Monserga banderillera
Es lo que tienen las llamadas corridas de los banderilleros: que sale uno de los matadores-banderilleros con un mazo de banderillas en la mano, las levanta la cielo, gira ofreci¨¦ndoselas al orbe y al mism¨ªsimo buen Dios, y la gente se siente feliz. A, la mayor¨ªa de los espectadores les colma de felicidad ver el brindis, luego el reparto de palos a cada uno de los otros matadores-banderilleros, los efusivos abrazos que se dan, como si acabaran de llegar de Nueva York. Hay una minor¨ªa, sin embargo, a la que esas ceremonias le parecen monsergas y preferir¨ªa que los matadores-banderilleros abreviaran y se pusieran a banderillear de verdad.Banderillear de verdad, no obstante, es distinto asunto. Banderillear de verdad sol¨ªa consistir en uno provisto de banderillas frente a otro armado con cuernos, solos los dos en el redondel para dilucidar una cuesti¨®n hegem¨®nica, y la resolv¨ªan de poder a poder. Ah¨ª estaba la emoci¨®n y la belleza de la suerte: cuarteos, topa-carneros, quiebros y toda la gama, con sus variantes de dentro a fuera o de fuera a dentro, se produc¨ªan seg¨²n fueran las condiciones del toro o las capacidades del artista. Y era de obligatorio cumplimiento que el encuentro entrambos se produjera frontal -asom¨¢ndose al balc¨®n, dec¨ªanle-, mientras el banderillero prend¨ªa los palos en lo alto y sal¨ªa andandito de la reuni¨®n.
Murteira / Espl¨¢, Mendes, Soro
Toros de Murteira Grave, con trap¨ªo, bien armados, flojos, manejables. Luis Francisco Espl¨¢: estocada corta atravesada y descabello (silencio); pinchazo y estocada corta (silencio). V¨ªctor Mendes: estocada corta (silencio); estocada (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio). El Soro: espadazo trasero tendido escandalosamente bajo (silencio); bajonazo (escasa petici¨®n y vuelta protestada). Plaza de Las Ventas, 12 de octubre. Sexta y ¨²ltima corrida de feria. Cerca del lleno.
Muy arriesgada es la regla, desde luego, mas precisamente por eso los matadores-banderilleros no banderilleaban todos los toros; ¨²nicamente los que pod¨ªan prestarse a la correcta ejecuci¨®n de la suerte. Pero eso era cuando los matadores-banderilleros no constitu¨ªan una unidad de destino en lo universal, ni la llamada corrida de los banderilleros se hab¨ªa convertido en la multinacional del garapullo.
Y as¨ª pasa que salen a la palestra los matadores-banderilleros, se les une la cuadrilla, el ruedo se llena de gente que trajina para aparcar al toro, y aquello puede acabar siendo un desastre. Es, precisamente, lo que acaeci¨® en esta corrida del abono madrile?o. Espl¨¢ y Mendes pegaban banderillazos desde la lejan¨ªa del objeto a banderillear, eso si consegu¨ªan alcanzarlo, pues a lo mejor s¨®lo prend¨ªan un palo, pod¨ªa ser por los costados (Espl¨¢), en el cuello (Mendes), o en el puro aire vente?o (los dos en solidaria comuni¨®n banderillera). El Soro los clav¨® con mayor rotundidad y acierto, al sexto corriendo en vertiginosos molinillos, y si no hac¨ªa la reuni¨®n porque met¨ªa los brazos a toro pasado, al p¨²blico le daba igual, y le aclam¨® como jam¨¢s hubiese so?ado el mism¨ªsimo Pepote Bienvenida, paradigma del arte de banderillear, en sus m¨¢s celebradas tardes de gloria.
La banderillada redim¨ªa a los matadores-banderilleros de otras obligaciones propias de su oficio, y llegado el turno de muleta se justificaban pegando trallazos o metiendo pico. Espl¨¢ emple¨® una eficaz t¨¦cnica muletera para disimular lo mucho que se mov¨ªa, Mendes ahog¨® embestidas y peg¨® medios pases, El Soro los dio destemplados e inconexos, y les aplaudieron mucho a los tres por semejante labor. El Soro incluso habr¨ªa cortado la oreja del nobil¨ªsimo sexto si no llega a reventarlo de infamante bajonazo. Es decir, que la monserga banderillera dio sus frutos. Y si unos cuantos aficionados protestaron los mantazos y los banderillazos, a la mayor¨ªa del p¨²blico le gust¨® horrores. Ciertamente, todo aquello nada ten¨ªa que ver con la lidia ni con la fiesta, pero ?a qui¨¦n la importa ya la lidia y la fiesta?
Babelia
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