La fusi¨®n entre lo grande y lo peque?o
Cuando un suplemento se convierte en un peri¨®dico es como cuando la sanidad p¨²blica decide hacerse cargo de los problemas dentales de la poblaci¨®n. Se trata de una enfermedad al rev¨¦s, o sea, de un bulto que crece para bien y al que debemos desear abundantes met¨¢stasis, y perd¨®n por la imagen, pero, aparte de mi temperamento enfermizo, es que estoy leyendo un libro de Solzhenitsin sobre el tema. Lo he dicho muchas veces: el peri¨®dico es una representaci¨®n de la realidad, porque la realidad no puede meterse en la cabeza directamente, como una croqueta en la boca, por m¨¢s que la masa de la realidad se parezca a la de la croqueta, sino que nos llega a trav¨¦s de sus intermediarios simb¨®licos. El peri¨®dico es un intermediario simb¨®lico de la realidad: nos la sirve en bandeja, como deben servirse las croquetas, astutamente jerarquizada y parcelada: realidad internacional, nacional, sociedad, cultura, espect¨¢culos, cartas al director, esquelas, anuncios por palabras, etc¨¦tera.Sin embargo, hay quien con esa representaci¨®n de la realidad tan bien articulada se hace su propio peri¨®dico; o sea, que neg¨¢ndose a seguir las flechas que le conducen de lo importante a lo accesorio, establece su propio recorrido, como un buen turista que, antes de visitar las zonas monumentales que figuran en las gu¨ªas, se interna por las calles y barrios de la ciudad extranjera buscando una sustancia de lo real que no est¨¢ dentro de los museos. Hay mucha gente as¨ª, yo mismo, o sea, personas que cogen el peri¨®dico y empiezan a leerlo por la periferia, porque tambi¨¦n la periferia de la realidad est¨¢ llena de significados que explican el mundo mucho mejor que un editorial. Por eso hay quien antes de llegar al editorial, o al conflicto entre abjazos y georgianos, que no les suena, lee las cartas al director, los anuncios por palabras, las farmacias de guardia, o, en fin, la lista de los fallecidos ayer en Madrid, por si le sacan.
Quiero decir que hay muchos lectores, yo mismo, que con las u?as y los pelos y los callos y el bigote de la realidad se hacen una realidad abarcable, comprensible, de dimensiones humanas, en fin, y ello no quiere decir que por eso vayan a comprender menos el mundo que los que tienen una opini¨®n formada sobre la universalizaci¨®n de la atenci¨®n m¨¦dica en EE UU, pongo por caso. A veces, un humilde anuncio, como aquel que dice "cambio colecci¨®n de marchas militares por algo", posee m¨¢s capacidad de representaci¨®n del mundo que un sesudo an¨¢lisis sociol¨®gico, porque ese se?or que cambia cualquier cosa por algo me parece a m¨ª que lo que quiere es que le llamen, que no le llama nadie, como a m¨ª, y est¨¢ m¨¢s solo que la una, y eso a m¨ª me dice mucho m¨¢s del mundo en que vivimos que un ensayo sobre las condiciones de vida en las grandes ciudades. El otro d¨ªa mismo he le¨ªdo en este suplemento, perd¨®n, peri¨®dico, que hab¨ªan detenido a un sujeto por robar en una sex shop una vagina artificial, que llevaba incorporado un ano l¨¢tex vibrador. Y, claro, yo creo que a un tipo as¨ª no hay que detenerle, sino darle cari?o, que debe estar m¨¢s abandonado que una croqueta fr¨ªa en la presentaci¨®n de un libro.
O sea, que este peri¨®dico que ha ido creciendo como un hijo en las entra?as de EL PA?S, y al que dimos felizmente a luz la semana pasada, viene a ser como el reconocimiento de que lo local es tan importante como lo general. Se trata, en fin, de la fusi¨®n entre lo grande y lo peque?o, que es en lo que trabaja la ciencia contempor¨¢nea, que ha descubierto que si comprendes el comportamiento de un ¨¢tomo, puedes enfrentarte sin problemas a la comprensi¨®n del universo. Enhorabuena.
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