"No me quiero morir nunca"
Dijo Pedro Almod¨®var en el escenario del teatro Principal, despu¨¦s de recibir la placa que fija en metal el homenaje que se le tribut¨®, que la noche -con la proyecci¨®n de su primer largo en Super 8mm, Folle, folle, f¨®lleme Tim y el pase de unos minutos de la in¨¦dita Kika- ten¨ªa algo de cierre de un ciclo, de principio y final. Puede ser, pero, desde luego, nada ha conclu¨ªdo en la fascinante traves¨ªa del internacional autor manchego por el mar de las historias que sigue contando.Pregunta. ?Qu¨¦ le queda por narrarnos?
Respuesta. Espero que much¨ªsimas cosas. Todas las por venir, y algunas de las pasadas, porque yo, hasta ahora, a pesar de que realmente mi cine me representa del todo, tampoco he hecho cine autobiogr¨¢fico tal cual. En todo lo que he contado, me va la vida en ello y me va el coraz¨®n, pero hay pocas an¨¦cdotas de mi propia existencia. Supongo que alg¨²n d¨ªa tendr¨¦ fuerzas, pero, sobre todo, las que me interesan y me inspiran curiosidad son las que me pueden ocurrir a partir de ahora. Y las que se me pasen por la cabeza o me las inspire la propia vida. Hay un gran problema que no tengo resuelto, que parece una tonter¨ªa hablar de ello, y que hay mucha gente que s¨ª acepta esa realidad, y es la muerte. Un realidad que se me manifiesta todos los d¨ªas. Igual que un ni?o, no la acepto, ni la entiendo, ni me adec¨²o. No me quiero morir nunca, si alguien me asegurara que tenga los ojos y la cabeza despiertos. Tengo una curiosidad descomunal. Y de todo eso es de lo que hablar¨¦ en el futuro.
P. Dec¨ªa Orson Welles que, si hubiera tenido que entrar en el cielo por causa de una pel¨ªcula, habr¨ªa escogido Campanadas a medianoche. ?Usted, con cu¨¢l ir¨ªa?
R. Yo no s¨¦. Tengo una relaci¨®n poco complaciente con las pel¨ªculas que he hecho, que, como tales, me interesan mientras las he vivido, mientras las he hecho. Puede sonar como muy t¨®pico, pero en el momento en que las termino, mi aventura tambi¨¦n finaliza. Y todo lo que ha ocurrido con cada una ha ido creciendo y es cada vez mejor, pero no es una parte que yo interiorice. Por ello no tengo pel¨ªculas favoritas, sino momentos de cada una. No s¨¦ si es adecuado en una noche como ¨¦sta, de farra y alegr¨ªa, pero lo que presentar¨ªa como documento para entrar en el cielo ser¨ªan los momentos de dolor de cada pel¨ªcula.
P. ?Del dolor de hacerlas o del dolor de los personajes?
R. Del dolor de los personajes. De eso es de lo que me siento m¨¢s orgulloso. Dentro de que asumo lo bueno y lo malo de todas mis pel¨ªculas, hay en ellas momentos que me gustan mucho, y otros que no me gustan nada y que no te voy a decir cuales son. Lo que pasa es que yo no las vuelvo a ver. Pero mientras estaba rodando Kika pusieron un ciclo de pel¨ªculas m¨ªas en Televisi¨®n Espa?ola, y volv¨ª a ver aproximadamente la mitad de La ley del deseo, y me impresion¨® mucho. Probablemente, si estuviera obligado a elegir una, ¨¦sa ser¨ªa La ley del deseo.
Intensidad emocional
P. ?C¨®mo se las arregla para rodar con la intensidad emocional con que lo hace, y esa otra intensidad con que los int¨¦rpretes le responden?
R. Es un juego peligroso, de todos modos, y es un juego en el que no siempre nos ha ido bien, tanto a los actores como a m¨ª. Pero las reglas del juego son as¨ª: no hay red y se juega de verdad. Por otra parte, yo no enga?o. Supongo que cada director tiene su modo de tratar a los actores, y a m¨ª me parece m¨¢s c¨® modo, m¨¢s inmediato, decir lo que quiero decir. Yo los conduzco muy de t¨² a t¨², convirti¨¦ndome en un espejo radical de ellos mismos, y, adem¨¢s, los actores, por s¨ª solos, est¨¢n desnudos ante el director, por poco listo que sea. Por instinto, el actor, una vez que empieza a trabajar, se desnuda, y lo ves. Sin pedirle permiso, por un acuerdo t¨¢cito, t¨² te ves obligado a meter la mano en un mont¨®n de cosas que son dolorosas.
P. ?Y lo aguantan?
R. Normalmente, ellos quieren y se dejan, y es un dolor liberador. Lo he comprobado en muchas de las chicas, con Victoria [Abril], con Carmen [Maura], con Marisa [Paredes]. Y es un juego peligroso, pero si hay un terreno en el que no me hago concesiones es en el trabajo, cuando estoy rodando, y eso me convierte en una especie de fiera. Pero no me caso ni con mi padre. Y ¨¦sa es la gran aventura, de ir como en un safari con un machete as¨ª, abri¨¦ndote paso por la selva, especialmente en la relaci¨®n con los actores. En general, ellos lo agradecen, incluso actrices que tienen un sistema f¨¦rreo, como por ejemplo Victoria, que es de las que preparan la actuaci¨®n en casa, que lo lleva todo estudiado antes de llegar al rodaje y que es de las que se preparan hasta lo que llevan dentro del bolso, etc¨¦tera. Por ejemplo, en el trabajo de Kika ella viene al rodaje completamente virgen, sin saberse los di¨¢logos, porque soy yo quien tiene toda la informaci¨®n, porque me he inventado ese juguete, y esto le hace, incluso en estos casos, sentirse absolutamente vigilada. Yo creo que esto es algo que se parece mucho al amor f¨ªsico.
