Yeltsin y Grachov, condenados a enfrentarse
El derramainiento de sangre en Mosc¨² enturbia las relaciones entre el residente y su ministro de Defensa
"La felicidad no puede sustentarse en la sangre". Este dicho ruso planea ahora sobre todos los responsables de la matanza de los d¨ªas 3 y 4 de octubre, pero especialmente sobre los que decidieron obsequiar al mundo con el espect¨¢culo de unos tanques rusos disparando contra unos rusos encerrados en la Casa Blanca: el presidente Bor¨ªs Yeltsin y el ministro de Defensa, P¨¢vel Grachov.Ya han empezado a aparecer comentarios en la prensa rusa que muestran a ambas personalidades como unos aliados condenados a enfrentarse, porque cada uno necesita pasarle al otro la responsabilidad por la sangre vertida.
Diversos comentaristas han acusado al general Grachov de pasividad y de retrasar la salida de las tropas para acabar con la revuelta de nacionalistas y comunistas. Esas cr¨ªticas llevaron al portavoz presidencial, Viacheslav K¨®stikov, a descalificar el jueves a "los pseudoanalistas" que difunden informaciones "que no tienen nada que ver con la posici¨®n del Ej¨¦rcito" durante la crisis. Y agreg¨®, "en nombre del presidente", que el ministro "cumpli¨® su tarea" y obedeci¨® "sin duda alguna la orden" de Yeltsin. Pero los ataques a Grachov han proseguido desde medios pr¨®ximos al Gobierno.
El ministro contraatac¨® durante una visita a los soldados que participaron en el ataque a la Casa Blanca, ahora acuartelados en el norte de Mosc¨². "Si el presidente hubiera dado un poco antes la orden de que las tropas entraran en Mosc¨², podr¨ªamos haber tenido menos v¨ªctimas", dijo el jueves pasado por la noche, seg¨²n recog¨ªa el s¨¢bado Nezav¨ªsimaya Gazeta (Diario Independiente).
En su primera p¨¢gina, ese peri¨®dico recordaba que en el a?o 1957 Nikita Jruschov destituy¨® al mariscal Zh¨²kov como ministro de Defensa precisamente unos meses despu¨¦s de que el militar le ayudara a imponerse sobre sus oponentes estalinistas.
La intervenci¨®n militar para aplastar la rebeli¨®n fue algo que se decidi¨® de forma precipitada y, seg¨²n explic¨® el conocido comentarista Sergu¨¦i Parj¨®menko en un art¨ªculo inicialmente censurado, el m¨¢s absoluto desconcierto rein¨® en el Kremlin durante casi toda la tarde del domingo, d¨ªa 3, cuando los partidarios del ex vicepresidente Alexandr Rutsk¨®i asaltaban el edificio de la televisi¨®n.
Ahora se le echa en cara al ministro de Defensa que permitiera que 21.000 soldados de la regi¨®n de Mosc¨² se desplazaran a los campos a ayudar en la recolecci¨®n de la patata. Grachov se defiende diciendo que ten¨ªa el visto bueno del Gobierno.
La decisi¨®n definitiva de usar el Ej¨¦rcito se tom¨® sobre la medianoche del domingo, en una reuni¨®n celebrada en el Ministerio de Defensa en la que participaron la c¨²pula militar, el presidente Yeltsin y el primer ministro, V¨ªktor Chemomirdin. Por lo que ha trascendido, esa reuni¨®n no fue f¨¢cil porque algunos de los generales presentes segu¨ªan convencidos de que lo mejor para el Ej¨¦rcito era mantener la neutralidad.
Depurar al Ej¨¦rcito
Aunque oficialmente se ha negado cualquier trueque, lo cierto es que en ese encuentro el presidente accedi¨® a dotar a las Fuerzas Armadas de un documento de doctrina militar, una vieja aspiraci¨®n de Grachov y su equipo.
Yeltsin accedi¨® asimismo a dejar a un lado el borrador elaborado por el Consejo de Seguridad y admitir como base de discusi¨®n el redactado por el Ministerio de Defensa. El propio presidente anunci¨® el mi¨¦rcoles ante el pleno del Consejo de Seguridad que el pr¨®ximo viernes debe aprobarse el texto de doctrina.
