Un calipso en la manga

M. T., San Sebasti¨¢n Su carrera ha estado orlada de leyendas: de pendenciero, de haber protagonizado l¨ªos de faldas, de haber sido bebedor. Lo que pocos saben es que escribe poes¨ªa para ¨¦l s¨®lo, que compone m¨²sica -escribi¨® un oratorio, antes de sus comienzos, para una funci¨®n que dirigi¨® Orson Welles en la Hollywood Bowl, a beneficio de una fundaci¨®n jud¨ªa- y que ha grabado un disco de calipsos en el que canta con una voz de lo m¨¢s sensual. Empe?ado en dejar creer a la gente que es en la vida real exactamente igual que en sus pel¨ªculas, nadie sabe que ¨¦sta ha sido su manera de preservar su aut¨¦ntica forma de ser. Con todo, vi¨¦ndole, resulta imposibleno ver en sus rasgos al fatalista Jeff Bailey de Retorno al pasado, al rudo Matt Calder de R¨ªo sin retorno -"?Como quieren ,que m e concentre si ella se mueve de ese modo?" coment¨® en el rodaje, refiri¨¦ndose a Marylin Monroeal perdador McCloud de The lusty men o al encantdor comediante de P¨¢gina en blanco. Por suerte para ¨¦l, no parece tan estremecedor como el sat¨¢nico predicador Harry Powell de La noche del cazador.