Fin de viaje para los fugitivos de Casablanca
La polic¨ªa marroqu¨ª se hace cargo en T¨¢nger de los 10 polizones adolescentes deportados por Espa?a
La polic¨ªa espa?ola se los sirvi¨® en bandeja. Y el capit¨¢n del Batouta II, el barco de l¨ªnea que devolvi¨® a Marruecos a los 10 polizones, decidi¨® que fuese un camarero de camisa celeste y pajarita negra el que los vigilara durante la traves¨ªa de Algeciras a T¨¢nger. Una vez all¨ª, y precedidos por un polic¨ªa secreta con pinta de polic¨ªa secreta, los 10 marroqu¨ªes desfilaron en fila india entre los veh¨ªculos estacionados en la bodega del buque. Sonre¨ªan. Debi¨® ser bonito mientras dur¨®, porque incluso cuando fueron introducidos a empujones en la ambulancia blanca y destartalada que les conducir¨ªa a la c¨¢rcel, los falsos palestinos, los probables hu¨¦rfanos -mentirijillas inventadas en Espa?a para intentar un futuro imposible-, los 10 fugitivos de Casablanca sonre¨ªan."Hassan se los merienda esta tarde". Abdelhak El Bazzar, un marroqu¨ª de 19 a?os que trabaja de jardinero en C¨®rdoba, es pesimista. ?l, que por fin cruza el Estrecho con los papeles en regla -Abdelhak sabe mil historias de pateras-, cree que los 10 polizones que viajan en la bodega, o por lo menos los mayores de ellos, deber¨¢n pasar m¨¢s de cinco a?os en la c¨¢rcel.
El Bazzar se sabe de memoria la proeza de sus compatriotas. Y tambi¨¦n conoce el largo fin de la pesadilla. Salieron de Barcelona a las nueve de la ma?ana del s¨¢bado en un autob¨²s de la polic¨ªa. Diecisiete horas despu¨¦s, a las cuatro de la madrugada del domingo, llegaron, a Algeciras. El Batouta II se los trag¨® a las nueve y media, y tres horas despu¨¦s volv¨ªan a pisar la tierra que cinco d¨ªas antes quisieron dejar para siempre escondidos entre los contenedores del barco espa?ol Eva del mar.
Ilusiones rotas
Julio Fern¨¢ndez, el presidente de Andaluc¨ªa Acoge, despidi¨® en Algeciras a los polizones, de entre 10 y 16 a?os. Se le ve¨ªa indignado. Est¨¢ acostumbrado, s¨ª, a ver las ilusiones rotas, la explotaci¨®n en los invernaderos, los cuerpos hinchados sobre la arena de Tarifa. Esos gitanos de ah¨ª enfrente tienen verdadera mala suerte. Pero la aventura de los polizones, dice Fern¨¢ndez, pasa de casta?o a oscuro: "Ya hemos advertido, una y mil veces, la precaria situaci¨®n de la poblaci¨®n infantil y juvenil en el norte de Marruecos. Es incre¨ªble la cantidad de ni?os marlboros -vendedores de tabaco- subalimentados, maltratados y no escolarizados que malviven en las calles de Marruecos".Los responsables de las organizaciones humanitarias est¨¢n, adem¨¢s, preocupados por la actitud de las autoridades espa?olas. "Denunciamos la actuaci¨®n negligente del delegado del Gobierno de Valencia al obligar que los menores continuasen viaje a Barcelona sin las m¨¢s m¨ªnimas garant¨ªas y en penosas e infrahumanas condiciones". Y a?aden: "De constatarse la existencia de malos tratos, abandono y negligencia, es imprescindible que se act¨²e de forma contundente y eficaz contra tales agresores, as¨ª como contra aquellas personas que pudiesen estar implicadas en tales hechos".
El barco est¨¢ a punto de atracar en T¨¢nger. El camarero de camisa celeste y pajarita negra, un hombre alto de pelo rizado, despierta a los 10 repatriados. El recuento, para mayor solemnidad, se realiza delante de una lujosa foto de Hassan II, colgada entre la recepci¨®n del buque, una peque?a mezquita y la tienda libre de impuestos. La mirada del polic¨ªa a algunos turistas que asisten a la escena es clara: fotos, ni pensarlo. Los fugitivos de Casablanca sonr¨ªen. Otra vez ser¨¢. La compuerta se abre. Aparece T¨¢nger, y la ambulancia que hace de furg¨®n policial busca la comisar¨ªa. Son las doce y media: un muec¨ªn debe estar a punto de proclamar desde el minarete de cualquier mezquita la grandeza de Al¨¢.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Polizones
- Repatriaci¨®n
- Inmigrantes magreb¨ªes
- Expulsiones
- Andaluc¨ªa Acoge
- Deportaci¨®n
- Extranjeros
- Marruecos
- Inmigraci¨®n irregular
- Inmigrantes
- ONG
- Cooperaci¨®n policial
- Pol¨ªtica migratoria
- Solidaridad
- Magreb
- Sentencias
- Inmigraci¨®n
- ?frica
- Migraci¨®n
- Pol¨ªtica exterior
- Sanciones
- Juicios
- Demograf¨ªa
- Proceso judicial
- Justicia