El roble de la Terra Ch¨¢
Hay ya 1.500 gaiteiros preparados para interpretar por segunda vez en su honor la marcha Gallaecia.Al nacer Manuel, hijo de Jos¨¦ Fraga y de Mar¨ªa Iribarne, su abuela Dolores plant¨® un roble en la aldea de Rioaveso, en la Terra Ch¨¢ lucense. El ¨¢rbol, por desgracia, no fue adelante, pero el roble humano llamado Manuel Fraga Iribarne cumplir¨¢ 71 a?os el pr¨®ximo 22 de noviembre. La astrolog¨ªa dice de ¨¦l que se fortalece en las batallas. Desde luego, durante estos cuatro a?os, ha reforzado ser. En la campa?a ha demous ra¨ªces en Galicia con el podstrado que sigue siendo el mejor militante de s¨ª mismo.
"Puedo con todos, uno a uno o juntos". Estas elecciones han sido una especie de refer¨¦ndum personal, y no es seguro que ese planteamiento le disgustase. Cuando est¨¢ en vena ¨¦pica, Fraga gusta de escenificar su propia historia en un reino medieval. El c¨¢liz que figura en el escudo de Galicia se convierte en el Santo Grial. Los jefes provinciales de su partido son mariscales de campo. Cuando fue aclamado como candidato, el maestro de ceremonias lo present¨® como el gran timonel. Dadas las connotaciones mao¨ªstas, durante la campa?a fue sustituido por el de gran capit¨¢n. Hasta que se objetivice lo sucedido, no sabremos si estas elecciones han sido un fracaso de los nuevos irmandi?os, divididos en facciones, o el triunfo de una indiscriminada carga de caballer¨ªa de un valeroso e iracundo se?or de la tierra.
Manuel Fraga, en todo caso, es un personaje que se estimula con met¨¢foras hist¨®ricas, que encarna cada papel de su vida como un acto de deber y que lo representa con la intensidad de quien ha pasado por el Actor's Studio. Esa dualidad del incansable hombre de acci¨®n, rudo con frecuencia en las formas, y del erudito que le traza y ornamenta el camino, antes o despu¨¦s de andarlo, hace de ¨¦l un car¨¢cter. Un irrepetible. Si Fraga es puntual, nos lo hace saber por el almirante Nelson: "La base de mi ¨¦xito ha sido flegar a los sitios un cuarto de hora antes". Ahora, por George Washington, ha dado a entender que dos mandatos son suficientes y que no volver¨¢ a presentarse.
La mayor¨ªa natural que tanto ansi¨® para gobernar Espa?a la ha consolidado Fraga en Galicia. Su biograf¨ªa pol¨ªtica est¨¢ marcada por una ambici¨®n de poder que ¨¦l defini¨® como "pasi¨®n de ejercer y servir". Y ejerci¨® esa pasi¨®n como ministro de Franco, experiencia que le vali¨® un contradictorio curr¨ªculo de hiperactivo gestor y propagandista de una dictadura. Trat¨® apasionadamente, y sin ¨¦xito esta vez, de liderar la transici¨®n. Con renovada pasi¨®n busc¨® m¨¢s arde La Moncloa, tropezando una y otra vez con el techo elecoral. Hubo alg¨²n momento en que parec¨ªa que iba a tirar definitiamente la toalla, pero siempre resurgi¨® con voluntad quijotesca.
Tanta pasi¨®n encontr¨®, por fin, un territorio propicio en su Finisterre natal. Si la realidad siguiera pautas literarias, podr¨ªa pensarse en una predestinaci¨®n. El emigrante triunfador que vuelve a la tierra para redimirla y todo eso. Pero no ha sido la estrella del destino. Ha sido el azar y la necesidad. Ha sido el pragmatismo.
En una ocasi¨®n, cuando a Jos¨¦ Fraga le hablaron del car¨¢cter fogoso y pasional de su hijo en el terreno pol¨ªtico, el buen paisano villab¨¦s dijo: "Xa acougar¨¢". Ya se remansar¨¢.
