Hilario Camacho canta sin salir de Chamber¨ª
El cantautor reaparece en una sala del barrio donde vive desde hace 45 a?os
Hilario Camacho, un compositor exquisito y alqu¨ªmico que no se prodiga en exceso, reaparece hoy en directo. Por eso, cada vuelta suya a los escenarios constituye un acontecimiento para los aficionados a las gemas raras, al talento. Autor e int¨¦rprete de canciones tan bellas como Madrid amanece, Cuerpo de ola, Taxi o Tristeza de amor, actualmente prepara un nuevo disco, cuyo t¨ªtulo, De Madrid al Caribe, indica a las claras por d¨®nde van las maracas. Camacho act¨²a tres noches, desde hoy, en una sala del barrio de Chamber¨ª, donde naci¨® hace 45 a?os y todav¨ªa vive.
Camacho pertenece musicalmente a la excelente cosecha del 68. Aunque se le suele relacionar con el movimiento de cantautores de aquella ¨¦poca ¨¦pica, Hilario siempre vol¨® a su aire. Porque ¨¦l es muy suyo. Tan suyo, que su nombre consta en el cat¨¢logo de raros e inestimables. Sin embargo, sus canciones hablan de cosas y sentimientos muy cercanos a la gente de la calle. Y sus m¨²sicas, desde las primeras grabaciones, son un compendio de fusi¨®n: jazz, foIk-rock, pop, apuntes ¨¦tnicos.Hilario quiere decir alegre. Y a ¨¦l le ha quedado cara de ni?o t¨ªmido, parapetado tras los anteojos, con un esbozo de dulzura en la mirada. Casi con resignaci¨®n confiesa: "Soy ese corredor de fondo que va atravesando la vida con una sonrisa en la boca. Pretendo tener aguante y soy un experto en supervivencias".
Siete guitarras
Vive en la zona m¨¢s popular de Chamber¨ª. Su casa, como su m¨²sica, es un mestizaje de alta tecnolog¨ªa profesional y sosiego mediterr¨¢neo. Vive con siete guitarras, de las que ahora mismo est¨¢ encaprichado con dos. Cada rinc¨®n tiene su punto de querencia: en una habitaci¨®n escribe, en otra lee, en otra compone (rodeado de artilugios inform¨¢ticos todopoderosos), en otra ama; en otra, en fin, comparte coloquios y silencios.Es muy noct¨¢mbulo, pero de alcoba. Nochea mucho, trasnocha poco. M¨¢s que vida oculta, Hilario Camacho hace vida de barrio y aparentemente es un ciudadano normal: baja a la panader¨ªa, al estanco, se entretiene un rato en el bar de abajo, El Chorizo Loco, toma unas ca?as en la cervecer¨ªa Chamber¨ª.
Aunque ha pasado largas temporadas fuera de Madrid, ama entra?ablemente a esta ciudad: "Madrid ha ganado en diversidad, en color. Pero lo que m¨¢s me jode es el tr¨¢fico. El transporte es una condena. Y en la calle se le pone a uno mala leche porque piensas que los otros invaden tu terreno".
Camacho recuerda que uno de sus viejos caprichos era perderse en el parque del Retiro por la noche. "Hubo un tiempo en que estuve enamorado del Palacio de Cristal. Algunas noches, cuando no hab¨ªa sensaci¨®n de inseguridad, iba' yo solo a pasear por all¨ª".
El m¨²sico no prodiga sus apariciones en directo. Este retomo no obedece exactamente a un mono de escenario: "Yo tengo mono de sentirme vivo y necesito la energ¨ªa que me transmite el p¨²blico. El esp¨ªritu tiene necesidades tan urgentes como el cuerpo".
Preparando salsa
Lleva ya muy avanzadas las canciones de su pr¨®ximo disco, que va a ser c¨¢lido y tambi¨¦n caliente, De Madrid al Caribe. El siempre anduvo flirteando con todo desparpajo con la salsa y lo latino. En 1980 grab¨® dos canciones de este estilo, Entreg¨¢ndote la vida y T¨², que eran pura salsa.Asume con perplejidad su condici¨®n de raro: "Pues s¨ª, voy a tener que admitir que soy raro. Al parecer, una persona rara es alguien al que le gusta hacer las cosas de forma muy personal, alguien que manifiesta con sencillez sus sentimientos. A veces me he sentido ligeramente marginado. Pero yo canto cosas muy cotidianas, muy de todo el mundo. A estas alturas, me acepto como soy: inocente, carente de pr¨¢ctica social, tengo una sinceridad inmediata y me encanta volar, fantasear. Esto es lo que hay".
Hilario Camacho act¨²a hoy, ma?ana y pasado en la sala Clamores (calle de Alburquerque, 14) a las doce de la noche. Entrada libre. Suplemento de 300 pesetas en las copas durante la actuaci¨®n.
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