'Se?al¨¦tica'
Todas las ventanillas son desagradables e inc¨®modas, pero, como en todo, algunas lo son m¨¢s. Cuando llegas por primera vez a la terminal de venta de billetes del AVE que est¨¢ en la estaci¨®n de Atocha (Madrid), invariablemente te sit¨²as en la ventanilla que menos personas tenga haciendo cola (es una afici¨®n espa?ola muy extendida), as¨ª, sin m¨¢s.La sorpresa est¨¢ cuando, al llegar tu turno, el empleado de Renfe te exige el N¨²mero, que se supone ten¨ªas que haber cogido como presunto viajero en, te indican, un ¨²nico panel digital expendedor. Este te se?alar¨¢ adem¨¢s, acompa?ando a tu N¨²mero de turno, el N¨²mero de ventanilla a la que tienes que acudir de las 12 existentes en la sala (aunque no todas expenden el mismo tipo de billetes).
De nada sirve rogar y rogar, sin el N¨²mero no hay nada que hacer. Entonces vas y coges el N¨²mero (siempre con may¨²scula), pero lo m¨¢s probable es que alguien de los que t¨² cre¨ªas que iban por detr¨¢s de ti fuera un experto en esto y ya tuviera su N¨²mero, que, l¨®gicamente, es inferior al tuyo, y pasa por delante de ti en la cola, aunque haya llegado despu¨¦s. Incre¨ªble pero cierto.
Y esto debe pasar tantas veces al d¨ªa que la se?orita que est¨¢ detr¨¢s de la ventanilla est¨¢ tan harta de explicarlo que ladra las instrucciones, 'sin compasi¨®n y sin sonre¨ªr ni un poquito siquiera.
Todo esto ocurre porque no hay una informaci¨®n clara para el consumidor novato (el otro ya no la necesita) acerca de c¨®mo tiene que comportarse para poder, simplemente, comprar un billete con toda normalidad.
La se?al¨¦tica de esta sala est¨¢, a todas luces, mal planteada, no cumple su objetivo fundamental y es el ciudadano de siempre el que sale de all¨ª malhumorado y con la sensaci¨®n de que el resto de las personas son cada vez menos amables y las cosas son m¨¢s complicadas.
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