P. ?Un juego a dos?
R. Claro. Compartido intensamente. Y a los buenos actores eso les gusta, porque tampoco tienen oportunidad de hacerlo tan a menudo. Lo que ocurre es que como, adem¨¢s, todos somos individuos, como en toda relaci¨®n de pasi¨®n -y con los actores, en el momento de rodar, mi relaci¨®n es apasionada, exenta de sexo, pero no de sensualidad-, eso, despu¨¦s, cuando se rompe ese territorio com¨²n que es la misma aventura, la misma pel¨ªcula, la situaci¨®n suele crear problemas. Porque lo que s¨ª es cierto es que cuando se ha acabado, se acaba. Existe el recuerdo de esa experiencia, pero ya ninguno de los dos se comporta igual. Pero es lo que m¨¢s me gusta: primero, contar historias; y luego, dirigir actores.
P. Hablando de selvas, ?c¨®mo se maneja usted dentro de la del ¨¦xito internacional, la de la la fama, y todos esos asuntos?
R. Una cosa es el ¨¦xito, otra la fama y otra, manejar a uno y a otra. Por ejemplo, a m¨ª el ¨¦xito me encanta y es lo que quer¨ªa conseguir. No podr¨ªa decir que soy una persona feliz, pero s¨ª creo que soy una persona muy afortunada. Y el '¨¦xito me permite hacer lo que quiero. Otra cosa es la fama, pues no necesitas hacer nada para llegar a ser famoso, estamos rodeados de ejemplos de este tipo. Y todo lo relacionado con la fama me abruma. y no lo llevo bien. En cuanto a las presiones internacionales son, sobre todo, las que vienen del mercado. Pero yo le aseguro que ruedo lo que quiero, que no pienso en ese mercado. Me comunico, y eso es lo importante, y si ocurre es porque el p¨²blico y yo coincidimos.
K?ka del optimismo
Pedro Almod¨®var asegura que, pese a las presiones, sigue rodando lo que quiere: "Lo ¨²nico que pregunto a los espectadores cuando la han visto es: "?Se te ha hecho larga? ?Te ha gustado?". Porque, inevitablemente, las pel¨ªculas est¨¢n hechas para ser vistas, y me preocupa que gusten. Pero he tenido mucha suerte, y la clave de lo que he hecho es que he hecho lo que he querido hacer, y no creo que vaya a funcionar de otra manera".Entre las muchas cosas que hoy atraen la atenci¨®n de Almod¨®var como narrador est¨¢ la degradaci¨®n de nuestras ciudades: "Yo, que soy absolutamente urbano, no s¨¦ c¨®mo hemos llegado a construir ciudades en las que no se puede vivir y a, poco a poco, edificar un tipo de vida que tenga tan poco que ver con las necesidades de un ser humano. Entonces, cuando empec¨¦ a escribir Kika, era una comedia, porque quer¨ªa alegrarme un poco el cuerpo, despu¨¦s del dolor de Marisa y Victoria. Y cre¨¦ un personaje optimista, pero muy absurdo. Casi era rid¨ªcula de lo optimista que es, lo que pasa es que es muy simp¨¢tica, pero, vamos, un personaje que es Nuestra Se?ora del Optimismo... ".
Aqu¨ª, Almod¨®var advierte: "Sin embargo, no he podido evitar que se me filtre la incomodidad absoluta que yo siento al vivir no s¨®lo en Madrid, sino en cualquier ciudad. Entonces, todo lo que rodea a esta mujer, que es la vida en la ciudad, sin yo quererlo, es un aut¨¦ntico infierno. Vamos, que mi pretensi¨®n era hacer la historia de la Reina del Optimismo, y yo s¨®lo he podido salvarle el pellejo, que no es poco. Porque despu¨¦s de que le pasan mil cosas, a cual m¨¢s atroz, la puse en una carretera, cog¨ª un sitio bonito situado cerca de donde est¨¢bamos rodando, un campo de girasoles, que es una planta que a m¨ª me gusta mucho, y le di un final abierto a la esperanza".
"Lo que quiero decir es que se me ha filtrado esto que me pasa, que no me gusta vivir en Madrid, no me gusta vivir en la ciudad, y tampoco soy hippy, de irme a las Alpujarras y dejarme barba. Y estamos encerraditos todos, y ¨¦sta no es la vida que queremos. Yo, adem¨¢s, he llegado a la cuarentena, y no como esa gente, David Bowie, R?chard Gere o Lou Reed, que se han encontrado la paz, sino todo lo contrario. Yo no voy a hacerme budista y encontrar alg¨²n pretexto. Estoy mucho m¨¢s inquieto en la cuarentena que en la treintena. Mucho m¨¢s desasosegado".
Babelia
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