El comportamiento de los electores en el periodo democr¨¢tico iniciado en 1977 desmiente a idea de una Galicia incondicionalmente fraguista. En las primeras elecciones, Alianza Popular alcanz¨® unos modestos reultados no muy diferentes a los obtenidos en otras partes de Espa?a. Aquel Fraga de los siete magn¨ªficos, con un mensaje m¨¢s bien apocal¨ªptico e identificado con el tardofranquismo, no despertaba demasiado entusiasmo. El punto de inflexi¨®n se produce, en el plano democr¨¢tico, en el Fraga que se desmarca de sus antiguos socios y aparece como uno de los padres de la Constituci¨®n, y, en el ¨¢mbito auton¨®mico, en una Alianza Popular que se present¨® a las primeras elecciones gallegas con un programa y un mensaje con marchamo de nacionalismo moderado.
Encabezaba el cartel en aquellos comicios el doctor Albor, procedente de la democracia cristiana galleguista, pero el cerebro de la operaci¨®n fue el luego tan denostado Xos¨¦ Luis Barreiro. Las iniciales reticencias de Fraga y sobre todo el aparato central de AP, personificado en Robles Piquer, se mudaron en entusiasmo cuando las urnas dieron la inesperada victoria. Galicia fue providencial. Aquella campa?a de Galego, coma ti abri¨® los ojos a Fraga.
Pese al conflicto de lealtades con Barreiro, Fraga mantuvo el rumbo con la bandera del "orgullo gallego". La cosecha, abundante en frutos, la recoger¨ªa personalmente en 1989, cuando tom¨® posesi¨®n de la presidencia auton¨®mica, respaldado por casi 600.000 votos, el doble de los obtenidos por Albor en 1981, y al son de la Marcha del antiguo reino de Galicia, interpretada por la ejor escolta que puede so?ar un mandatario: un regimiento de 1.500 gaiteiros.
Tan cierto era que la mayor¨ªa electoral de Galicia se hab¨ªa hecho fraguista como que Fraga se hab¨ªa galleguizado. Se comprometi¨® a gobernar para "todos los gallegos, sin distinci¨®n de ideolog¨ªa". Inici¨® una fren¨¦tica carrera de contactos con sectores muy plurales. Mostr¨® especial deferencia hacia el c¨ªrculo de galleguistas hist¨®ricos que se agrupaba en torno a Manuel P¨ª?eiro, hoy fallecido, y que anta?o hab¨ªa sufrido el agobio del franquismo. Fraga atrajo a su vera a otros nombres. Puso en marcha el concepto de autoidentificaci¨®n y luego la idea de Administraci¨®n ¨²nica y, frente a un nacionalismo excesivamente escorado, gan¨®, en gran parte, la batalla imb¨®lica de la galleguidad.
Con las medidas tomadas a la casa gallega, demostr¨® pronto que no ven¨ªa con mentalidad de balneario. Ven¨ªa a desarrollar su pasi¨®n de ejercer y servir". Es el Fraga que acab¨® con los incendios, ue se hizo respetar ante el poder central, que proyect¨® Galicia en el mundo con el Xacobeo, que hizo de su capa un sayo y se fue a Cuba, que puso a trabajar a los funcionarios, que hizo obras. Los fracasos, como el fallido intento de presidir la Asamblea de Regiones de Europa, despu¨¦s de empe?arse en una aut¨¦ntica campa?a internacional, o los esc¨¢ndalos que har¨ªan tambalear a cualquier otro Gobierno, como
el consejero que defraud¨® millones a Hacienda, quedaron difuminados en la niebla del noroeste. Todas las grandes inversiones del Estado, en curso o comprometidas, han sido presentadas como m¨¦ritos suyos, conquistas del hombre providencial.
Para la oposici¨®n, esa del hombre provincial es una leyenda destinada a infantilizar a la sociedad, propagada por una insaciable botafumeiro propagand¨ªstico. El poder se ha hecho omnipresente y excluyente. Nos espera un preocupante viaje.
Verdad contra verdad, ha salido adelante la "pasi¨®n" de Fraga. En esta legislatura preparar¨¢ su sucesi¨®n. En 1997, el roble tendr¨¢ 75 a?os. Buena edad, dice, para otras misiones Non acougar¨¢. No se remansar¨¢.
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