La zona
Qu¨¦ brusco despertar del sue?o. Un ejecutivo espa?ol est¨¢ entre los m¨¢s cotizados del mundo por su pr¨¢ctica teor¨ªa de los bajones de costes y la ergonom¨ªa laboral. Un ejecutivo espa?ol dice que no es ergon¨®mica para el capitalismo la planta de la Zona Franca del puerto de Barcelona. Y hasta es posible que tenga raz¨®n.Pongamos entonces todas las barbas a remojar. ?Somos ergon¨®micos en algo? No lo somos en cine, ni en fabricar toallas, ni en ensidesas. Una pu?etera desgracia como capitalistas. Nos admiramos cada vez que alguno de los nuestros se va a China a fabricar zapatillas, a Marruecos vaqueros o a Alemania teor¨ªas sobre el puesto de trabajo. Un pueblo de genios. Chupa-chups en Rusia, fregonas en Ucrania.
Del otro lado nos explican -con raz¨®n- que el proteccionismo no sirve para nada, que s¨®lo aplaza las cat¨¢strofes para hacerlas m¨¢s bestiales. El capitalismo no tiene la culpa. La tenemos nosotros, que no somos capaces de hacemos ergon¨®micos.
Y nos queda montarles la bronca a los moros y los malayos, que producen m¨¢s barato y se quedan con las f¨¢bricas. All¨ª se va el capitalismo a encontrar su ergonom¨ªa. El capitalismo no tiene cara: no le podemos rega?ar. Los moros s¨ª tienen; los checos, s¨ª; los malayos, s¨ª.
Dumping social, esquiroles. Comenzamos a odiar a los desharrapados. Delirios de ca?onera en las barras de los bares.
Y el capitalismo, que no tiene cara, que no tiene patria, que s¨®lo tiene teor¨ªas pr¨¢cticas sobre los costes y las ergonom¨ªas, hace con los moros y los malayos lo que nadie hizo antes (antes lo hizo en la Zona Franca): ponerles f¨¢bricas hasta que dejen de ser ergon¨®micos.
Somos un pa¨ªs de zonas francas. Pero no tenemos ca?oneras ni sabemos de econom¨ªas. ?Matamos a Arriort¨²a?, ?invadimos Malasia?, ?o nos ponemos a pensar?
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