Tedio entre superlujo
Los jugadores espa?oles no se divirtieron en Oviedo
Desayuno, a las nueve; comida, a las once; entrenamiento, a las dos; merienda, a las cinco, y cena, a las nueve. Entre medias, reposo: para dormir la noche, para echarse la siesta y hasta para entretener la espera de bajar al comedor. As¨ª ha preparado la selecci¨®n espa?ola el partido contra la irlandesa durante los cuatro d¨ªas de concentraci¨®n en Oviedo. Caras de tedio y poco aire libre. "Los jugadores son muy due?os de salir. Si no lo hacen ser¨¢ porque no quieren", dec¨ªa Javier Clemente.El inusual horario que ha seguido el equipo ha sido para acostumbrarse al de ma?ana, el d¨ªa del encuentro. Lo de comer tan temprano no lo ha llevado bien nadie. Tampoco se hac¨ªa nada para estimular el apetito a tan tempranas horas. Despertaban a los jugadores a las ocho y media, les llevaban el desayuno a las habitaciones y en ellas permanec¨ªan hasta el momento de la comida. Con semejante plan, no resulta extra?o que: el organismo no acepte de buen grado los alimentos.
Para cualquier deportista, media hora, incluso una hora, de carrera y ejercicios despu¨¦s de un desayuno liviano no supone el m¨¢s m¨ªnimo desgaste de potencial. Al contrario, ayuda a despertar el organismo y lo prepara para el trabajo f¨ªsico que ha de afrontar m¨¢s tarde. Clemente no lo niega, pero tampoco lo impuso: "Si alg¨²n jugador hubiera querido salir a corretear a primera hora, me habr¨ªa parecido estupendo, pero yo no iba a obligar a nadie a hacerlo porque tampoco creo que fuera necesario".
Los jugadores, con el plan que se les traz¨®, fueron acumulando horas de encierro en la concentraci¨®n. Permanecieron recluidos porque, afuera, los chavales que quer¨ªan aut¨®grafos eran una legi¨®n. Repartieron la mayor parte del tiempo entre los se?oriales salones del hotel y la moqueta y las paredes enteladas de las habitaciones, de escasa luz natural, bajo un ambiente aparentemente poco apropiado para un deportista.A 30 kil¨®metros, en Gij¨®n, los componentes de la selecci¨®n sub 21, disfrutaron de una estancia menos lujosa, pero m¨¢s natural, con amplios ventanales en sus habitaciones sobre la playa. Clemente no admiti¨® debate: "No comparemos un cinco estrellas con un cuatro". Los precios de uno y otro hotel reflejan la diferencia: 23.250 pesetas, el de los A, y 14.500, el de los sub 21.
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