolo! Los l¨ªderes de los movimientos vanguardistas pod¨ªan empezar a perder la primigenia frescura explosiva y la naturalidad creadora ante el lienzo o la cuartilla, el bronce o el pentagrama, pero a lo que no estaban dispuestos a renunciar era al protagonismo escandaloso. Las ¨¦pocas tormentosas invitan a penetrar en los campos minados de la pol¨ªtica. Quienes predicaban la libertad creadora se echan sobre los hombros las cortapisas totalitarias: los "surrealistas" -un t¨¦rmino puesto en circulaci¨®n por Apollinaire en su farsa teatral Las tetas de Tiresias- se embarcan en las utop¨ªas y dogmatismos del comunismo sovi¨¦tico, y "los futuristas" de Marinetti se visten la camisa negra de las escuadras de Mussolini. ?Marxismo y nacionalismo, dos de las grandes invocaciones fanatizadoras de la centuria que agoniza!
La semilla de los geniales inventores de las vanguardias est¨¦ticas cay¨® en terreno f¨¦rtil. Las ideas de vanguardia y modemidad se entrelazan hasta confundirse en el revoltijo de los vocabularios equ¨ªvocos. No s¨®lo los poetas y los cineastas han de adherirse en la frente o en la solapa la pegatina que proclama su vanguardismo y, corriendo los a?os, su posmodernidad, sino que algo semejante van a hacer pol¨ªticos e investigadores, t¨¦cnicos y modistas, m¨¦dicos y cocineros, escen¨®grafos y cient¨ªficos... Hasta los banqueros y los empresarios con vista se apuntan a la vanguardia, una buena inversi¨®n con futuro. Los galeristas, que ayer aconsejaban la compra de un "primitivo" o un "impresionista" de autenticidad garantizada, hoy ofrecen un "abstracto" o un "constructivista"; valores en alza... La prole vanguardista pierde su elitismo y crece hasta la proletarizaci¨®n, se tortura en persecuci¨®n de osadas ocurrencias y motes trepidantes olvidando la noble advertencia picassiana, real o legendaria: "Yo no busco, encuentro". Para creerse, en cambio, la ingeniosa boutade de Cocteau, que cito de memoria: "Si un pintor se tira por la ventana y se estrella contra el suelo, dir¨¢n que ha hecho una bella mancha".
Picasso y Dal¨ª, por citar a los dos vanguardistas espa?oles m¨¢s universales, jam¨¢s abandonaron la brega, sintiendo crecer la hierba en tomo suyo. Picasso siempre conserv¨® esa cara de toro pronto para la embestida, que pint¨® tantas veces en su frondosa serie de autorretratos. Me lo present¨® en Par¨ªs el pintor D¨ªaz Caneja y estuve con ¨¦l tres veces. Se percib¨ªa su fuerza de Plut¨®n redivivo, capaz de promover terremotos y galernas en cualquier instante, como los que provoc¨® en plena juventud.
A Dal¨ª le trat¨¦ m¨¢s: encuentros juveniles; despu¨¦s, en Nueva York, en plena ascensi¨®n, cuando romp¨ªa escaparates y pintaba corbatas, y la ¨²ltima vez, vociferando en el Ritz de Barcelona. Ya ni la gomina generosa lograba mantener sus bigotes enhiestos, pero se le notaba todav¨ªa, cuando me contaba que hab¨ªa logrado detener al tiempo, el centellear deslumbrante del genio.
Se puede decir que cuando ellos se fueron la onda expansiva de las viejas vanguardias, que administraron los sucesores lo mejor que supieron, jadeaba con angustiosos resoplidos de extenuaci¨®n. Era imposible seguir aquel derroche sorprendente de energ¨ªa creadora, incluido el talento para acumular riqueza, multimillonarias fortunas, obtenidas con la venta y especulaci¨®n de lienzos, collages, esculturas, cer¨¢micas, orfebrer¨ªas, bibelots, etc¨¦tera, todo convenientemente avalado, con la firma reconocida lo mismo que en los cheques. La vanguardia daba para mucho m¨¢s que la gloria -barcos, castillos, amantes, fundaciones...- en una sociedad que so?aba y premiaba con la opulencia, contabilizada en d¨®lares y francos suizos. Artistas de evidente talento e inspiraci¨®n, al igual que aventureros y prestidigitadores de oficio, se inscribieron en la carrera, con la sagaz colaboraci¨®n de una planetaria red de galeristas y de una adyacente bolsa de valores con sus juegos de alzas y bajas.
