Los cad¨¢veres llenan las calles de Sujumi
"?Sujumi ha sido liberada!". "?Sujumi ha ca¨ªdo!". La primera frase es de los vencedores abjazos. La segunda, de los vencidos georgianos. Pero a pesar de que los georgianos han sido derrotados y los cuerpos de sus soldados yacen aqu¨ª y all¨¢ en las calles de la capital de Abjazia, todav¨ªa no han sido expulsados de todos los barrios de la ciudad. Los ca?onazos y los tiroteos que se oyen confirman esta realidad. El presidente georgiano regres¨® ayer a Tbilisi, la capital de Georgia, tras conseguir salir de la capital abjaza. "Volveremos a Sujumi", dijo Edvard Shevardnadze, quien acus¨® "a ciertos sectores de Rusia" de "planificar la ocupaci¨®n" de Sujumi.
El edificio del Consejo de Ministros est¨¢ completamente ennegrecido y en sus 16 pisos no queda ni un solo tabique en pie. Pero ayer por la ma?ana todav¨ªa ondeaba la bandera de Georgia en lo alto del tejado.Un asesor de Shevardnadze declar¨® ayer en Tblisi, capital de Georgia, que los independentistas han fusilado al hombre que los georgianos hab¨ªan designado primer ministro de la rep¨²blica aut¨®noma de Abjazia, Zhiuli Shartava, a quien hab¨ªan capturado el lunes.
El lunes por la noche, los abjazos ten¨ªan demasiada prisa para detenerse y retirarla; se contentaron con izar su emblema verde, blanco y rojo en un ala de cinco pisos del edificio. S¨®lo a mediod¨ªa de ayer un soldado abjazo se preocup¨® de izar su bandera en lo alto del edificio y arrancar el odiado s¨ªmbolo georgiano, que hab¨ªa sido puesta all¨ª hace un ano y dos meses, cuando las fuerzas de Kenguiz Kitovani entraron en Sujumi y desataron esta sangrienta guerra.
A los pies del edificio, tirados en medio de la calle, hay tres cad¨¢veres ensangrentados: dos con la cara hacia el cielo y uno boca abajo. Las moscas cubren las partes desnudas de unos cuerpos que ya se empiezan a descomponer. Otro soldado yace a unos metros, sobre la acera.
"Murieron todos los que estaban aqu¨ª", pregunt¨® una joven deshecha en l¨¢grimas. "Por supuesto", le contest¨® un combatiente del batall¨®n de voluntarios armenios que ha luchado junto a los abjazos. "?Acaso t¨² estabas a favor de los georgianos?", le pregunt¨® una mujer de edad. "Ten¨ªa amigos en una y otra parte", respondi¨® la joven. "?Amigos?, ?t¨² ten¨ªas amigos entre esos criminales, esos salvajes que se lanzaron a exterminar un peque?o pueblo como el nuestro?".
La furia y la incomprensi¨®n de la mujer no ten¨ªan l¨ªmites. "?As¨ª que ustedes creen que hemos vencido?. Pues no. Somos tan pocos.... Y ahora han matado a la mayor¨ªa de nuestros muchachos. ?C¨®mo sobrevivir¨¢ nuestra naci¨®n? Esos chacales han conseguido lo que quer¨ªan: privarnos de nuestro futuro", grita la mujer ante la negra silueta del edificio del Gobierno.
Herido
Fue cerca de aqu¨ª, al otro lado de la plaza que da al Consejo de Ministros donde muri¨® el lunes Andr¨¦i Soloviov, fot¨®grafo de la agencia Tass que estaba trabajando para la Associated Press. Este reportero gr¨¢fico de 38 a?os, que ha dejado a dos ni?os hu¨¦rfanos ya hab¨ªa sido herido en dos ocasiones en Abjazia: en marzo una bala le dio en la mano y el pasado d¨ªa 19 un casquete le hiri¨® en la cabeza. El chaleco antibalas no le salv¨®. El proyectil le entr¨® por el hombro y le rompi¨® la arteria car¨®tida. Fue obra de uno de los numerosos francotiradores georgianos escondidos en las casas de Sujumi, que los abjazos vaciaron una por una.
