Llego tarde, luego mando
Ahora resulta que en Madrid tenemos un alcalde tard¨®n. Seg¨²n cuentan los cronistas especializados en seguir al se?or ?lvarez del Manzano, el m¨¢ximo mandatario municipal llega con retraso a todas partes, citas con el presidente de M¨¦xico y con los animosos legionarios de la Agrupaci¨®n Madrid incluidas. S¨®lo con los Reyes hace excepci¨®n, lo que, por otra parte, dice mucho del gran talante mon¨¢rquico de nuestro alcalde.Los concejales del PSOE e Izquierda Unida, qui¨¦n sabe si molestos por esa diferencia de trato (no todo el mundo es igual de mon¨¢rquico), o simplemente por cansancio ante los reiterados retrasos del alcalde, abandonaron la sesi¨®n; y el PP aprob¨® todo lo que ten¨ªa que aprobar sin tener que dar muchas explicaciones. "As¨ª da gusto", pensar¨ªa alguno.
La puntualidad, o, mejor dicho, la falta de ella, se est¨¢ convirtiendo en un problema institucional. Hace unos d¨ªas, un concejal de una ciudad espa?ola iba a presentar una moci¨®n para alertar sobre la constante falta de rigor horario que viv¨ªa su alcalde. Su intenci¨®n provoc¨® la presencia puntual de todos sus compa?eros, aunque fuese por una sola vez y sin servir de precedente. Pero mira por d¨®nde que el susodicho lleg¨® con retraso a su importante cita. Hay que suponer que, dada la curiosa circunstancia, la llamada de atenci¨®n no tuvo los efectos deseados, y que al d¨ªa siguiente todo volvi¨® a su normalidad. 0 sea, a la impuntualidad. Por este camino no resulta descabellado que en pr¨®ximas campa?as electorales los candidatos, adem¨¢s de autoal¨¢bar todos sus logros y sus proyectos concluyan sus m¨ªtines con un "adem¨¢s les voy a decir una cosa que les costar¨¢ creer, pero que es cierta: yo soy un hombre puntual".
Vivimos una ¨¦poca en la que el respeto por el tiempo ajeno est¨¢ a la baja, como la econom¨ªa y el Real Madrid. Incluso, en una pirueta egoc¨¦ntrica, algunas personas (m¨¢s frecuente en los de arriba que en los de abajo) creen que llegar tarde o hacer esperar son muestras de poder y autoridad. "Que esperen, as¨ª se enteran de qui¨¦n manda aqu¨ª". Esta creencia llega al pueblo llano en toda su extensi¨®n a la hora de casarte. Se presupone y asume por ambas partes que es la mujer la que llega tarde a la ceremonia, mientras el novio espera impaciente y se pregunta nervioso si en el ¨²ltimo momento su amada no se va a arrepentir a la vista de lo que le espera, lo que en algunos casos estar¨ªa plenamente justificado. Pero no hay que preocuparse. Es simplemente una declaraci¨®n de principios: llego tarde, luego mando.
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