S¨ª, pero ya nada era igual. Los reci¨¦n ungidos volv¨ªan los rostros y las inspiraciones hacia el Oeste. Europa era ya el oto?o glorioso. Los vanguardistas de la nueva ola, tras disfrazarse de beatniks y hippies, bailar el rock and roll, participar en el happening neoyorquino, correr de la mano de Keroac "en busca del Dharma" y tropezar con el pop art, retornaban al Par¨ªs de las ilusiones y los desencantos del Mayo del 68, tan ingenioso y nihilista. Un intento, a la vez esc¨¦ptico y heroico, de los fines de raza de la revoluci¨®n empe?ados en nadar a contracorriente por los arrolladores r¨¢pidos y cascadas de la sociedad de consumo.
Los beneficiarios y explotadores de la escritura autom¨¢tica, la paranoia cr¨ªtica, los frottages, las degradaciones del arte abstracto, el textualismo, los rayonistas y tantas otras ocurrencias forman el cuadro para seguir viviendo de las hist¨®ricas conquistas. No se dan cuenta, o no quieren confesarlo, que ellos caminan por los orgullosos territorios del manierismo y de los bastiones escol¨¢sticos; que los herederos de quienes denostaban a las academias llaman a sus puertas, no para colocar unas liberadoras cargas de demolici¨®n en las envejecidas estructuras, sino para arrellanarse en los solemnes sillones, bajo las nobles c¨²pulas, tras los protocolarios discursos y ceremonias.
"La arruga tambi¨¦n es bella", murmuran los viejos verdes de la posmodernidad disimulando las vueltas universales, los ejercicios manieristas, las palabras y los gestos recurrentes y desgastados. Uno de los que supo verlos venir, asm¨¢ticos y emperejilados, fue el genialoide embaucador Andy Warhol, pintor y cineasta, predicador y trapisondista, quien con astucias de art¨ªstico y bullanguero mercader se dedic¨® a montar una especie de traca final reivindicativa que ayudara a un morir honorable a los vanguardistas extenuados y ag¨®nicos. Ah¨ª estaba, para consuelo de unos y otros, el arte pop, nacido oficialmente para, "sin ilusi¨®n alguna, hacer que las cosas hablaran por s¨ª mismas". Cosas que pod¨ªan ser, con publicitada estrategia, unas botellas de Coca Cola, latas de sopa o de cerveza, los rostros de Marilyn Monroe o de Agnefli -el de la Fiat-; parte de las cosas bien acreditadas por los propagandistas de la sociedad de consumo.
Warhol, el superstar, brindaba a las caducas y mon¨®tonas vanguardias un ¨²ltimo refugio. No era un traidor, como le delatan los nost¨¢lgicos irredimibles, sino un perdedor inteligente, un rebelde de circo, que cre¨ªa poder salvar los restos del naufragio ofreci¨¦ndole al leviat¨¢n que avanzaba, la sociedad de consumo, las ¨²ltimas uvas de la vid, los vestigios de la embriaguez vanguardista. La ilusi¨®n -o el enga?o- van a durar muy poco, aunque prosigan las dispersas escaramuzas de retaguardia. Tenemos todav¨ªa ante los ojos la librada, con el pronosticable repliegue, en torno al triunfante pintor Antonio L¨®pez.
Pero el mazazo, lo que ha hecho llevarse las manos a la cabeza a compradores, mecenas, galeristas, gerentes de fundaciones, clientela elitista y esnob, etc¨¦tera, ha sido la resonante ca¨ªda de no pocos valores en los mercados art¨ªsticos internacionales. Incluso varios warhol se han retirado de las subastas por falta de licitadores.
He inclinado mi cabeza, con reverente angustia, ante el fatigado cortejo de uno m¨¢s de mis ensue?os y devociones juveniles. "Sic transit gloria mundi".
es embajador de Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.