Es com¨²n ver cad¨¢veres en la capital de Abjazia. Este corresponsal los encontr¨® tambi¨¦n en la plaza de la estaci¨®n ferroviaria, en la calle que da al cuartel general, en la carretera de acceso a Sujumi. Y no todos son de combatientes: los hay tambi¨¦n de civiles.
Barrios enteros est¨¢n destruidos en Sujumi. Los abjazos lanzaron contra ellos su artiller¨ªa pesada para sacar a los georgianos, que estaban pr¨¢cticamente en cada edificio. Aqu¨ª y all¨¢ arden algunas casas. Una hermosa mansi¨®n es consumida por las llamas mientras unos vecinos salvan lo que pueden. Pertenec¨ªa a una familia georgiana, los Perishvili. "Los soldados vinieron, tomaron los v¨ªdeos y el auto y luego le prendieron fuego a la casa", fue la explicaci¨®n de un anciano.
Afortunadamente, no en todas partes es as¨ª. El historiador Yermol¨¢i Adzhindzhal regres¨® ayer a su piso, que hab¨ªa sido cuidado por un georgiano, el cantante de folclore cauc¨¢sico Yasha Tsatsua. "No te preocupes, tu biblioteca est¨¢ intacta, todo te lo hemos conservado", le dijo Yasha al historiador despu¨¦s de abrazarle. Nos invit¨® a todos a su. casa, donde se brind¨® por la paz y la amistad entre estos pueblos todav¨ªa en guerra. La mujer de Yasha es abjaza, y pas¨® este a?o separada de su marido, en Guda¨²ta, con los ni?os. S¨®lo ayer regres¨® al piso de su esposo en la Sujumi liberada. Y a pesar de que casos como ¨¦ste son numerosos el odio ha echado ra¨ªces muy profundas en algunas personas.
Junto al cuartel general, donde tiene su sede el coronel Guivi Aguirba, comandante en jefe de Sujumi, descansaba ayer el famoso batall¨®n checheno, el m¨¢s fogueado de todos. Este batall¨®n est¨¢ compuesto por voluntarios chechenos que participaron en su mayor¨ªa en la revoluci¨®n que culmin¨® hace dos a?os con la llegada al poder de Yojar Dud¨¢yev en la rebelde rep¨²blica que se encuentra en la Federaci¨®n Rusa. Las r¨¢fagas de ametralladoras y ca?onazos que estallan a s¨®lo kil¨®metro y medio de distancia les tienen sin cuidado. Est¨¢n seguros de que pronto se lanzar¨¢n de nuevo al ataque y barrer¨¢n de su camino a los georgianos invasores.
Los chechenos no dudan de que la liberaci¨®n de Abjazia terminar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas. "No tienen ad¨®nde huir", dice Somil, el comandante del batall¨®n. "Por el sur tambi¨¦n est¨¢n bloqueados por los abzajos. Su ¨²nica esperanza es el mar", afirm¨®.
Culpable de la guerra
Edvard Shevardnadze, el l¨ªder de Georgia, es uno de los temas centrales de conversaci¨®n en Sujumi. "?Ojal¨¢ le hubiera ca¨ªdo una bomba. ?l es el culpable de esta guerra!", exclam¨® una anciana mientras arrastraba un carrito con sus pertenencias. La anciana, indudablemente, expresaba el deseo de la mayor¨ªa de los abjazos, que no comprenden el amor que siente Occidente por el ex ministro de Asuntos Exteriores de la URSS.
Jasi Zibukayev, un poeta checheno que ley¨® sus versos a los soldados desde lo alto de un cami¨®n, tiene varios poemas consagrados a Shevardnadze en los que le instaba a retirarse de Abjazia antes de que fuera demasiado tarde. Ahora, la noticia de que Shevardnadze ha regresado a Tbilisi y que Zviad Gamsajurdia se ha ido otra vez a Grozni fue recibida con j¨²bilo en Sujumi. "Quiere decir que la situaci¨®n se estabilizar¨¢. Los chacales han regresado a sus madrigueras", concluy¨® un joven abjazo y dispar¨® una r¨¢faga al aire.
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