Pero esa concesi¨®n a la c¨²pula militar, que de momento se mantiene, no impide que desde el entorno del presidente se abogue claramente por depurar por segunda vez el Ej¨¦rcito, ya muy purgado tras el frustrado golpe de Estado de 1991.
El diario Komsom¨®lskaya Pravda public¨® el s¨¢bado que el jefe de la Aviaci¨®n, Piotr Deinekin, alert¨® al sitiado Rutsk¨®i, amigo suyo, de los planes que se preparaban contra ¨¦l. El peri¨®dico se?ala tambi¨¦n que uno de los viceministros, Valeri Mir¨®nov, coordin¨® tras la disoluci¨®n del Parlamento por Yeltsin, el 21 de septiembre, el env¨ªo de telegramas de altos mandos al presidente abogando por la vuelta atr¨¢s en su decisi¨®n. Komsom¨®lskaya Pravda afirma que el ministro de Defensa estaba de acuerdo con Mir¨®nov.
En una conversaci¨®n que mantuvo con un grupo de comentaristas militares de diarios rusos, el general Grachov construy¨® una s¨®lida l¨ªnea de defensa. Asegur¨¦ que desde las cinco de la tarde del domingo ¨¦l se dio cuenta de que el Ej¨¦rcito iba a tener que intervenir porque una hora antes se hab¨ªa producido un acontecimiento excepcional que lo justificaba: el asalto armado del edificio del Ayuntamiento situado junto a la Casa Blanca.
El ministro afirm¨® tambi¨¦n que sobre las siete ofreci¨® ayuda al ministro del Interior para apoyar la defensa del edificio de la televisi¨®n, pero ¨¦ste le dijo que ten¨ªa fuerzas suficientes para controlar la situaci¨®n.
El mayor ¨¦xito que exhibe es que el Ej¨¦rcito ha aguantado unido el impacto producido por la intervenci¨®n armada, en gran medida porque la fuerza se utiliz¨® como ¨²ltimo recurso -despu¨¦s de que la usara el adversario- y tratando de evitar al m¨¢ximo las bajas en ambos bandos: hubo cinco muertos entre los 1.300 soldados atacantes y 49 entre los defensores.
Mayor autonom¨ªa
Pero precisamente esta unidad es una de las causas de los temores que se aprecian en algunas ¨¢reas del entorno presidencial. Eso y la voluntad de la c¨²pula castrense de obtener una mayor autonom¨ªa militar con la nueva doctrina militar.
Vlad¨ªrnir Zalatujin, un antiguo oficial que ahora se dedica a la elaboraci¨®n de estudios sociol¨®gicos, subraya que el ruso es un Ej¨¦rcito "no monol¨ªtico", en el que conviven partidarios de Yeltsin con los de Rutsk¨®i y Jasbul¨¢tov. En ¨¦l, la unidad que ha exhibido es fruto de la arraigada disciplina heredada del Ej¨¦rcito Rojo, pero tambi¨¦n es consecuencia de algo mucho m¨¢s prosaico: las escasas posibilidades de supervivencia que en plena crisis econ¨®mica tiene un oficial si es expulsado por desobediencia. "Estos ¨²ltimos d¨ªas", precis¨® Zalatujin, "muchos oficiales han tomado su opci¨®n pensando en su esposa y en el porvenir de sus hijos".
Lo que tambi¨¦n une a los diferentes sectores, y ah¨ª est¨¢ la clave de la pugna Yeltsin-Grachov, es el rechazo que les produce derramar sangre rusa. "Eso no puede producir alegr¨ªa a nadie", coment¨® un comandante decididamente yeltsinista. Todos los oficiales han sido educados en la idea de que el Ej¨¦rcito es una emanaci¨®n del pueblo y su deber es defenderlo, algo que encaja mal con el ataque a la Casa Blanca, donde permanec¨ªan representantes elegidos por el pueblo.
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