La experiencia infinita
La programaci¨®n de la Sala Rekalde para esta nueva temporada arranca con una de las muestras m¨¢s esperadas por los seguidores de la escena art¨ªstica vasca, como es la antol¨®gica del pintor guipuzcoano, desaparecido el a?o pasado, Rafael Ruiz Balerdi (San Sebasti¨¢n, 1934-Altea, Alicante, 1992), en cuya larga gestaci¨®n han participado las diputaciones de Vizcaya y Guip¨²zcoa, junto al Gobierno vasco, y que ha contado con la direcci¨®n cr¨ªtica del escritor Javier Viar, responsable tambi¨¦n del magno cat¨¢logo.La personalidad art¨ªstica de Balerdi, aunque su proyecci¨®n exterior se haya visto limitada por una descuidada difusi¨®n de su obra, desborda el marco de las experiencias del colectivo de artistas vascos que desde la posguerra han desarrollado sus particulares propuestas vanguardistas en el especial contexto pol¨ªtico, social y cultural vasco, ambientado por lo que se dio en llamar movimiento de la escuela vasca, de cuyas actividades program¨¢ticas m¨¢s relevantes form¨® parte, como fue la constituci¨®n del grupo Gaur en 1966.
Rafael Ruiz Balerdi
Sala Rekalde. Alameda de Rekalde, 30. Bilbao. Hasta el 14 de noviembre.
Sin embargo, por encima de estas adscripciones y compromisos m¨¢s o menos coyunturales, sobresale la experiencia personal del hombre y el pintor que era Balerdi, constituida en el objeto de an¨¢lisis preferente de esta muestra que, con el acertado subt¨ªtulo de La experiencia infinita, recorre su trayectoria desde sus primeros escarceos acad¨¦micos y cubistas en la d¨¦cada de los cincuenta, pasando por la experiencia informalista de su decisiva estancia en Par¨ªs a principios de los sesenta y la cambiante evoluci¨®n de su pintura en la etapa madura del pintor, hasta las ¨²ltimas obras realizadas poco antes de su tr¨¢gica muerte. Un largo y complejo recorrido que podemos seguir a trav¨¦s de un centenar y medio de obras en las diversas t¨¦cnicas en las que habitualmente se desenvolvi¨®.
Vitalidad
Visto as¨ª, al completo, la intensa y prolija trayectoria del pintor desborda cualquier tipo de previsi¨®n, llev¨¢ndonos a hiperbolizar aquellos de sus rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos, como son la agon¨ªstica vitalidad con la que afrontaba el trabajo, la versatilidad en el uso de los distintos lenguajes y la descollante expresividad que lograba en la representaci¨®n de sus motivos m¨¢s recurrentes.Junto a este derroche de energ¨ªa creativa, nos encontramos en este retrospectivo recorrido con la presencia del m¨¢s profundo y sentido ideario humanista que guiaba sus acciones y que subterr¨¢neamente enlaza las m¨¢s diversas y heterog¨¦neas manifestaciones de su pintura. En ¨¦l se nos muestran confundidos sus dos fuentes de inspiraci¨®n primordiales, la serenidad y la pureza de la cultura cl¨¢sica con la clarividencia y naturalidad del pensamiento oriental.
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